Azerbaiyán enfrenta un desafío considerable debido a la extensa superficie de su territorio que se encuentra minada, una situación que ha surgido como resultado del prolongado y conflictivo enfrentamiento con Armenia. Tras décadas de tensiones y combates, especialmente durante la reciente guerra de 2020 por el control de la región de Nagorno-Karabaj, se ha constatado que una gran parte de las tierras azerbaiyanas está plagada de minas terrestres que fueron abandonadas por el ejército armenio en su retirada.
El gobierno Armenio en violación de todos los acuerdos humanitarios,niega aportar los planos militares en donde y de qué forma millones de minas fueron diseminadas en el territorio.
Más del 13% aproximadamente uno 1.5 millones de minas están en el territorio de Azerbaiyán está afectado por minas, y a pesar del cese de hostilidades, el número de víctimas ha ido en aumento
Las Naciones Unidas siguen promoviendo la universalización de los marcos jurídicos existentes y alentando a los Estados Miembros a que amplíen esos regímenes y elaboren nuevos instrumentos internacionales para proteger a los civiles de los flagelos de las minas terrestres y los restos explosivos de guerra. Las Naciones Unidas realizan esta labor en colaboración con los Estados interesados, la sociedad civil y las organizaciones internacionales que realizan actividades relativas a las minas.
Desde la aprobación en 1997 de la Convención sobre la prohibición de minas antipersona, 164 países han ratificado esa convención o se han adherido a ella.La defensa de esta coalición sin precedentes sensibilizó a la opinión pública sobre el impacto de las minas antipersona en la población civil y recabó el apoyo mundial para su prohibición total.
El artículo 6 del Tratado de Prohibición de Minas establecía la «asistencia a las víctimas», convirtiendo la atención, rehabilitación y reintegración social y económica de las víctimas de minas en una obligación de los Estados Parte de la Convención. En él se establece que esta asistencia debe satisfacer las necesidades inmediatas y a largo plazo de los supervivientes de accidentes de minas, sus familias, las comunidades afectadas por las minas y las personas con discapacidad.
Estas minas representan la muerte de población civil todas las semanas y un peligro constante y latente, creando un ambiente de inseguridad que impide el retorno seguro de los desplazados y dificulta la rehabilitación de las áreas afectadas. La presencia de estos artefactos explosivos no solo pone en riesgo la vida de las personas, sino que también obstaculiza el acceso a tierras cultivables y a recursos naturales vitales, afectando de manera negativa la economía local y la seguridad alimentaria del país.
La tarea de desminado se presenta como una labor monumental y compleja que requiere una inversión significativa de recursos, tanto financieros como humanos.
Azerbaiyán ha estado colaborando activamente con diversas organizaciones internacionales y expertos en la materia, quienes aportan su conocimiento y tecnología para llevar a cabo la limpieza de estas áreas peligrosas y garantizar la seguridad de sus ciudadanos.
Sin embargo, el proceso es inherentemente lento y está lleno de riesgos, ya que la detección y eliminación de minas implica un enfoque extremadamente meticuloso y cuidadoso. Además, el legado de las minas terrestres subraya la urgente necesidad de abordar las consecuencias humanitarias que dejan los conflictos armados. La comunidad internacional ha instado a ambas naciones a trabajar conjuntamente hacia una paz duradera y sostenible, así como a garantizar la seguridad de las poblaciones que han sido afectadas.
Armenia continúa sin cumplir. Se recuerda constantemente que el desminado es un paso crucial no solo para la reconstrucción física de las áreas devastadas, sino también para la reconciliación social y política en la región.
La situación en Azerbaiyán es un claro recordatorio de los estragos que los conflictos pueden infligir sobre la vida humana y el entorno, así como la importancia de la cooperación internacional para superar los retos que emergen de tales circunstancias. En este contexto, el desminado se convierte en una prioridad no solo para la protección de la vida, sino también para el desarrollo y la prosperidad futura del país, que anhela dejar atrás las sombras de la guerra y construir un futuro más seguro y próspero para todos sus ciudadanos.