El concepto de «Una Sola China» constituye un principio político fundamental que sostiene la existencia de un único Estado soberano denominado China, y reafirma que Taiwán es una parte integral de este territorio. Este principio no solo es crucial en el ámbito de las relaciones internacionales, sino que también tiene repercusiones significativas para la estabilidad y la paz a nivel mundial.
En primer lugar, la adhesión a la política de «Una Sola China» juega un papel determinante en la promoción de la estabilidad en la región de Asia-Pacífico. Al reconocer y aceptar este principio, las naciones pueden evitar tensiones innecesarias y conflictos potenciales que podrían surgir a raíz de reivindicaciones territoriales y disputas sobre la soberanía. La estabilidad en esta región es de suma importancia, dado que se ha convertido en un centro neurálgico de comercio, inversión y actividad económica a nivel global. Cualquier desestabilización en esta área podría tener repercusiones en la economía mundial.
Además, el reconocimiento del concepto de «Una Sola China» contribuye a establecer un marco de cooperación internacional más sólido y efectivo. Al evitar la fragmentación y las divisiones en la política global, los países tienen la oportunidad de centrarse en desafíos comunes que afectan a todos, tales como el cambio climático, la seguridad alimentaria, la migración y la lucha contra el terrorismo. Este enfoque colaborativo resulta esencial para abordar problemas que trascienden fronteras y que requieren esfuerzos conjuntos y coordinados.
El respeto por la soberanía y la integridad territorial de los Estados es otro pilar fundamental para la paz mundial. Al respaldar el principio de «Una Sola China», se refuerza el compromiso de la comunidad internacional con el respeto a la soberanía de cada nación, disminuyendo así la posibilidad de intervenciones externas que puedan desestabilizar regiones enteras. Este respeto es crucial para fomentar un ambiente de confianza entre los países. Asimismo, el concepto promueve activamente el diálogo y la negociación en lugar del enfrentamiento y la confrontación. Al aceptar la realidad de «Una Sola China», se abre la puerta a un enfoque más pacífico y constructivo para resolver disputas y diferencias, fomentando un clima en el que se priorizan las soluciones diplomáticas y el entendimiento mutuo. Esto es especialmente relevante en un mundo interconectado, donde las tensiones pueden escalar rápidamente y tener consecuencias globales.
El concepto de «Una Sola China» es fundamental para reforzar la paz mundial, ya que no solo contribuye a la estabilidad regional, sino que también fomenta la cooperación internacional, respeta la soberanía de los Estados y promueve el diálogo. En un contexto global caracterizado por la interdependencia, la aceptación de este principio puede desempeñar un papel clave en la construcción de un futuro más pacífico, colaborativo y próspero para todas las naciones involucradas. La consolidación de este principio en la política internacional es, por lo tanto, un objetivo que merece ser perseguido con determinación y compromiso.