Montevideo enfrenta un desafío complejo en materia de limpieza urbana, el cual está presente como tema fundamental en la agenda de los principales contendientes que aspiran acceder a la Intendencia en las próximas elecciones de mayo. Sin embargo, resolverlo exigirá ir más allá de soluciones técnicas o campañas de reciclaje: es indispensable abordar de manera integral la realidad de la población en situación de calle, cuyo vínculo con la acumulación de residuos y la degradación del espacio público es innegable.
Barrios críticos y la imagen nocturna del centro
El problema de la basura se concentra en barrios como el Centro, Ciudad Vieja, Barrio Sur y Palermo, donde la actividad comercial, turística y residencial genera alta densidad de residuos. En estas zonas, especialmente durante la noche, la escena es desoladora: contenedores desbordados, bolsas rotas esparcidas en las veredas, y personas rebuscando entre los desechos bajo la tenue luz de los faroles. Los olores nauseabundos en épocas de calor, sumados a la proliferación de insectos, no solo afectan la calidad de vida, sino que proyectan una imagen contraria a los estándares de una capital moderna.
Cifras y evolución de la población en situación de calle
Según datos de la Intendencia de Montevideo (IM), en 2023 se registraron aproximadamente 2.756 personas en situación de calle. , La evolución presenta el siguiente comportamiento: en 2016, las personas en situación de calle eran 1393; en 2019 fueron 1745; en 2020 alcanzaron las 2082; en 2021 treparon a 2215, y en 2023 un total de 2756.Este crecimiento está ligado a factores estructurales: la expansión de las adicciones —especialmente el consumo de pasta base—, la falta de políticas efectivas de rehabilitación, y el círculo vicioso de reincidencia delictiva que fractura vínculos familiares y laborales. Además, un informe de la Universidad de la República advierte que, sin intervención, este número podría duplicarse en la próxima década, arrastrando a personas que hoy están al borde de la exclusión.
Experiencias internacionales: Soluciones con enfoque humano
Ciudades como Lisboa y Medellín han demostrado que es posible abordar el problema combinando tecnología y empatía. En Lisboa, se implementaron contenedores subterráneos para reducir el acceso a residuos, acompañados de programas de inserción laboral para personas en situación de calle, como talleres de reciclaje remunerados. En Medellín, los Centros de Atención Integral ofrecen tratamiento para adicciones, albergue temporal y capacitación en oficios, reduciendo en un 40% la población en situación de calle entre 2016 y 2020. Estas iniciativas priorizan los derechos humanos, pero también velan por el bienestar colectivo, evitando que la marginalidad degrade el espacio público.
Hacia una agenda concreta para Montevideo
Para superar esta crisis, se requiere un plan integral con los siguientes ejes:
- Ampliación de la red de atención social: Crear centros de día y noche con servicios básicos, tratamiento de adicciones y asesoramiento legal. 2. Inserción laboral garantizada: Proyectos públicos-privados que prioricen la contratación de personas en proceso de reinserción, como mantenimiento de espacios verdes o gestión de residuos reciclables.
- Modernización de la gestión de residuos: Instalación de contenedores inteligentes con compactación, horarios de recolección nocturna en zonas críticas y campañas de separación en origen.
- Coordinación interinstitucional: Articulación entre la IM, el Ministerio de Desarrollo Social, ONGs y expertos en salud mental para diseñar políticas sostenibles.
- Educación ciudadana: Campañas que fomenten la responsabilidad en el manejo de residuos y sensibilicen sobre la realidad de la población excluida.
Conclusión: Equilibrio entre derechos y deberes
Limpiar Montevideo no implica criminalizar a quienes sobreviven en las calles, sino construir puentes entre la urgencia social y la salubridad pública. Como demostraron otras ciudades, es posible respetar los derechos humanos sin descuidar el bienestar colectivo. La imagen de un centro nocturno inundado de basura debe transformarse en símbolo de un cambio posible, donde la empatía y la eficacia técnica converjan para crear una ciudad inclusiva, limpia y digna para ser vivida y disfrutada por todos.