En un contexto regional atravesado por el avance del narcotráfico, el recrudecimiento de la violencia urbana y el desgaste de los sistemas de seguridad tradicionales, Uruguay enfrenta uno de los desafíos más complejos de las últimas décadas. Con un 2026 en el horizonte, el ministro del Interior, Carlos Negro, dialogó con Diario La R sobre la situación actual, los límites del modelo vigente y los planes estratégicos para enfrentar el delito organizado sin caer en recetas simplistas.

Ministro, la seguridad sigue siendo una de las principales preocupaciones de la ciudadanía. ¿Cómo evalúa hoy la situación en Uruguay?
Uruguay no está aislado de lo que ocurre en la región y el mundo. Vivimos un escenario de criminalidad más compleja, más organizada y con mayor capacidad económica, especialmente vinculada al narcotráfico. Sería irresponsable negar esa realidad. Dicho esto, también es cierto que Uruguay mantiene indicadores que, comparativamente, siguen siendo mejores que los de muchos países vecinos. El desafío es no conformarnos y actuar antes de que los problemas se consoliden.
El narcotráfico aparece como el núcleo duro del problema. ¿Está el Estado preparado para enfrentarlo?
El narcotráfico no se combate solo con patrulleros ni con discursos grandilocuentes. Se combate con inteligencia criminal, cooperación internacional, control territorial y fortalecimiento institucional. En ese sentido, estamos trabajando en una estrategia integral que apunta a golpear las estructuras económicas, logísticas y financieras del narcotráfico, no solo a los eslabones más visibles.
Uno de los reclamos recurrentes es la presencia del delito en barrios vulnerables. ¿Qué respuesta tiene el Ministerio para esos territorios?
La ausencia del Estado es el mejor aliado del narcotráfico. Por eso, nuestra política no se limita a la represión. Apostamos a una presencia sostenida y coordinada entre fuerzas de seguridad, políticas sociales y gobiernos locales. Recuperar el territorio implica garantizar seguridad, pero también derechos, oportunidades y convivencia. Si no, el problema se reproduce.
¿Qué errores cree que cometió Uruguay en materia de seguridad en los últimos años?
Durante mucho tiempo se pensó que el problema era ajeno o que se podía administrar con medidas parciales. El delito organizado avanzó más rápido que las respuestas del Estado. Hoy sabemos que no alcanza con reaccionar: hay que anticiparse. Y eso requiere planificación, recursos y una conducción política firme.
Pensando en 2026, ¿cuáles son los ejes centrales del plan del Ministerio del Interior?
El 2026 nos encuentra con una hoja de ruta clara. Primero, profundizar la profesionalización policial, con formación continua y especialización en crimen organizado. Segundo, fortalecer la inteligencia criminal y el uso de tecnología aplicada a la seguridad. Tercero, reforzar la cooperación regional e internacional, porque el narcotráfico no reconoce fronteras. Y cuarto, avanzar en reformas legales que nos permitan actuar con mayor eficacia sin vulnerar derechos.
Hay quienes sostienen que se necesita mano dura. ¿Qué responde a eso?
La mano dura como consigna vacía no resuelve nada. Lo que se necesita es firmeza, legalidad y resultados. La seguridad democrática implica actuar con contundencia contra el delito, pero también con respeto al Estado de derecho. Cuando el Estado cruza límites, termina debilitándose y favoreciendo a las organizaciones criminales.
¿Le preocupa el impacto del narcotráfico en los jóvenes?
Muchísimo. El narcotráfico no solo vende drogas: ofrece identidad, ingresos rápidos y pertenencia allí donde el Estado no llega. Por eso, la lucha contra el narcotráfico es también una lucha cultural y social. Si no ofrecemos alternativas reales a los jóvenes, el problema se vuelve estructural.
¿Uruguay puede evitar escenarios de violencia extrema como los de otros países de la región?
Sí, pero no por inercia. Puede hacerlo si actúa ahora, con decisión y sin negar la magnitud del desafío. Uruguay todavía está a tiempo, pero el margen no es infinito. La seguridad debe ser una política de Estado, sostenida más allá de los ciclos electorales.
Para cerrar, ¿qué mensaje le daría a una ciudadanía que vive con miedo e incertidumbre?
Que entendemos la preocupación y que no la minimizamos. Que no prometemos soluciones mágicas, pero sí trabajo serio, planificación y compromiso. La seguridad no se construye de un día para el otro, pero se destruye muy rápido si se improvisa. Nuestro objetivo es claro: un Uruguay donde el delito no marque la vida cotidiana y donde el Estado esté presente, firme y cercano.


LA IDEA ES LLAMAR A UN GRAN «DIÁLOGO NACIONAL», SIENDO LA BASE, PARA, A PARTIR DEL MISMO, COMENZAR LAS CONVERSACIONES, POSTERIORMENTE LAS NEGOCIACIONES, EMPEZAR, DE A POCO, A ELABORAR LOS PRE-PROYECTOS A EFECTOS DE IR REUNIENDO PAUTAS PARA, TENER EN CLARO REALIDADES, Y, POSTERIORMENTE, COMENZAR A PLASMAR IDEAS, ELABORANDO BASES SÓLIDAS EN ARAS DE IR PREPARANDO UNA PRIMERA VALORACIÓN PARA DISEÑAR UN PLAN DE SEGURIDAD PÚBLICA..ESO LLEVA TIEMPO, VARIAS LEYES PRESUPUESTALES, MUCHOS PERÍODOS DE GOBIERNO…
Uruguay ha hecho algunas cosas bien en materia de Seguridad como dar documentación a los emigrantes No se puede dejar gente fuera del sistema porque son incontrolables Un ejemplo es Chile que no sabe que hacer Algo malo que se hizo fue firmar el convenio en la ONU que no se iban a agravar penas a la delincuencia cuando la experiencia internacional nos dice que hay ciertos tipos de delitos que no tienen rehabilitación posible como los agresores sexuales que constituyen un peligro social