Los carnavales se festejan muy diferenciadamente a nivel mundial y también en el Uruguay. En algunos lugares del interior hay otro carnaval. En la ciudad de Guichón en Paysandú, el último día del Carnaval que es el día que se ha denominado el fin o el Entierro del Carnaval, lo tradicional ha sido la realización de un corso con entierros irónicos. Son un cortejo fúnebre con el féretro de un muerto, el cura que acompaña la procesión, el enterrador o campo-santero munido de una pala, un pico y una carretilla, y un conjunto de deudos, acompañados por cientos de Mascaritos como payasos. Pero cada vez más se ha visto expandir con más intensidad el Carnaval de Comparsas, tamboriles, reinas y bailarinas. El viejo Entierro, que proviene de los antiguos velorios, también puede estar acompañado de plañideras y lloronas, amantes, policías o morosos. También se destaca, como en este año, la presencia de la muerte representada por un diablo o por un hombre de negro con una guadaña. Este tipo de festejo de Carnaval, que parodia el tradicional cortejo fúnebre que desde las casas se trasladaba al camposanto, en un cortejo que traslada al muerto al cementerio, se ha conformado en el espectáculo fiestero del Entierro del Carnaval, y simboliza el fin de la fiesta con un enterramiento simbólico de algún personaje, pero que renacerá al año siguiente.
Esta alegoría se popularizó desde los años 60 en Guichón y ha sido una de las características y originalidades presentes, pero también ha sido objeto de rechazo y hasta de persecución. En sus inicios, se prohibió que hubiera personas dentro de cajones y durante la dictadura militar fue expresamente prohibida como manifestación provocándole una herida muy fuerte. Este tipo de Carnaval incorporó la Ironía e incluso la resistencia cultural frente a la sociedad tradicional y católica. Su génesis fue también expresión de las múltiples migraciones europeas que se fueron instalando en los diversos pueblos construidos al costado del ramal ferroviario por la Midland Uruguayas Railway Co. Ltd, que construyó la segunda línea férrea en importancia en Uruguay, fundamentalmente ganadera, con un ramal independiente de 525 kilómetros, entre Paso de Los Toros y Salto. Sus terrenos linderos fueron parcelados a precios muy baratos incentivando la radicación de las migraciones europeas que estaban llegando a aquel Uruguay batllista. El ferrocarril llegó a Guichón, haciendo de la estación el centro de la modernización del pueblo y trayendo también las fiestas europeas de Carnaval con el Entierro.
Este año el Entierro del Carnaval de Guichón continuó su deterioro, que en muchos pueblos del interior llevó a que esta expresión carnavalesca haya desaparecido. Ahora sufrió cambios de fechas por la posible inclemencia del tiempo que lo solaparon con un partido importante de futbol y también un domingo, por lo que tuvo aún menos destaque que otros años. Ello aunque la Comisión local del Carnaval y yo mismo, hallamos dispuestos premios para incentivar la creatividad carnavalesca del Entierro. En este año, las comparsas tradicionales del carnaval con su profesionalismo, su vestuario, su escenografía y hasta su maquillaje y músicas superaron holgadamente al impacto, creatividad y originalidad o recursos de los únicos tres entierros, sobrios, muy similares y de último momento. Estos tres Entierros, aunque muy típicos y poco creativos, fueron la luz y una bocanada de respiración de esta tradición. Algunas otras comparsas agregaban otros tocos irónicos en estas orientaciones. Por detrás, cientos de Mascaritos acompañaban, aunque menos que otros años. Entre ellos destacaban originales payasos, con creativas escenografías individuales y colectivas mostrando. la inventiva de sus escenografías teatrales.
Hace poco presentamos a la Comisión del Patrimonio Nacional, junto a muchas firmas de Guichón y el apoyo del Museo del Carnaval, la solicitud de Declaración como Patrimonio Intangible del Entierro. La protección y el reconocimiento a esta fiesta del Uruguay profundo, se reafirma urgente un año más.
