Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el estrés es un estado de preocupación o tensión mental generado por una situación difícil. Todas las personas tenemos un cierto grado de estrés, ya que se trata de una respuesta natural a las amenazas y a otros estímulos. Es la forma en que reaccionamos, el estrés lo que marca es el modo en que afecta a nuestro bienestar.
Ese estado del cuerpo es una parte normal de la vida, pero mucho de este puede afectar negativamente a la salud. Algunos de los síntomas incluyen poca energía, irritabilidad, dolores de cabeza, insomnio, mandíbula tensa y rechinar los dientes. Con el estrés crónico, su cuerpo tiene problemas de salud mental, aislamiento de la convivencia social, obesidad y problemas cardiovasculares, menstruales y digestivos.
Las cosas que nos estresan a diario como el tráfico, el trabajo, la escuela y las agendas ocupadas son imposibles de evitar por completo. Sin embargo, hasta las cosas más insignificantes se pueden acumular rápidamente, así que es importante mantenerlas bajo control antes de que sea más difícil lidiar con ellas.
El estrés no siempre es algo malo, de acuerdo con la revista Healthline, este proviene de la misma parte del cerebro que nos protege del peligro. Por otro lado, cuando los niveles de estrés están muy elevados durante mucho tiempo, estos pueden comenzar a tener efectos graves en su salud, fortaleza y felicidad.
Muchos de nosotros estamos tan acostumbrados a sentirnos estresados y ni siquiera reconocemos los distintos síntomas y cómo estos pueden manifestarse en nuestra mente y cuerpo. Sin embargo, el 75 al 90 por ciento de las visitas al médico son por malestares y problemas relacionados con el estrés, y un 43 por ciento de los adultos sufren efectos físicos y emocionales adversos debido al estrés.
Los síntomas físicos de un nivel de estrés elevado pueden ser diferentes en cada persona, pero los siguientes son algunos de los más comunes: poca energía o fatiga; dolores de cabeza; malestar estomacal; dolores musculares; dolor en el pecho; frecuencia cardíaca rápida; insomnio; resfriados e infecciones frecuentes; pérdida de deseo y/o capacidad sexual; nerviosismo y temblores; zumbido en los oídos; boca seca; dificultad para tragar; mandíbula tensa y rechinar los dientes.
La mayoría de las personas conocen los cambios emocionales que pueden sentir cuando están estresadas, pero otros síntomas también pueden incluir: sentirse molesto, frustrado o malhumorado con mucha facilidad; sentirse agobiado o fuera de control; incapacidad de relajarse; autoestima baja; sentimientos de desesperanza, inutilidad o depresión y evitar la convivencia social.
Además de causar estos síntomas emocionales y físicos, el estrés incluso puede cambiar su manera de pensar y le puede causar hábitos mentales que no son saludables, tales como tener pensamientos negativos, pensamientos acelerados incesantes y preocupación constante
Para prevenir el estrés crónico, hacer ejercicios ayuda a relajarte, así como la meditación y mantenerse organizado. No se comprometa a hacer más de lo que pueda hacer y pase bastante tiempo con personas que le brinden felicidad. La OMS también recomienda dormir mucho para evitar el estrés.
