En 2015, un grupo de cinco jóvenes comenzó a desplegar un proyecto que podía ser calificado como pionero, producto de que no existían experiencias de la magnitud que se plantearon: abrir las puertas de la que, a la postre, sería la primera óptica cooperativa del país.
La idea de Coóptica surgió de unos de estos muchachos, que toda su vida había transcurrido en una cooperativa de vivienda y, por ende, tenía adquiridos los principios y valores en que se basa este modelo, que al momento de elaborar la tesis para la tecnicatura de Óptica vio que podía unir su profesión con un sistema que tenía arraigado en sus entrañas.
“La idea era que fueran socios, que pudieran tener diferentes rubros dentro de la cooperativa, de que no todos fuesen técnicos ópticos, sino que uno pudiera hacer la parte de armado, otro la parte de contabilidad, etc. La idea era que fuera una cooperativa, que no hubiera dueño, sino que todos fueran socios”, comentó a BMZ Consultores Ismael Pío, integrante de Coóptica desde 2018, año que se sumó al emprendimiento luego de que uno de sus socios fundadores abandonara el proyecto por motivos personales.
Coóptica es la única entidad de su calibre registrada ante la Federación de Cooperativas de Producción del Uruguay (FCPU). “Sé que hay alguna otra óptica en la Federación Uruguaya de Cooperativas de Consumo (FUCC), pero formada como cooperativa de trabajo es la única”, subrayó.
Lo que motivó a estos chavales a diseñar esta cooperativa fue la creación de un mecanismo por el que pudieran generarse puestos de trabajos dentro de una industria que se compone por una extensa cantidad de cadenas que son dirigidas por varios propietarios. “La idea era poder conseguir un producto, dentro de lo que nosotros ofrecemos, que fuera para conseguir puestos de trabajo sólidos”, indicó. “Apostaron a un lugar en que no había (empresas de esta índole) y que creían que podía formarse sin problemas”, agregó Pío.
Una de las ideas que surgió cuando estaba creándose el proyecto de Coóptica fue buscar un mecanismo para poder auxiliar a los jubilados y a los pasivos que perciben ingresos mínimos a tener su respecto par de lentes. Así fue como se confeccionó el plan Yo Doné por el que la gente puede acercar a la óptica los armazones que ya no usa para que sus integrantes los refaccionen y se los regalen a quienes tienen que subsistir mensualmente con magros recursos. Pero además, Coóptica les brinda un 30 por ciento de descuento en la realización de los cristales. “Esa es la manera que tenemos de ayudar, desde nuestro lado, un poquito a esta franja”, dijo.
“A mucha gente le gusta la idea de que algo se pueda reciclar, más si sabe que puede ayudar a otra persona. Mucha gente viene y nos dice que le encantó la propuesta y nos dejan armazones. Eso a nosotros nos parece recontra bueno. Nosotros nos sentimos reconfortados por eso”, argumentó.
Respecto a la bonificación del 30 por ciento que aplican sobre los cristales para quienes permanecen con ingresos mínimos, Pío comentó la misma es válida para lentes bifocales o monofocales. “No lo aplicamos a multifocales que ya son lentes más complejos y más caros”, señaló Pío.
Los cristales para unas gafas de una persona con jubilación o pensión mínima ronda los 1.
000 pesos, mientras que el costo de los cristales de los lentes bifocales para este sector de la población apenas sobrepasa los 2.000 pesos.
La clave:
“La óptica, con mucho sacrificio, ha crecido de a poquito. Incluso, con la pandemia, mal o bien, logramos subsistir y hoy estamos en un momento en el que tenemos cinco puestos laborales firmes, gracias a Dios, y que la gente viene respondiéndonos, se siente conforme con lo que hacemos y es de recomendarnos mucho por el boca a boca y por los comentarios en Google. No nos podemos quejar. Sentir que tenemos un puesto laboral seguro para nosotros es un montón”.
Ismael Pío – Integrante de Coóptica