Mujica interrumpió sus estudios antes de terminar la secundaria e inició una primera militancia política en el sector progresista que en el Partido Nacional animaba Enrique Erro, diputado y breve ministro de Industria y Trabajo del segundo Consejo Nacional de Gobierno, el ejecutivo colegiado que entonces regía en Uruguay, entre 1959 y 1960. Al nacionalismo Mujica llegó de las manos de su madre Lucy y de un hermano de ésta, Ángel Cordano.
En apariencia, Mujica se consagró en cuerpo y alma a la actividad política en el Partido Nacional, mientras suplió su corto paso por las aulas por una inquietud autodidacta. En algún momento de mediados de los sesenta, después de que Enrique Erro rompiera con los blancos y se aliara con el Partido Socialista del Uruguay (PS) para formar la Unión Popular, Mujica alineó con la UP luego tomó la decisión radical de unirse al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), más conocido simplemente como Tupamaros. Surgidos como un grupo de oposición en el que convivían diversas tendencias ideológicas de izquierda —socialistas, maoístas, libertarios— y no especialmente ortodoxo, los Tupamaros plantearon una resistencia clandestina contra el Gobierno de entonces, que era constitucional y democrático, a medida que las movilizaciones obreras cobraban auge y la crisis del modelo económico basado en las exportaciones y el intervencionismo estatal se hacía patente.
La triunfante Revolución en Cuba de 1959 se convirtió en un referente fundamental para los Tupamaros, que no tardaron en concebir una estrategia de lucha armada urbana.
Mujica narró su participación en asaltos como el que en octubre de 1969, poco después de pasar a la clandestinidad, puso en manos de los guerrilleros, durante unos minutos, los principales puntos neurálgicos de la ciudad de Pando.
Protagonizó dos fugas del Penal de Punta Carretas, la segunda vez en septiembre de 1971, como uno de los 111 presos, tupamaros casi todos, que consiguieron evadirse de Punta Carretas.
Corría el quinquenio presidencial (1967-1972) de Jorge Pacheco Areco, un dirigente del Partido Colorado (PC) de tendencias autoritarias que intentó atajar con medidas fuertemente represivas la auténtica campaña de violencia y terror desatada por los Tupamaros, dados a conocer en todo el mundo con sus espectaculares secuestros de personalidades, sus asesinatos de funcionarios policiales acusados de torturadores, sus atentados con explosivos y sus robos de bancos.
Muchas de estas acciones fueron planificadas, ordenadas y ejecutadas con el concurso de Mujica en tanto que miembro de la plana mayor de la organización.
La implicación a fondo del Ejército en la lucha antisubversiva, que incorporó sin tapujos la modalidad de la guerra sucia, desembocó en la derrota militar de los Tupamaros justamente cuando más radicalizados estaban y más audaz era su desafío al Estado. En 1972, presidiendo la república el colorado Juan María Bordaberry Arocena, Mujica fue aprehendido por cuarta y definitiva vez, junto con los restantes miembros de la dirigencia del MLN-T, los más conocidos de los cuales eran Raúl Sendic Antonaccio, Eleuterio Fernández Huidobro, Mauricio Rosencof, Henry Engler Golovchenko, Julio Marenales Sáenz y Jorge Zabalza Waksman. Todos ellos fueron cayendo en una serie de operaciones separadas.
En los trece años siguientes, a lo largo del tenebroso período de la historia uruguaya que jalonaron el autogolpe de Estado de Bordaberry en 1973, cuando el Estado de Derecho quedó suprimido y se instauró un Gobierno al margen de la Constitución y controlado por las Fuerzas Armadas, y las mudanzas institucionales de 1976 y 1981, cuando los militares pasaron del Gobierno de facto formalmente civil a ejercer el poder de manera directa.
Los militares lo mantuvieron preso en calidad de «rehén», lo que entrañaba que serían ejecutados si su organización, que de hecho estaba desmantelada, retomaba las acciones armadas.
Mujica estuvo encarcelado con un vacío legal absoluto, ya que ni fue juzgado ni se le formularon cargos siquiera. Su detención extrajudicial podía considerarse a todos los efectos un secuestro por los militares.
La actividad política en democracia; el Frente Amplio, el MPP y el Espacio 609.
La hora de la libertad para la dirigencia tupamara sonó el 8 de marzo de 1985, día en que la Asamblea General salida de las elecciones democráticas de noviembre de 1984 —convocadas por el general-dictador Gregorio Álvarez Armellino luego de naufragar en el plebiscito de 1980 el proyecto constitucional autoritario diseñado por las Fuerzas Armadas— aprobó una Ley de Amnistía que supuso la excarcelación de todos los reos por delitos políticos, comunes y militares conexos, cometidos a partir del 1 de enero de 1962. A los pocos días de recobrar la libertad, Mujica, en nombre del MLN-T, notificó, aunque de manera no categórica, la renuncia por los Tupamaros a la lucha armada, vía que antes de 1973 ya había concitado un amplio rechazo social y que ahora, con la democracia restablecida y el optimismo instalado en la población, no podría justificarse de ninguna manera, así como la aceptación del juego democrático civil dentro de la legalidad vigente. Sin embargo, la antigua guerrilla, reconoció, carecía por el momento de cualquier cosa parecida a un programa o un simple plan de acción, los cuales tendría que elaborar. Raúl Sendic era de su misma opinión.
La idea clave resultó ser la apertura de una convergencia con el Frente Amplio (FA), la alianza de partidos progresistas y de izquierda fundada en 1971 y cuyo líder indiscutible era el general retirado Líber Seregni Mosquera, quien había estado encarcelado hasta 1984 pero que no había podido presentarse a las elecciones de ese año, a la sazón ganadas por el colorado Julio María Sanguinetti Coirolo.
Sendic consideraba factible articular un «Frente Grande» de todo el centro-izquierda uruguayo, abierto a la concertación con la «burguesía nacional» y movilizado desde las bases. Mujica, menos ambicioso, auspicia un entendimiento prioritario con socialistas y comunistas, dentro de un proceso conducido por las respectivas cúpulas partidarias y sin ánimo de suplantar al FA. Menos pragmático aquí, Sendic seguía haciendo hincapié en las reclamaciones tradicionales de los Tupamaros, que eran una reforma agraria de tipo socialista, la nacionalización de la banca y el aumento de los salarios de los trabajadores para estimular el mercado interno, más el impago de la deuda externa. Mujica, más flexible en la batalla de las ideas, prefería hablar de un socialismo «nacional», «pluripartidista», «democrático», y «participativo», discurso que evocaba unas simpatías socialdemócratas.
De alguna manera, prevaleció la estrategia organizativa de Mujica, que en el terreno personal se instaló junto con su compañera sentimental, Lucía Topolansky Saavedra (una antigua estudiante de Arquitectura reclutada por la guerrilla tupamara y apresada también entre 1972 y 1985), en una pequeña chacra o predio agrícola en el barrio rural montevideano de Rincón del Cerro, al oeste del centro metropolitano, donde inició una vida de agricultor con la ayuda de un tractor y algunos aperos. El Frente Grande, tal como lo había imaginado Sendic, nunca vio la luz, aunque Mujica, más tarde, asimiló su espíritu aperturista a la hora de lanzar unos proyectos más ligados a su persona. En diciembre de 1985, la III Convención Nacional del MLN-T reafirmó «el carácter estratégico de la unidad de la izquierda» y valoró el Frente Amplio como «la síntesis política posible de las luchas del pueblo uruguayo». El 2 de marzo de 1986 el Comité Central emanado de dicho congreso aprobó plantear la solicitud del ingreso en el FA. La demanda se elevó en abril siguiente, pero tardaría tres años en ser satisfecha.
El 20 de mayo de 1989, el Plenario Nacional del FA, no sin las dudas y reticencias de varios de sus miembros, dio luz verde al ingreso del MLN-T, y de paso a los del trotskista Partido Socialista de los Trabajadores (PST), el Movimiento Grito de Asencio (MIGDA) y el Movimiento 26 de Marzo (no el M-26 arriba citado, que ya estaba fusionado orgánicamente con el MLN-T, sino una organización rival surgida como una escisión). La ampliación del FA por la izquierda, que Sendic no llegó a ver porque falleció en París apenas tres semanas antes de producirse aquella, tuvo su contraparte reductora en su flanco más moderado, ya que el PGP y el PDC decidieron cortar amarras y poner en marcha una alianza separada, el Nuevo Espacio (NE), de planteamientos centristas.
La lista electoral del MPP, identificada desde ese año con el número 609, enriquecida con la adhesión de algunos independientes y encabezada por el abogado laboralista Helios Sarthou, ganó dos representantes nacionales y, por supuesto, hizo suya la candidatura presidencial de Seregni en las elecciones generales del 26 de noviembre de 1989, en las que se impuso el blanco Luis Alberto Lacalle de Herrera. Con la explicación de que pertenecían a un movimiento que había cometido «errores que costaron vidas humanas» y que, a mayor abundamiento, había cosechado «una derrota» en el frente de lucha armada, Mujica, Marenales y Fernández Huidobro rehusaron candidatear en los comicios de 1989, envite que dejaron en manos de los políticos del MPP sin pasado guerrillero. Las legislativas convirtieron al MPP en la cuarta fracción del Frente Amplio en número de votos, por detrás del PCU y sus aliados, el PS y la Vertiente Artiguista (VA).
A continuación, Mujica se concentró en el desarrollo del Espacio 609, sector frenteamplista girado en torno al MPP y que, teniendo a gala la amplitud de miras, debía atraer a personas y colectivos escindidos de los partidos tradicionales. En sus primeros tiempos, el proyecto impulsado por Mujica pareció no cuajar. La extrema izquierda del MPP, disgustada por el nuevo rumbo, empezó a abandonar el barco y el primer grupo en hacerlo fue, en 1992, el MRO; en los años siguientes, el resto de formaciones fundadoras haría lo propio, dejando a los Tupamaros como los únicos integrantes del MPP y animadores del Espacio 609. Y sin embargo, ese mismo ánimo aperturista era la tónica general en el Frente, que el 15 de agosto de 1994 forjó con el PGP, el PDC y disidentes del PC y el PN el llamado Encuentro Progresista (EP).
Metido en un imparable proceso de defecciones, el MPP llegó menguado a las elecciones generales del 27 de noviembre de 1994, pero las urnas no le pasaron factura. Mujica, en la primera apuesta electoral de su vida, se hizo con uno de los dos escaños sacados por la Lista 609 en la Cámara de Representantes en representación de Montevideo y el 1 de marzo de 1995 debutó como diputado. Ahora mismo, el MPP era la quinta facción frenteamplista, tras la Asamblea Uruguay (AU), el PS, la VA y el PCU. En total, el grupo del EP-FA disponía de 31 diputados, lo que le colocaba al mismo nivel de representación que sus dos contrincantes tradicionales, el PN y el PC. El añejo condominio bipartidista podía darse por difunto en Uruguay: en las presidenciales, el candidato del EP-FA, el oncólogo socialista e intendente (alcalde) montevideano Tabaré Vázquez Rosas, llegó a ser el más votado en la liza individual de aspirantes, aunque la Presidencia se la llevó el colorado Sanguinetti en virtud de la aritmética sumatoria de la Ley de Lemas.
En su primera legislatura nacional, el parlamentario Mujica adquirió una considerable visibilidad pública, llamando la atención con su verbo vivo y polemista, y con un estilo formal nada convencional, que le convertían en la viva estampa de la incorrección política. En 1999 el diputado pintó el siguiente autorretrato en una entrevista al semanario Brecha: Pepe Mujica es un veterano, un viejo que tiene unos cuantos años de cárcel, de tiros en el lomo, un tipo que se equivocó mucho, como toda su generación, y que trata, hasta donde puede, de ser coherente con lo que piensa, todos los días del año y todos los años de la vida. Y que se siente muy feliz, entre otras razones, por poder contribuir para representar a aquellos que no están y que deberían estar.
En las elecciones generales del 31 de octubre de 1999 Mujica se presentó a la Cámara de Senadores y ganó el escaño. Fueron las votaciones en las que el EP-FA dio la campanada al capturar la mayoría simple en los dos hemiciclos legislativos y forzar la segunda vuelta de las presidenciales, donde Vázquez, cabecero en la primera vuelta, fue finalmente batido por el colorado Jorge Luis Batlle Ibáñez. El crecimiento imparable del FA tenía su correlato interno en el rendimiento del MPP, que triplicó sus votos y alcanzó la cota del 14%, aunque el PS y la AU seguían siendo más fuertes que él.
En los cinco años siguientes, Mujica, Vázquez y Astori trabajaron a fondo para, siguiendo el ejemplo del socialista Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, ensanchar la base de apoyos, acumular fuerzas y subrayar los mensajes de pragmatismo y moderación, aunque sin renunciar a los objetivos fundamentales de justicia social y de abandono del dogmatismo económico liberal que conformaban los manifiestos políticos, de manera que la victoria no pudiera escapársele al Frente en las elecciones de 2004. Se produjo así la incorporación (en realidad, una recuperación) del Nuevo Espacio de Rafael Michelini, dando lugar en diciembre de 2002 a la más vasta coalición del centro-izquierda uruguayo, el Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva Mayoría (EP-FA-NM).
Ministro de Agricultura con Tabaré Vázquez y candidato del oficialismo en las presidenciales de 2009
Las votaciones del 31 de octubre de 2004 fueron el acontecimiento auspicioso de la izquierda uruguaya que Mujica, con su paciente trabajo de maduración de ideas y estrategias, contribuyó a hacer realidad. Vázquez, en su tercera tentativa en una década, se proclamó presidente de la República en la primera vuelta y el EP-FA-NM conquistó la mayoría absoluta en las dos cámaras de la Asamblea General. Aunque Vázquez era del PS, los Tupamaros y sus compañeros de la Lista 609, en un salto sensacional, devinieron el componente más votado de la coalición al acaparar el 29,3% de los sufragios (sobre el 51,7% sacado por el conjunto del encuentrista y el frenteamplista), 19 representantes (de 53) y seis senadores (de 17), entre ellos Mujica, que renovó su curul con más de 300.000 papeletas. Su pareja, Lucía Topolansky, diputada por sustitución desde 2000, encabezó la Lista 609 en la Cámara baja y fue reelecta también.
El Ejecutivo presidido por Vázquez tomó posesión el 1 de marzo de 2005 y en él no podía faltar el antiguo guerrillero tupamaro, que tomó la cartera de Ganadería, Agricultura y Pesca. Eduardo Bonomi Varela, ministro de Trabajo y Seguridad Social, completó la cuota de poder adjudicada al MPP en el Gabinete de trece miembros. En tanto que senador más votado y presidente de la Asamblea General, a Mujica le correspondió investir presidente a Vázquez, tras lo cual él mismo juró su puesto ministerial. Su escaño en el Senado pasó a ocuparlo en suplencia su propia compañera sentimental. Como titular de la cartera agropecuaria, sector que aportaba cuatro quintas partes de las exportaciones nacionales, Pepe Mujica tuvo la ocasión de aplicar sus ideas para relanzar la producción y, no menos importante, elevar los niveles de renta de los pequeños y medianos agricultores y ganaderos —colectivo del que él mismo había sido miembro— en comparación con los grandes productores.
Desde el primer momento fue puesta en duda su preparación técnica, pues se trataba de un hombre sin estudios superiores y sin ninguna experiencia en la gestión pública. Lo cierto fue que el ministro, que aportaba la visión política, tomó como mano derecha a un profesional del MPP, el ingeniero agrónomo y antiguo guerrillero Ernesto Agazzi Sarasola, nombrado viceministro. El neófito en las responsabilidades de gobierno obtuvo unos resultados más que tangibles en su ministerio, pues las exportaciones cárnicas, parte del león del negocio ganadero, experimentaron un fortísimo crecimiento en este período gracias a una inteligente penetración en los mercados asiáticos, posibilitada en buena medida por los rigurosos controles de calidad y salubridad. Además, el ministro Mujica se apuntó un tanto particular que acrecentó su popularidad cuando consiguió que los productores de vacuno para el consumo doméstico rebajaran los precios de las piezas de carne más consumidas por los uruguayos. La medida, bienvenida por la población, adquirió la denominación popular de «El asado del Pepe».
El 6 de marzo de 2009 Mujica lanzó oficialmente su candidatura presidencial bajo el lema «Un presidente para todos”
Victoria electoral y formación del Gobierno en 2010.
A partir de aquí, Mujica, con el soporte unitario del Frente, comenzó a librar campaña electoral contra sus adversarios del PN, el ex presidente Lacalle, y del PC, Juan Pedro Bordaberry Herrán, antiguo ministro e hijo del ex presidente Juan María Bordaberry, quien por cierto se encontraba bajo arresto domiciliario y procesado por crímenes de lesa humanidad cometidos bajo su período de gobierno dictatorial.
Aunque contaba con una amplia ventaja de partida gracias a su carisma sui géneris y al legado positivo de Vázquez, Mujica vio escapársele sus posibilidades de victoria en la primera vuelta por culpa, dio la sensación, de su destemplanza verbal. Esta le llevó a descalificar a los políticos argentinos con gruesos epítetos («burros», «irracionales», «patoteros», «nabos», que vertió en el libro de conversaciones Pepe Coloquios, publicado en septiembre con el periodista Alfredo García), y a arremeter contra la justicia uruguaya, de la que dijo «no creer un carajo», en relación con la posible revisión de las violaciones de los Derechos Humanos durante la dictadura, porque tenía «un hedor a venganza de la puta madre que lo parió» (crudas palabras que empleó en una entrevista al diario argentino La Nación, donde de paso valoró la violencia guerrillera del MLN-T como «muy justificada»).
Ahora bien, el candidato aseguró que, de ganar, no derogaría la Ley de Caducidad. La polémica norma había sido efectivamente puenteada por la Administración Vázquez al negarle su capacidad de amparar crímenes de naturaleza política, desapariciones forzadas con resultado de homicidio, cometidos en los años de la dictadura por civiles, por mandos militares y policiales que no eran meros «funcionarios» o bien cometidos, la mayoría, fuera del territorio nacional, en concreto en Argentina, en el marco del operativo represivo transnacional conocido como la Operación Cóndor.Esta lectura estricta y sistemática de la ley, considerándola caso por caso, estaba permitiendo la apertura, y la conclusión con duras sentencias de presidio, de varios juicios a altos mandos del régimen de facto por delitos de lesa humanidad, empezando por sus dos máximas figuras, los ancianos ex presidentes Bordaberry y Álvarez; este último fue condenado ahora, en octubre de 2009, a 25 años de prisión por «homicidio especialmente agravado» de 37 opositores entre 1977 y 1978, cuando era el jefe del Ejército, y por un delito de «lesa humanidad».
Por otra parte, Mujica tenía muy claro que su meta era «hacer alianzas honradas con vastísimos sectores», «tener un discurso abierto» y «negociar muchos acuerdos». En realidad, una presidencia suya se basaría en «negociar, negociar y negociar, hasta que resulte insoportable», indicó. Reiteró que su referente regional era Lula (al que visitó en agosto y del que aceptó el consejo de que se comprara un traje, prenda que se hizo a medida y estrenó —»por primera vez en su vida», pero sin la corbata— precisamente para su entrevista con el mandatario brasileño) y no Chávez, cuyo socialismo bolivariano le parecía mayormente «burocracia», aunque no podía menos que simpatizar en lo personal con el antiguo teniente coronel y con su Revolución en Venezuela. Posteriormente, ya como presidente, Mujica iba a afirmar que al socialismo del siglo XXI pregonado por Chávez lo podía «admirar», pero no era «el camino que elegiría», siendo este el del socialismo del Partido de los Trabajadores de Lula.
El frenteamplista tampoco tenía pelos en la lengua cuando se refería a sí mismo: «Soy un terrón con patas porque amo la tierra», dijo en relación a su atribuida falta de sofisticación y su apego a las cuestiones del agro. Y: «Yo soy de los que se equivocan. Meto la pata por ser excesivamente sincero. ¡Pero no tengo precio!», aseguró, entre la autocrítica y la presunción. Vázquez, irritado con el torrente de rapapolvos sentenciosos contenidos en Pepe Coloquios, llegó a criticar las «estupideces» de su compañero de bando, quien intentó quitar hierro al asunto entonando un escueto mea culpa. No sorprendentemente, las oposiciones blanca y colorada instrumentaron con fruición la sinceridad a bocajarro de Mujica, quien parecía no hacer mucho caso de la asesoría de imagen, para poner en tela de juicio su talla presidencial y arrojar sospechas sobre su verdadera naturaleza política.
José ‘Pepe’ Mujica formaliza su renuncia al Senado
La pandemia de coronavirus precipitó la decisión del exmandatario de 85 años, que padece una enfermedad autoinmune. «Esta situación me obliga, con mucho pesar por mi honda vocación política, a solicitar que gestione mi renuncia a la banca que me otorgó la ciudadanía», escribió Mujica en una carta leída este martes en sesión extraordinaria del Senado. «Me ha echado la pandemia», agregó. Mujica, uno de los principales dirigentes del izquierdista Frente Amplio (FA) y quien llegó a presidente siendo uno de los políticos más populares y a la vez más resistidos del país por su pasado guerrillero, tuvo una enorme proyección internacional, principalmente por su estilo alejado de protocolos y sus discursos en plataformas globales volcados a valores humanos poco usuales en el lenguaje político. «Pepe» Mujica dejó un mensaje claro que acompaña a su renuncia: «triunfar en la vida no es ganar, es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae».
«Hay un tiempo para llegar y un tiempo para irse en la vida», sentenció el exmandatario sobre su renuncia al escaño de senador, algo que ya había anunciado meses atrás y que ratificó en la jornada de las elecciones departamentales y municipales, celebradas el 27 de noviembre.
Error: Mujica y los demás dirigentes del MLN SÍ habían sido juzgados y condenados con arreglo a derecho, y por eso estaban presos en Punta Carretas cuando se fugaron en 1971. El hecho de que luego de su posterior detención hayan sido sometido a condiciones inhumanas no invalida el hecho anterior de su juzgamiento y condena por delitos varios asociados con su actividades subversivas. Que conste.