El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, levantó el estado de excepción que regía en las seis provincias más afectadas por protestas indígenas contra su gobierno, desde hace ya 13 días, pocas horas después del primer acercamiento con representantes del movimiento que lleva adelante las movilizaciones y mientras el Parlamento realizaba un debate sobre su destitución a pedido de la oposición.
El mandatario decretó «declarar la terminación del estado de excepción por grave conmoción interna en las provincias de Chimborazo, Tungurahua, Cotopaxi, Pichincha, Pastaza e Imbabura», señala un documento divulgado por la sede presidencial. El presidente dijo que con su decisión ratifica la disposición de garantizar la generación de espacios de paz en los cuales los ecuatorianos puedan retomar paulatinamente sus actividades.
Más temprano, representantes del movimiento indígena y del Gobierno de Ecuador tuvieron un primer encuentro, mediado por la Asamblea Nacional (AN, Parlamento) y la Iglesia, que podría destrabar la posibilidad de un diálogo más formal.
El presidente de la AN, Virgilio Saquicela, había convocado a dialogar a Lasso y al titular de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie), Leonidas Iza, y aunque no logró ese encuentro de máxima, sí se dio otro entre el líder de las protestas con dos ministros.
«Este diálogo ha iniciado; no ha habido compromiso alguno, pero hubo decisión de la Conaie de consultar a sus bases la designación de una comisión» que siga el proceso, señaló Saquicela, que confirmó la predisposición del Ejecutivo de sentarse en una mesa técnica, que tendría a la AN como sede.
Aunque la primera conversación entre las partes obliga a cierta cautela, no deja de representar un avance ante la distancia que parecía haber entre el llamado a un diálogo de los dos lados y la actitud concreta en las calles y ante los medios.
En el día 13 de las protestas, manifestaciones y cortes de ruta, convocadas por la Conaie en contra del aumento del precio de los combustibles, Saquicela había defendido temprano la necesidad de un diálogo «inmediato» para resolver la crisis.