Llegué a Beijing hace un par de días y entre el Jetlag y el deslumbramiento por esta ciudad , he tenido que tomarme el tiempo de frenar para ser consciente del privilegio y la importancia de este viaje.
Me permitiré en este primer reporte hablar de forma más íntima , tal como le cuento a mis seres queridos en Uruguay , porque una experiencia así , como la que estoy viviendo, amerita ese espacio.
Aterrice en Beijing y aunque parezca cuento ya me sentí como en casa, no tengo mucha explicación para ello, pero se sintio asi, fue una suerte encontrarme con dos compañeras del programa quienes viajaron desde Mexico y Ecuador y a pesar de la cantidad de gente , el idioma y los muchos controles que deben hacerse para poder salir del aeropuerto, todo fluyo correctamente y una hora y media más tarde ya nos encontrábamos fuera, de camino al complejo desde donde hoy escribo.
Beijing es avasallante, es un gigante que te envuelve con sus brazos y te dice quedate, me sorprendió la gran cantidad de árboles , espacios verdes y parques , aquí es verano y las temperaturas no bajan de 32 grados, en este momento por ejemplo son las 6:30 de la mañanay ya hay 29 grados, nos espera un dia caluroso . El verde siempre se agradece. Contrario a lo que había escuchado la gente ha sido absolutamente amable con nosotros, si debo dar una primera impresión sobre los habitantes o al menos con los que he interactuado es la amabilidad y hospitalidad . No nos dejan faltar nada.
La ciudad se despierta temprano, hay un ruido constante del transito y entre la polución y haber llegado en época de lluvia, el sol casi no se ha dejado ver . Según me contaba Wei Longyu, quien es unos de los referentes del programa, atípicamente y debido al fenómeno del niño aqui ha sido un verano lluvioso mientras que en occidente como ya sabemos, padecen la sequía.
Las calles amplias, las motos eléctricas, las bicis, los mil y un restaurantes, los olores, los sabores, contribuyen al enamoramiento a la ciudad , recién comienza y hay mucho por mostrar y contar.
Luego de volar 30 horas y dos escalas , 19.342 km me separan de Uruguay, la tecnología ayuda y las distancias se acortan, mis compañeros latinoamericanos hacen sentir menos la nostalgia y ya pude saborear un mate de mi compañera Argentina, todo lo que pueda decir es poco, me enorgullece esta oportunidad y tal como ya lo estoy haciendo, recabare toda la información posible para transmitir y que así como yo se deslumbren con este país.
“Estoy pensando cómo voy a hacerlo una y otra vez . Estoy lejos de casa , a esta ciudad no le hago falta, pero a ver , es lo que toca , me toca morder” – Sen Senra.
Nos vemos pronto .