El verdadero poder en Argentina nunca se midió por votos o cargos públicos, sino por la capacidad de operar por encima de la ley. Esta verdad incómoda quedó grabada a fuego en la conciencia colectiva con el caso Alfredo Yabrán, el magnate de los correos que encarnó como nadie la fusión mafiosa entre dinero, política e impunidad. Su enigmática muerte –un «suicidio» convenientemente consumado después de ser vinculado al brutal asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas– dejó una enseñanza que hoy sigue vigente: en Argentina, la justicia no es ciega; mira fijamente a los ojos del poder antes de actuar.
Yabrán, el hombre que controlaba la empresa Ocasa, competencia directa del Correo Argentino bajo el gobierno de Menem y que tejía redes con políticos, jueces y periodistas, solía repetir una frase que hoy suena a profecía cumplida: «El verdadero poder se demuestra con la impunidad». Su legado no fue solo un imperio empresarial, sino la confirmación de que existe una justicia para los poderosos y otra para el pueblo.
La Doble Vara Judicial
Hoy, esa lógica no cambió; solo mutó en sus formas.
- Cristina Kirchner: Condenas Express y Lawfare
Por la Causa Vialidad fue condenada a 6 años en 2022 sin pruebas de enriquecimiento y con testigos que luego se retractaron. Los Cuadernos de las Coimas, estuvieron basado en declaraciones de arrepentidos sin respaldo documental contundente. Mientras estas causas avanzaron a ritmo de juicio mediático, otras quedaron en el olvido.
En el caso de Mauricio Macri, la impunidad tiene el carácter de privilegio.
En la causa por espionaje ilegal a familiares del ARA San Juan, con la existencia de pruebas tales como las interceptaciones ilegales ordenadas por la AFI bajo su gobierno, siete años después, ni él ni sus exfuncionarios están presos. En la causa del Correo Argentino, empresa de su familia que recibió $1.300 millones en subsidios mientras él era presidente, la causa está estancada; por la fuga de divisas entre 2015-2019 cuando se fugaron $120.000 millones de dólares con complicidad del Banco Central, no hubo consecuencia alguna.
Con características particulares, Javier Milei ha protagonizado el Caso Libra, donde hasta el momento prevalece la Impunidad en tiempo real. Como es bien sabido, en su aspecto más trascendente, se trata de una estafa piramidal internacional, en la cual el presidente hace uso de su prestigio y de su figura para promocionar a la plataforma fraudulenta.
La respuesta judicial en Argentina ha sido casi nula, mientras la prensa hegemónica desvía la atención.
Los Tres Pilares del Poder Real
Cabe preguntarse entonces, cuales son en Argentina, las verdaderas bases del poder. Y de ahí surge::
- Las grandes corporaciones, donde los grupos exportadores fijan precios, retenciones y hasta políticas económicas; los grupos energéticos y mineros controlan el litio, el gas y el petróleo con leyes hechas a su medida.
- Los grandes multi medios que juegan el papel de ser los jueces paralelos, donde como el Grupo Clarín y La Nación más que informar, dictan sentencias:
Si el tema es de origen K, tapa diaria con escándalos.
Si el tema es de origen PRO o libertario, silencio o justificación.
- La Justicia como termómetro del Poder.
Jueces «amigos» como Claudio Bonadio condenaron a CFK frente a. jueces que archivaron y siguen dilatando las causas de Macri.
La Corte Suprema falló a favor de Vicentìn, empresa deudora del Estado, pero aplica embargos rápidos a los débiles y a los opositores.
La Justicia como Arma de Dominación
La frase de Yabrán sigue vigente porque el sistema no cambió: el poder real no está en Balcarce 50, sino en las corporaciones que deciden qué se investiga y qué no.
Cabe preguntarse entonces: ¿encarcelar a un opositor competitivo, mantiene al país en un formato democrático o lo desliza hacia un autoritarismo encubierto?
La detención de un líder opositor con amplio respaldo popular no es solo un acto judicial; es un golpe a la democracia misma. Cuando un gobierno –o el poder real detrás de él– utiliza el sistema judicial para neutralizar a rivales políticos, está cometiendo un fraude contra la voluntad popular.
¿En qué se diferencia Argentina de regímenes como los de Maduro u Ortega?
A simple vista, podrían parecer similares con opositores perseguidos, lawfare, medios cómplices. Pero la diferencia está en los mecanismos de dominación y en quién ejerce el poder real.
Argentina se desliza por una pendiente cada vez más evidente hacia un modelo autoritario.
El mecanismo es más perverso porque no es el gobierno el que decide directamente, sino el poder económico-judicial-mediático. Aunque en el caso de la detención de Juan Grabois, la misma se derivó de una orden emitida por parte del presidente Milei y de la Ministra de Seguridad.
Pero el uso de la justicia para condenar a líderes populares, acompañado de la criminalización mediática, pone de manifiesto la doble vara con la que actúa la justicia. La democracia formal existe, pero el poder real decide quién puede competir.
¿Por qué esto es sumamente grave?
Porque se anula la voluntad popular: Si un sector importante de la población se siente representado por un líder y luego el sistema judicial lo inhabilita, la democracia se convierte en una farsa.
Se instala un mecanismo de impunidad selectiva, pues solo los que desafían al poder real son perseguidos.
De ese modo se debilita la credibilidad institucional y la ciudadanía pierde fe en la justicia y en la política.
En Venezuela y en Nicaragua, el gobierno encarcela opositores sin máscaras.
En Argentina, lo hace el poder económico-judicial-mediático, con la fachada de un «debido proceso».
El resultado es el mismo, un país donde las reglas las ponen los poderosos y el pueblo solo elige entre las opciones permitidas.
«¿Cuántos Yabrán, cuántos Cabezas, cuántas causas armadas hacen falta para no darse cuenta que Argentina se encamina cada vez más hacia una democracia de baja intensidad?
Intentar justificar un delito con otro es sin lugar a dudas el mismo fundamento que han esgrimido los violadores de los derechos humanos.
El cronista obvió algunos pequeños detalles : los súbitos enriquecimientos de Cristina y otro montón de kirchneristas, o las abrumadoras pruebas que aparecieron en las investigaciones judiciales.
Sería una inmoralidad estar presidido por delincuentes, por más votos que tuvieran. No olvidar nunca que Hitler llegó a tener el 90% de los votos alemanesm