La importancia de dedicar tiempo al descanso

Los pequeños momentos cotidianos bajan el estrés y renuevan la energía.

Los micromomentos son una forma de contrarrestar el “sesgo de atención negativa” que está metido en todos los seres humanos. Un mecanismo de supervivencia pero también la raíz de problemas de salud mental como los trastornos por estrés, la ansiedad y la depresión.

Una de las formas de contrarrestar el sesgo negativo es llamar la atención sobre los micromomentos de alegría, asombro, creatividad o conexión. Se puede incorporar esta práctica a la vida cotidiana mientras se camina, conectando con la naturaleza o haciendo actividades que se disfruten, leer un libro, mirar el cielo o simplemente cerrar los ojos un rato.

Poner el foco de atención sobre cuestiones simples, como asombrarse por algún rasgo de la naturaleza, los colores, el arte, el ritmo de una canción o mirando una cara familiar. Esto puede ayudar a calmar el estrés, renovar la energía, mientras que por un rato desconectamos para conectar con otros sentidos

Según el filósofo y escritor surcoreano, Byung-Chul Han, “el estrés, que cada vez es mayor, ni siquiera hace posible un descanso reparador. Por eso sucede que mucha gente se pone enferma justamente durante su tiempo libre. Esta enfermedad se llama leisure sickness, enfermedad del ocio. El ocio se ha convertido en un insufrible no hacer nada, en una insoportable forma vacía de trabajo”. Para el escritor, en la actualidad el tiempo laboral ha totalizado convirtiéndose en el tiempo absoluto, “realmente deberíamos inventar una nueva forma de tiempo. Si resulta que nuestro tiempo vital o la duración de nuestra vida coincide por completo con el tiempo laboral, como en parte está sucediendo ya hoy, entonces la propia vida se vuelve radicalmente fugaz.”

Así, esta forma acelerada e hiperproductiva es el árbol que impide ver el bosque. Donde el mejor empleado es el que se queda después de hora, el mejor alumno hace más de lo que le piden y los mejores padres, además de cumplir con las obligaciones laborales y de la casa, atienden las infinitas actividades de sus hijos, hacen la tarea con ellos, los llevan a la plaza, los trasladan de una punta a la otra, con una cabeza colapsada que llega a la noche sobre acelerada. El insomnio, el estrés y la somatización física son indicadores que nos alertan a gritos: hay que parar un rato y disfrutar un poco más de las cosas.

Existe un culto al “multitasking” que impide cortar para dedicar la total atención al esparcimiento, a la acción de no estar haciendo nada o al ocio. La sociedad posmoderna exige productividad, ser productivos, estar haciendo permanentemente, manejar en simultáneo dos, tres o cuatro frentes. El deadline siempre es ayer.

Cuando no encontramos el momento para nosotros, entregamos el poder a la rutina diaria, a lo que nos dicen los demás, a lo que está pasando afuera, en el exterior, donde siempre hay mucho ruido, cuando logramos tener ese momento para nosotros, tomamos el poder de elegir.

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