“Yes, and how many deaths will it take ‘til he knows.That too many people have died? The answer, my friend, is blowin’ in the wind. The answer is blowin’ in the wind”.
“Sí, ¿y cuántas muertes harán falta para que sepa que ha muerto demasiada gente?
La respuesta, amigo mío, está soplando en el viento. La respuesta está soplando en el viento.”
Bob Dylan
Juan tiene la tenencia de su único hijo, Juan Andrés. Estuvo casado por 10 años. Un día decide separarse y su hijo, mayor de cinco años, pidió vivir con el padre. Luego de varias pericias e informes médicos se le otorga al padre la tenencia de su hijo y a la madre un año de medidas cautelares con él. Parecía que había llegado la paz al domicilio donde antes vivían tres y ahora vivían Juan y su hijo.
No duró mucho esa paz, la expareja y las mujeres de su familia comenzaron a denunciar a Juan. Todas las denuncias amparadas en la ley 19.580. Las primeras por “amenazas”, “fue al trabajo de mi hermana a amenazarla”, “fue con un arma a la casa de mi madre a matarla”. “Me gritó por teléfono”, “le pidió a mi hijo que me insultara por WhatsApp”
Cambiaban la dirección de notificación para que Juan no se enterara que tenía una audiencia. Hacían la misma denuncia en distintos departamentos. Escraches en redes sociales, llamadas a su trabajo para decir que “tienen a un violento trabajando ahí, están avisados”. Todos los días Juan y su hijo recibían una forma distinta de hostigamiento.
En 20 meses había recibido unas 18 denuncias. Las peores eran las que decían que Juan abusaba sexualmente de su hijo. Juan Andres debió de pasar por valoraciones y estudios para ver si eso era cierto. Una vez en juzgado de familia, dos veces en INAU y la última en Fiscalia, todas al amparo de la ley 19580. El niño debió de pasar por el DAS, pericias y juzgados. Si bien todas las denuncias se archivan, el gasto en abogados, el ver sufrir a su hijo, el acostumbrarse a recibir denuncias y entrar perdiendo desgasta. Todo esto sacó de foco a Juan de su trabajo y a Juan Andres de su escuela, había que agachar la cabeza, porque si se respondía se era violento, empezó la depresión, la medicación, el faltar a los cumpleaños, el patrullero en la puerta. Los policías, actuarios y hasta algún juez le decían a Juan “falta menos”, “que tu exesposa no sepa que tienes pareja”, “ándate del país”.
En Fiscalía duerme la última denuncia por abuso sexual, las valoraciones dieron negativas en noviembre del año pasado. Las pericias a la exesposa desnudaban patologías y rasgos violentos como ser “narcisismo”, “identificación proyectiva”, “incapacidad de sentir culpa frente al daño ocasionado”. Pero se impugnaba y presentaban “meta pericias” basadas en relatos de ella. En cada denuncia pedía la tenencia de Juan Andrés, ningún juez se la otorgó. Hoy la exesposa de Juan presentó una denuncia más, esta vez por “violencia vicaria” un tipo de violencia que solo existe del hombre a la mujer y no es un delito aun, es ejercer violencia utilizando a los hijos en común. Juan está, una vez más, esperando a enterarse de la denuncia en el juzgado, de que debe defenderse ahora y tratar de que su hijo no sea convocado a declarar. Su infancia se está rompiendo día a día, al principio fue con golpes físicos e insultos, ahora es con denuncias falsas.
Carlos y Sandra tienen una hija en común, Violeta. Hace tiempo que Carlos se quería separar, pero Sandra le advertía “si me dejas no vas a volver a ver a Violeta nunca más, te hago una denuncia por violencia de género y terminas violado en el COMCAR”, Sandra es abogada.
Carlos juntaba fuerzas, se estaba por ir y siempre tenía miedo de no ver a su hija, su único amor lo frenaba. Hasta que empezó a ver que Violeta también sufría y que si ella tuviese dos casas sería mejor para la niña. Se va de la casa y pide el divorcio.
Primero Sandra buscó que volviera diciendo que cambiaría, luego, al ver que Carlos no accedía, en un juzgado de familia se creó un régimen de visitas. La tenencia de Violeta por ser menor, tenía dos años, es siempre de la madre. Al principio el padre iba y la podía ver, la llevaba y la devolvía. Un miércoles a la hora pactada fue a buscar a su hija y lo esperaban tres policías. Llegaba la primera denuncia por violencia: Sandra había dicho que Carlos había ido a pegarles a ella y a Violeta. Se lo llevaron en un patrullero a la seccional de la calle San José, estuvo cuatro horas donde los policías no le hablaban, lo miraban de pesado hasta que uno le dijo “¿te gusta pegarle a las mujeres?, ¿pasas pensión o estás de vivo?”.
Carlos pedía insistentemente que entraran al IUE (expediente judicial) donde estaba el régimen de visitas. Luego de un rato una oficial femenina accedió a hacerlo desde su celular. Le tomaron declaración, le pidieron disculpas y le dijeron “ahora usted tiene una denuncia por violencia, pero la jueza la va a desestimar, consiga abogado y mucha suerte, esto es largo”. Luego vinieron siete meses donde Carlos iba a buscar a Violeta y no estaba en la casa de la madre.
La cambiaron de jardín. Finalmente, gracias al tribunal de apelaciones, a los diez meses pudo volver a ver a su hija, al principio por WhatsApp, luego personalmente. Pero se volvió a cortar, la madre decía que cuando Carlos levantaba a la hija la amenazaba o intentaba pegarle. Que gritaba en la calle insultándola. Así llegamos a dos años en los que Carlos solo pudo ver 30 días a su hija.
“Mi amor, quieres conocer la casa de papá, tienes tu cuarto, juguetes y vestidos” – “si, pero mi mama no me deja porque dice que sos MALA y que tu casa está llena de cucarachas”. Denuncias el día de cumpleaños de Carlos, ya van dos cumpleaños y fiestas que Carlos no ve a Violeta.
Su hija dice “papá cuando te vea te voy a peinar y vas a quedar como una PRINCESA”. Sandra llamó a Piero, amigo de la pareja, para decirle que Carlos abusaba sexualmente de Violeta y luego hizo una denuncia en Fiscalía, esto prohibió las visitas. La madre no permite que se hagan pericias a su hija, ni valoraciones lo que hace que ya sean 4 meses más sin visitas. Y Carlos tiene ya seis denuncias por la ley 19580 y una en fiscalía por abuso sexual, igual que Juan.
Las denuncias que se archivan no cuentan como falsas, por eso se dice que el porcentaje de denuncias falsas es muy bajo. ¿Cuántas denuncias falsas van a ser necesarias para que se termine este calvario?, ¿Cuántos niños deben de sufrir para que dejen de separarlos de sus padres? La respuesta sopla en el viento, en las comisarías, en la calle, en los juzgados. Todos saben cuando una denuncia es falsa, pero es mejor no hacer nada.



¿Hasta cuando?, contal de destruir a una expareja, destruyen a sus hijos. Una mujer que denuncia de esa forma y hace tanto daño tiene que tener un castigo en la Justicia. Hoy es gratis denunciar falsamente.
Me impactó mucho leer estas historias. Soy mujer, pero madre de dos varones adolescentes. Proteger a las mujeres no es destruir a los hombres. Que haya equilibrio
Yo tengo una denuncia por abuso sexual en Fiscalía de 3er turno hace 6 meses, no estoy viendo a mi hija desde entonces. La pericia a la madre de mi hija le dio muy mal, la mandan a SALUD MENTAL. Mi pericia dió bien, pero el relato de la madre pesa más. Tengo 4 denunicas de violencia de genero en distintos juzgados. Dos archivadas en la primera instancia, dos que seguramente se archiven. Las actuarias, los policias, todos saben que es mentira. Pero la ley 19580 no deja que se haga nada.