La LCU y su análisis del Cooperativismo de Vivienda

En este artículo, la Liga de la Construcción del Uruguay (LCU) analizó los diferentes sistemas constructivos de vivienda, su verificación y control, además de cómo el Campo de exhibición y experimentación de materiales y tecnologías para la construcción (Ceemtec) va a ayudar a todo el sector.

Foto: Facebook Liga de la Construcción

El sistema cooperativo de vivienda ha demostrado, desde finales de la década de 1960, su eficacia para resolver el problema del acceso a una vivienda digna en los sectores medios y bajos. También ha resultado de manera eficiente la innovación en sus sistemas constructivos, donde desde temprano se integran alternativas de prefabricación de algunos componentes.

Isla mala, fue la primera cooperativa de vivienda del país, que supo resolver las cubiertas con losetas prefabricadas construidas en sitio por los mismos cooperativistas. Esto se repetiría también en los grandes conjuntos de cooperativas de los años 1970 con el montaje de verdaderas fábricas de componentes como parte del obrador, lo que facilita algunas tareas repetitivas que tenían con esta alternativa una mayor celeridad y calidad de construcción.

La ayuda mutua ha sido otra de las características determinantes del sistema cooperativo, que en todos los casos aporta un porcentaje en mano de obra benévola y cierra un círculo virtuoso de participación y financiamiento necesario. En los últimos 10 a 15 años hubo una apuesta fuerte a las cooperativas, lo que da como resultado uno de los modelos de mayor expansión en número de viviendas proyectadas y construidas.

Este nuevo impulso contó con algunas novedades en cuanto a la integración de sistemas constructivos no tradicionales que se vieron como la alternativa capaz de resolver eficientemente un mayor número de unidades, con menor tiempo de ejecución y con estándares de calidad asegurados a través de las normativas. 

El Programa de Vivienda Sindical (PVS), surgido desde la central de trabajadores, el Pit-Cnt, fue el mayor impulsor de la integración de sistemas no tradicionales y también el que en la práctica tiene el mayor número de viviendas resueltas con estos sistemas. Más de 2.000 construcciones, miles de horas trabajadas y centenares de profesionales involucrados, en todo el país, sirvieron de experiencia de integración de nuevos sistemas constructivos, no exentos de dificultades y desafíos.

VERIFICACIÓN Y CONTROL

Entre las dificultades más evidentes está el creciente número de sistemas constructivos habilitados, una vez que el sumó el Certificado de Integración al Registro (CIR), por declaración jurada, al sistema de Documento de Aptitud Técnica (DAT) que tiene su verificación a través del Instituto de Tecnologías de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. Esta nueva herramienta ha disparado el número de sistemas aprobados, donde ya están en el entorno de los 30, entre ambas modalidades, y con algunos más en estudio que en poco tiempo aumentarán esta lista.

Esta multiplicidad de sistemas constructivos aprobados por el Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial (MVOT) para su uso en el sistema público de vivienda, que incluye las cooperativas, ha generado una nueva situación de incertidumbre a la hora de definir con cual resolver las viviendas de cada cooperativa. También en su ejecución, debido a la falta de una política eficaz de control por parte de los organismos correspondientes.

CAMPO DE EXHIBICIÓN Y EXPERIMENTACIÓN DE MATERIALES

Como respuesta a este problema la Liga de la Construcción del Uruguay (LCU), gremio centenario que aglutina principalmente a los subcontratos de obra, impulsa la creación de un espacio físico donde instalar, en forma permanente, prototipos a escala 1:1 de sistemas constructivos y muestras de materiales y tecnologías aplicadas a la industria de la construcción.

El Campo de exhibición y experimentación de materiales y tecnologías para la construcción (Ceemtec) está pensado para registrar el proceso constructivo de los sistemas, establecer el listado de componentes, lo no negociable de cada sistema, y generar un repositorio de información de calidad disponible para todos los actores que intervienen en las distintas etapas de la construcción.

La estrategia de trabajo tiene como objetivo construir un aval para los sistemas, de una manera objetiva, basada en procesos y especialistas que redunden en la defensa tanto de las inversiones como de los usuarios finales.

Profesionales arquitectos, ingenieros, integrantes de los Institutos de Asistencia Técnica (IATs) cooperativistas, impulsores de sistemas constructivos, empresarios proveedores de componentes, estudiantes universitarios y de la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU), serán parte de los destinatarios de este trabajo de desarrollo y respaldo del Campo.

A la muestra material se sumará un sistema de capacitación permanente, que permita profundizar en el uso y el control de los sistemas por parte de los destinatarios, de los profesionales y de las autoridades involucradas en todo el proceso. A todo ello se integrarán nuevas tecnologías para el manejo en las etapas de proyecto y ejecución (BIM) e innovaciones en las áreas de las energías renovables y los automatismos.

El Campo es un desafío a nivel país, que deberá contar con el apoyo de la Universidad de la República (Udelar), los Ministerios relacionados, las Intendencias, los organismos de incentivo de la investigación, las empresas públicas, las empresas privadas, la Universidad del Trabajo, la Universidad Tecnológica del Uruguay (UTEC), organizaciones sindicales, cámaras empresariales y todos los profesionales de la industria de la construcción.

En la Liga de la Construcción estamos en pleno trabajo para concretar la compra del terreno y su instalación lo antes posible.

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