La masacre en Gaza y el auge global de la ultraderecha

Una alianza entre fanatismo religioso y capitalismo autoritario.

  1. El sionismo religioso: de movimiento marginal a poder hegemónico

El gobierno de Netanyahu no representa a todos los judíos, pero hoy está dominado por el sionismo religioso (Tzioniut Datit), una ideología que fusiona nacionalismo extremo con fundamentalismo bíblico. Sus bases son la teología del «Gran Israel» dado que creen que Dios prometió a los judíos la posesión de toda la tierra entre el Mediterráneo y el Jordán, incluyendo Cisjordania y Gaza, y por lo tanto, los palestinos son «extranjeros» sin derechos de ninguna especie sobre esas tierras.

Son promotores de un mesianismo violento. Hay existen rabinos influyentes como Dov Lior y Yitzhak Ginsburgh  que han justificado las masacres citando textos sagrados. Ginsburgh declaró que «La sangre de un judío vale más que la de un no judío». Son divulgadores de creencias radicales. Tras el linchamiento de un niño palestino en 2014), declaró: «A veces hay que hacer daño a inocentes para salvar a los justos».

  1. La alianza perversa: sionistas y evangélicos, socios en el crimen

El apoyo de la ultraderecha cristiana a Israel no es por solidaridad, sino por un cálculo escatológico.Los movimientos evangélicos de ultra derecha estadounidenses, tal como los seguidores de Trump o Mike Pompeo, creen que Israel debe dominar Jerusalén para acelerar el Armagedón y la segunda venida de Cristo a la tierra. El Armagedón es un concepto apocalíptico basado en el Libro del Apocalipsis, donde se describe una batalla final entre el bien y el mal antes del Juicio Final. Las claves del Armagedón según el fundamentalismo evangélico tienen por escenario un gran conflicto en Megiddo (Israel), lugar simbólico vinculado a guerras bíblicas. Los protagonistas serán Jesucristo enfrentando al Anticristo y sus ejércitos. Pero hay un detalle no menor: los judíos que no se conviertan al cristianismo serán exterminados. Esa es la visión que sostienen los sectores evangélicos. Apoyan a Israel porque creen que su existencia acelerará esta batalla y creen que la destrucción de Gaza o inclusive, una guerra nuclear en Medio Oriente, podrían ser «señales» del fin. Trump y varios de sus seguidores internos y externos, usan esta narrativa para movilizar votantes y justificar alianzas con Netanyahu. Esta creencia alimenta el apoyo ciego a Israel y la pasividad ante las masacres, pues algunos ven que el sufrimiento es una señal del «cumplimiento de las profecías».

Según una encuesta realizada en 2020, 45% de los evangélicos en EE.UU. cree que el Armagedón ocurrirá en el transcurso de su vida. La fuente es una encuesta llevada a cabo por el Pew Research Center y LifeWay Research. De este modo queda legitimada la violencia y las masacres contra el pueblo palestino.  Y de ello también se deriva otra perlita del collar de sus profecías: Si el fin está tan cerca, ¿para qué salvar el planeta?» No hay problema en promover el negacionismo climático.

Hay pues un intercambio de favores muy pragmático. Netanyahu recibe apoyo político y militar de EE.UU mientras los evangélicos ayudan a que se cumpla la profecía que tanto los desvela.

En 2018, el entonces vicepresidente Mike Pence declaró muy suelto de cuerpo:  «Dios eligió a Trump para ayudar a Israel». No fue un desliz retórico, sino la confesión descarada de un proyecto teopolítico. Los evangélicos que apoyan a Israel, que representan el 80% de los blancos conservadores, según Pew Research, no lo hacen por simpatía hacia los judíos, sino porque creen que la existencia de Israel es un requisito para que se cumpla el Apocalipsis bíblico. La dupla Trump/Pence fueron «instrumentos divinos» para mover la embajada a Jerusalén, hecho que ocurrió en 2018, acelerando así el «fin de los tiempos».

El lavado de dinero adquiere en este contexto, un tinte sagrado, pues Sheldon Adelson, magnate de casinos y donante de Trump, invirtió $250 millones en la campaña de 2020 para reelegirlo, condicionando su apoyo a que el gobierno de Trump impulsara políticas pro-Israel. Grupos como «Christians United for Israel» (CUFI) presionan dentro del Congreso para vetar cualquier crítica a Israel, usando lenguaje bíblico: «Bendeciré a los que te bendijeren» (Génesis 12:3). Trump promete ayudar a «terminar el trabajo» con una anexión total de Cisjordania.

Los evangélicos latinoamericanos, como los pastores bolsonaristas, repiten el mismo libreto en Brasil, llamando a los palestinos «demonios» y pidiendo más armas para Israel.

Javier Milei se ha autoproclamado como el mesías libertario al servicio de Netanyahu. En su viaje a Tel Aviv en el 2024, se declaró «sionista» y firmó acuerdos de inteligencia con Israel incluyendo la compra de software espía para reprimir protestas populares. Vociferó un discurso mesiánico, proclamando que «Jerusalén es la capital de Occidente», repitiendo el eslogan de la ultraderecha evangélica. Y ha sido consecuente con sus principios. Eliminó el Ministerio de Ambiente y desmanteló las políticas climáticas. Lanzó un ataque frontal contra la educación sexual y proclamó a los cuatro vientos que «La Agenda 2030 representa el marxismo cultural», usando el mismo lenguaje que VOX y Bolsonaro.

  1. El modelo global: Neoliberalismo más autoritarismo moral

La ultraderecha mundial, donde militan Javier Milei, Jair Bolsonaro, José Antonio Kast, Giorgia Meloni, Viktor Orban y Santiago Abascal entre muchos lideres globales, repite un mismo patrón dentro del cual en lo económico, son partidarios de las privatizaciones y de los recortes sociales; en lo cultural, impulsan la guerra contra los derechos LGBTQ+, el feminismo, el derecho al aborto, el matrimonio igualitario, la salud pública, el periodismo independiente y la educación crítica y en lo político, son partidarios de concentrar poder centralizado, debilitando la independencia de poderes y la calidad de la democracia representativa.

Comparten enemigos comunes como el «globalismo», que hace referencia al código para atacar a los judíos progresistas, las ONG y a los movimientos de migrantes. Concentran sus dardos en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. Steve Bannon afirma que la misma representa un plan de la ONU, del Foro de Davos y de George Soros para eliminar la soberanía nacional, imponiendo políticas migratorias y ambientales y promoviendo el «comunismo verde»  mediante regulaciones climáticas que suponen mayor control estatal.

  1. ¿Por qué atacan el conocimiento y la solidaridad?

Defienden con fervor el antiintelectualismo, sostienen el negacionismo climático, alientan el terraplanismo y los ataques a las universidades y a los centros de estudio no alineados con su pensamiento, y lo hacen como una estrategia deliberada  para debilitar cualquier pensamiento crítico.

Odian al humanismo y les molesta la solidaridad con el pueblo de Palestina o con los migrantes deportados arbitrariamente.

  1. América Latina y Europa: Los títeres locales

Son promotores del capitalismo salvaje y criminalizan la protesta social. Milei, aliado de Netanyahu, llama «socialistas» a quienes defienden los derechos humanos.

En Europa, Meloni en Italia y Abascal en España, Orban en Hungría, normalizan el discurso antiinmigrante y el negacionismo histórico. El presidente salvadoreño Nayib Bukele es admirado por la derecha porque usa la «mano dura» para exhibir en forma triunfal su autoritarismo, pisoteando la justicia y los derechos humanos.

¿Qué hacer?

La respuesta es bastante evidente. Resistir o ser cómplices.

Gaza no es una «guerra»: es un ensayo genocida de la ultraderecha global. Su proyecto es claro, pues promueve mercados libres y personas encadenadas. Democracias vaciadas de contenido  y el surgimiento de Estados confesionales.

El poeta palestino Mahmud Darwish dijo que «En Gaza, el tiempo no pasa. Es una eternidad resistiendo». Esta no es solo una lucha por la defensa del pueblo de Palestina ante el holocausto, sino que también lo es por el futuro de la humanidad y la dignidad de los pueblos.

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2 Comentarios

  1. Tanto los movimientos palestinos como judios son radicales no se trata sólo de la ultraderecha
    Se está exterminando al pueblo palestino Uruguay deberia presentar una iniciativa ante la ONU por lo menos para dar un destino a los niños atrapados en el conflicto No es posible cruzarse de brazos

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