Escribir en tiempos de enfermedad es un acto de buena salud. Por lo menos intelectual. Un intento de encontrar el remedio en la propia botica. Aunque sabido es que los remedios de auto prescripción terminan por no curar a quienes escriben. Están vencidos. A lo sumo alivian lo que una cápsula a deshora.
La escritura puede aliviar los síntomas. Pero no puede curar la enfermedad. La nouvelle, Síntoma (Sujetos Editores, 2022) de Valentina Viettro, es una prueba de las relaciones que se establecen en los cuerpos de quienes nacieron en proyectos de estados nación inacabados, como el Uruguay, y el vínculo que mantienen con los tiempos que conduce la contemporaneidad.
Además de la enfermedad de haber nacido en el Cono Sur, la autora desde Europa prefiere decirle Sudamérica, el texto es atravesado por otra calamidad, el Covid-19. Junto a sus consecuencias sociales e individuales. En el encierro o al aire libre. En el sexo como en la soledad.
Es que para una migrante como Valentina Viettro, la escasez de la cocina se vuelve poética del presente; aunque en la cocina de la casa propia o de la escritura, lo mismo pasaría si se estuviera en la mayoría de las casas de Uruguay, sin necesidad de migrar.
Cada quien carga con los sueños que le grabaron. Virginia Coccaro, la protagonista de la historia, heredera de un apellido italiano como Viettro, intenta apoderarse de la realidad que la rodea, aunque pareciera que en el fondo el gesto fuera inútil. Entre cavaquinhos, y vínculos que no fueron, no puede escapar el haber nacido en el Uruguay. Las personas, así como la literatura, son síntomas de sus territorios.