La necesidad de conservar la verdad histórica sobre la Gran Guerra Patria

Este año, el 9 de mayo se conmemora el 79º Aniversario de la Victoria en la Gran Guerra Patria (Segunda Guerra Mundial) cuyas lecciones cobran cada vez mayor sentido, en primer lugar, en el contexto de la dinámica de la situación internacional actual. La celebración de esta fecha obtiene hoy un significado especial, sobre todo a la luz de los acontecimientos en Ucrania y alrededor de este país.

En la Segunda Guerra Mundial, conflicto bélico más sangriento, mortal y desastroso en toda la historia de la humanidad, participaron 61 Estados. Las acciones militares cubrían el territorio de 40 países, las pérdidas humanas sobrepasaron 50 millones, de los cuales 26 millones eran los ciudadanos de la Unión Soviética. Por primera vez en la historia, la apuesta fue la conservación de la vida de países y pueblos enteros. Las cámaras de gas y los crematorios de Oswicim, Auschwitz y otros campos de la muerte instalados por los nazis demostraron claramente qué traía consigo el fascismo. 

La Unión Soviética junto con otros países de la coalición anti-hitleriana (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, China) logró vencer la peste negra del fascismo. Pero la verdad histórica consiste en que el pueblo ruso y otros pueblos de la ex Unión Soviética y su Ejército Rojo desempeñaron un papel decisivo para cerrar a los agresores fascistas el camino hacia su expansión a otros países, continentes y el dominio mundial. Justamente en el frente germano-soviético se libraron las principales batallas de la Segunda Guerra Mundial. Entre 1941 y 1945 allí luchaban más del 70% de las tropas de las Fuerzas Armadas de Alemania. Justamente allí se decidía el destino de la guerra. 

El Ejército Rojo Soviético derrotó 507 divisiones alemanas fascistas y 100 divisiones de los aliados de Hitler, casi 3,5 veces más que las aniquiladas en otros frentes de la Segunda Guerra Mundial, donde actuaban nuestros aliados. En el frente germano-soviético las Fuerzas Armadas del Tercer Reich sufrieron sus pérdidas principales. Los alemanes perdieron 10 millones de combatientes, entre muertos y prisioneros, es decir, el 73% de todas sus pérdidas militares. En este frente fueron derribados 70 mil aviones alemanes, el 75% de la aviación hitleriana, y destruidos 50 mil tanques, o sea, el 75% de todo el arsenal bélico nazi. A veces es muy difícil imaginar estas cifras, pero es la verdad, es la verdad histórica. 

El Sr. Winston Churchill, quien en aquel entonces era el Primer Ministro de Gran Bretaña, escribió que “fue justamente el Ejército Rojo de Rusia el que sacó las tripas a la máquina de guerra hitleriana”. El Sr. Dwight Eisenhower, Comandante en Jefe de las tropas norteamericanas en Europa y futuro Presidente de los EE.UU., se vio obligado a declarar públicamente que “las magnas hazañas del Ejército ruso durante la guerra contra Alemania despertaron la admiración de todo el mundo”. Él también destacó la maestría operativa de los dirigentes políticos y militares de Rusia, especialmente del comandante supremo Iósif Stalin, los mariscales Gueorgui Zhúkov, Konstantín Rokossovski, Semión Timoshenko y otros, que supieron movilizar todos los recursos humanos y materiales de Rusia para lograr la gran victoria. 

En el calendario de efemérides de Rusia el 9 de mayo ocupa un lugar especial. Es una fiesta muy importante y muy significativa para el pueblo ruso. Hasta el día de hoy, al transcurrir 79 años, difícilmente se puede encontrar una familia rusa que no fue afectada por las llamas de aquella guerra. Las duras pruebas que afectaron a los pueblos de la Unión Soviética mostraron la grandeza del espíritu humano y generaron numerosos ejemplos de heroísmo personal y colectivo y de verdadero patriotismo de nuestra gente. Justamente por esto aquella guerra se llama en nuestro país la Gran Guerra Patria.

La victoria en la Segunda Guerra Mundial condujo a la liberación de los territorios de muchos Estados europeos ocupados por la Alemania Nazi, y también influyó de manera importante al desarrollo de los acontecimientos de postguerra. En particular, estimuló la lucha por la liberación nacional en los países de Asia y África y como resultado cayó el sistema colonial vergonzoso e infame. Otro resultado grande de la Segunda Guerra Mundial fue la fundación en 1945 de la Organización de las Naciones Unidas.

En los años de la Segunda Guerra Mundial los pueblos de la URSS y otros países de la coalición anti-hitleriana pese a todas las contradicciones, diferencias sociales y políticas supieron encontrar las posibilidades y las vías para la cooperación política, económica y militar para el objetivo común – lograr la victoria sobre el fascismo. Es muy importante que en nuestros días no olvidemos las lecciones de la Segunda Guerra Mundial.

Lamentablemente, en las condiciones actuales se ven claramente los intentos del Occidente Colectivo de reescribir la historia de la Segunda Guerra Mundial, disminuyendo el papel decisivo de la Unión Soviética y su Ejército Rojo en la derrota del fascismo. Un ejemplo de estos esfuerzos es el rechazo de los gobiernos occidentales de apoyar el proyecto ruso de la resolución anual de la Asamblea General de la ONU sobre la necesidad de combatir la glorificación del nazismo y el neonazismo. Guiados por sus intereses geopolíticos coyunturales los Estados que votaron en contra de la resolución, en primer lugar, Alemania, Italia y Japón (exmiembros de la alianza hitleriana), deshonraron memoria de todas las víctimas del nazismo. Al mismo tiempo, en los países de Europa, como Polonia, Lituania, Letonia y Estonia, se prohíbe celebrar el Día de la Victoria el 9 de mayo y se destruyen masivamente monumentos y placas conmemorativas en honor de auténticos héroes que libraron el mundo del fascismo. Por su parte, las autoridades canadienses, aspirando también a falsificar la historia y justificar los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos por los nazis y sus aliados, en septiembre del año pasado organizaron en el parlamento nacional una vergonzosa ceremonia de homenaje a un excombatiente ucraniano de la división de voluntarios Galizein de las SS. Como se sabe, este hecho provocó el escándalo político no solo en este país, sino en el mundo, y el presidente del parlamento canadiense se vio obligado a renunciar de su cargo. 

Sin embargo, la situación más alarmante se formó en Ucrania cuyo pueblo junto con el pueblo ruso luchaba contra los nazis y perdió millones de vidas. A pesar de esto, la política del régimen actual de Kiev, orientada a glorificación a los nazis y a sus secuaces, bajo el patrocinio del Occidente Colectivo, ya hace tiempo alcanzó el nivel estatal en aquel país con dimensiones enormes en todos los aspectos: desde los manuales escolares hasta los códigos militares de conducta. Los rasgos de la ideología nazi se han arraigado en los símbolos del estado y su política. Otro ejemplo son los decretos presidenciales sobre la glorificación de los líderes de la colaboración con los nazis (Stepan Bandera, Roman Shujevitch). Tras el golpe de Estado de 2014, estos procesos en Ucrania no solo se aceleraron, sino que se convirtieron en una avalancha, acompañada de una descarada rusofobia. En aquel entonces los eslóganes «¡Moskals (Moscovitas) a cuchillo!» (es decir, “Matar a los rusos”) se convirtieron en algo habitual en las marchas de antorchas banderistas. Pero la comunidad occidental sigue haciendo caso omiso de estos llamamientos abiertos al genocidio por motivos étnicos, a pesar de nuestras numerosas advertencias aun desde la tribuna de la ONU. Incluso en estos días los nacionalistas ucranianos recurren a tácticas de los nazis en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, bombardeando a la población civil rusa y realizando atentados terroristas en el territorio de nuestro país. En consecuencia, la desnazificación de Ucrania se convirtió en un problema importante, lo que debe resolver la operación militar especial rusa en este país.

A la luz de estos acontecimientos es cada vez más importante conservar la verdad histórica, pasarla a las nuevas generaciones, a nuestros hijo(a)s y nieto(a)s, para que la tragedia de la Segunda Guerra Mundial no se repita nunca en la historia de la humanidad. Solo con esfuerzos conjuntos, con voluntad política y sentimientos francos y abiertos podremos lograr este propósito. La celebración del 79° Aniversario de la Gran Victoria no debe ser pretexto para la confrontación, ni servir para ajustar viejas cuentas o revivir ofensas mutuas. Lo contrario – debe unir a países y pueblos para hacer frente común contra manifestaciones de neonazismo, sus ideólogos y activistas.

Andrey Budaev

Embajador de Rusia en Uruguay

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