La situación con los derechos de las minorías nacionales en Ucrania

Desde que Ucrania obtuvo su independencia en 1991, sus autoridades emprendieron una política de ucranianización de todas las esferas de la vida pública y de asimilación de las minorías nacionales. Tras el golpe de estado de 2014, el proceso de creación de un país monoétnico se aceleró bruscamente hasta llegar a la discriminación total contra los rusos y todo lo ruso, convirtiéndose Ucrania en “Anti-Rusia”.

Ya en septiembre de 2021, antes del inicio de la operación especial militar rusa, el presidente Zelensky hizo un llamamiento a todos los que en Ucrania se consideran rusos para que abandonaran el país. Lo calificó de «elección interna»: si quieres vivir en Ucrania y ver allí un futuro para tus hijos y nietos, debes hacerte ucraniano. Los que no querían tal futuro, en particular la población rusa de Donbás, fueron sometidos a los bombardeos y ataques militares. Se impuso a sus habitantes un bloqueo inhumano, que llevó esta región al borde de la subsistencia.

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Tal política destructiva de Kiev contó con el apoyo de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, que fomentaron la rusofobia agresiva.

De forma inequívoca el secretario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania Alexey Danilov expresó la idea de exterminar a los rusos en varios de sus discursos. Calificando a los rusos de «ratas», «perros” y “cerdos», llamó a «envenenarlos» y «exterminarlos por todos los medios».

Es decir para los que persistan en su deseo de seguir siendo rusos las autoridades del régimen criminal de Kiev planean dos opciones: muerte o exilio. Para los rusos menos persistentes que quieran seguir viviendo en Ucrania, han preparado recetas para «convertirlos» en ucranianos. En primer lugar, se trata de una prohibición total del uso del idioma ruso. El año pasado a las leyes aprobadas anteriormente que estipulan el desplazamiento total de la lengua rusa del espacio público, cuotas lingüísticas en los medios de comunicación y la creación de una «policía lingüística», se ha añadido la prohibición total del estudio del ruso en las escuelas y colegios, incluso optativo y como lengua extranjera. Y esto a pesar de que por lo menos la mitad de la población ucraniana considera ruso su primer idioma y lo usa en la vida cotidiana. 

La lucha contra la lengua rusa ha adoptado la forma grotesca. Por ejemplo, en noviembre de 2022, el alcalde de la ciudad de Kharkov, casi totalmente rusoparlante, fue multado por utilizar el ruso en televisión. Pero detrás de lo aparentemente absurdo de la situación hay un objetivo concreto. Arriba mencionado personaje – Alexey Danilov, declaró que «la lengua rusa en Ucrania debe desaparecer por completo».

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Y en un futuro muy próximo.

Las autoridades ucranianas pretenden legalizar «la superación de las consecuencias de la rusificación» y «la lucha contra cientos de nombres de las calles de Pushkin» (mundialmente conocido gran poeta de nuestro país). Lo anunció el ministro de cultura de Ucrania, Alexander Tkachenko. El proyecto de ley correspondiente ya ha sido presentado a la Rada Suprema (parlamento de Ucrania). Todo esto se hace en el marco de la política de revisión y falsificación de la historia, luchando con el pasado común de dos hermanos pueblos eslavos.

Al mismo tiempo, los ideólogos ucranianos están tratando de apropiarse de los nombres de los grandes autores rusos de fama internacional como Nikolai Gogol, Fiódor Dostoievski, Antón Chéjov, Kornei Chukovsky, bajo el pretexto de que ellos o algunos de sus lejanos antepasados nacieron en los territorios ahora considerados ucranianos, a pesar de que la mayor parte de su vida estos clásicos de la literatura pasaron en Rusia, escribieron en el idioma ruso y ellos mismos se consideraban rusos. En esta tarea de derusificación agresiva al régimen ucraniano le ayudan sus patrocinadores occidentales que llegaron incluso a cambiar los nombres de famosas obras del arte. Esto sucedió con el cuadro del pintor impresionista francés Edgar Degas “Bailarinas rusas” que por la decisión de la Galería Nacional de Londres pasó a llamarse “Bailarinas ucranianas”.

Otro «frente» para destruir la identidad nacional de los rusos es la religión. La decisión del Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana sobre la plena independencia de la Iglesia Ortodoxa Rusa no salvó a la iglesia canónica ucraniana de la decisiva ofensiva lanzada a por el régimen de Kiev. La privación de la ciudadanía ucraniana a varios clérigos, los allanamientos en iglesias y monasterios, los procesos penales por traición contra sacerdotes son sólo el inicio de la prohibición total de la Iglesia canónica en Ucrania. Los últimos días de marzo y los primeros días de abril de 2023 entró en la fase decisiva la campaña lanzada por las autoridades nacionales contra la joya del mundo ortodoxo, la Laura de las Cuevas de Kiev.

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El abad del Monasterio, Metropolita Pablo, el pasado 1 de abril fue sometido a arresto domiciliario, mientras que al espacio de la Laura empezaron a acudir activistas neonazis que se burlaban de las liturgias y de los intentos de los frailes y de los creyentes de mantener la Laura en el marco de la canónica Iglesia Ortodoxa Ucraniana. No deja de llamar la atención el momento que eligió Zelenski y su régimen para presionar a los clérigos, la Gran Cuaresma que precede a la Pascua de la Resurrección y tiene para los ortodoxos de Rusia, Ucrania y Bielorrusia una importancia especial. Sin embargo, no sólo son los ortodoxos los que sufren: de manera regular suceden manifestaciones de islamofobia en Ucrania. Tampoco propicia una coexistencia pacífica de las confesiones “el origen judío” del Presidente de Ucrania, al que tanto gustan de apelar los defensores de Kiev: comunes son actos de judeofobia y antisemitismo en este país.

El fuerte aumento de la presión sobre los rusos y los ciudadanos rusoparlantes de Ucrania el año pasado no significó que desaparecieron todos los problemas de otras minorías nacionales del país. Romania y Hungría siguen seriamente preocupados por la continua violación de los derechos de sus compatriotas en Ucrania. Señalan que Kiev no ha renunciado a sus intentos de asimilar a las comunidades húngara y rumana y continúa con su política de privarles de la oportunidad de utilizar su lengua materna «fuera de casa» y recibir educación en ella. No es casualidad que los comisionados de derechos humanos de estos países tienen planes de visitar Ucrania en un futuro próximo para comprobar hasta qué punto la Ley nº 8224 sobre minorías nacionales, aprobada por la Rada Suprema el 13 de diciembre de 2022, cumple realmente el objetivo de proteger los derechos de sus compatriotas.

En fin, en Urania de hoy bajo el régimen criminal de Kiev se violan sistemáticamente los derechos básicos de minorías nacionales, incluso el derecho a la vida, al uso del idioma materno, sin mencionar los derechos de libre expresión, diversidad de opiniones, libertad de prensa, etc. Todo esto bajo más restricto control y cualquiera manifestación de otro modo de pensar se suprime y sofoca brutalmente. En este contexto siguen siendo actuales las tares de la operación especial para desmilitarizar y desnazificar a Ucrania, eliminar las amenazas a la seguridad de Rusia provenientes del territorio de este país, así como proteger a la población civil del régimen nazi ucraniano. Para asegurar la paz justa y duradera consideramos necesario garantizar el reconocimiento por Ucrania y los países occidentales de las realidades territoriales actuales resultantes de la autodeterminación del pueblo, salvaguardar los derechos de los ciudadanos rusoparlantes y minorías étnicas, respetar todas las libertades públicas, incluso la libertad religiosa.

Andrey Budaev

Embajador de Rusia en Uruguay

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