La tragedia universitaria XI: La necesidad de la postgraduarización de la formación docente

La expansión del conocimiento y las exigencias de calidad están impulsando una dinámica de la formación docente centrada en la realización de estudios de postgrado. Docentes capacitados es siempre la palanca de mejores niveles de aprendizajes. Ya no alcanza  la «universitarización» de la formación docente con licenciados como ha sido en estos años, sino que se requiere una “postgraduarización” de la formación docente con estudios de maestría y doctorado.  Múltiples factores impulsan esta nueva realidad que requiere políticas públicas que impulsen esta formación y establezcan nuevos requisitos, tal como se ha dado a escala global. Entre las causas de esta nueva realidad de exigencia destaca la enorme expansión del conocimiento, la complejidad de las tecnologías de comunicación e información, la aparición de enfoques por competencia de los aprendizajes o la flexibilización de los procesos de enseñanza. También destaca una mayor competencia entre los docentes y políticas públicas donde los ascensos y la remuneración de los docentes se asocien a estos niveles de formación superior especializada y no meramente al agrado y  la antigüedad en la docencia.

Es una realidad global, donde los sistemas educativos están intentando también suplir muchas de las deficiencias docentes y nuevas exigencias mediante estrategias metodológicas de actualización, capacitación o formación en servicio para sus egresados centrado en una formación a nivel de postgrado. Ello además no sólo bajo formas presenciales de enseñanza, sino también mediante modalidades virtuales, híbridas y flexibles. Históricamente la formación docente, por su escala, por el tipo de estudiantes y por la necesidad de capacitar a los docentes en ejercicio, tuvo un fuerte asiento en la educación a distancia, que hoy se expresa en multimodalidades como mecanismo dominante de la formación docente de posgrado.

Históricamente las políticas de formación docente han sido el eje fundamental en Uruguay en la conformación de la educación como la herramienta del desarrollo educativo. La calidad de la formación de los docentes y su profesionalización es una variable fundamental de los aprendizajes de los estudiantes, que ha estado marcada por diversas etapas. La formación de docentes en un inicio se apoyó en los institutos normales, luego se apalancó en una formación terciaria especial mediante la creación del IPA y posteriormente de los Centros Regionales de Profesores (CERP). Sin embargo, la existencia de un fraccionamiento entre los diversos subsistemas de la educación superior – el terciario y el universitario-  estableció restricciones a la continuación de los recorridos académicos de los docentes a través de una formación especializada de posgrado mediante maestrías y doctorados. Durante años el nivel terciario docente se conformó como una formación terminal que limitó continuar estudios de postgrados. Aunque ello se ha  buscado resolver mediante formas de  articulación entre ambos niveles, el aumento de los años de estudio, la calidad de los docentes o los propios currículos, ello ha sido un proceso limitado. La demanda de una formación docente universitaria fue el eje del debate desde los años 2000 con múltiples iniciativas que no lograron ser aprobadas. Entre ellas podemos destacar el proyecto de ley de Julio María Sanguinetti cuando fue senador para que la formación terciaria fuera universitaria cumpliendo determinados requisitos; la creación del Instituto Universitario de Educación en la LGE del 2009 y dos proyectos de Ley de creación de la Universidad de la Educación que también naufragaron. Finalmente un nuevo marco de política se inició en el año 2021, con la Ley de Urgente Consideración (LUC) que estableció un procedimiento voluntario de reconocimiento mediante evaluación de los docentes, un conjunto de estándares y un ámbito de evaluación y su certificación por el MEC para otorgar nivel universitario a las certificaciones terciarias de formación docente, especialmente del IPA, los CERP,  los IFD y el IPES. Este marco definitivo de reconocimiento del rango universitario a la formación docente está actualmente en rápida etapa de instrumentación. Es el fin de una larga etapa de búsqueda de instrumentos y de políticas para elevar del actual Nivel 5 (terciario) al Nivel 6 (universitario) a la formación docente en el país. Ello abre el real nuevo desafío que es la posgraduarización de los docentes del Uruguay.  Aumentar realmente la calidad en la educación básica y media, la actualización permanente, y favorecer una mayor formación metodológica y pedagógica, requiere pasar de docentes de grado con título de Licenciados a docentes con posgrado con títulos de Maestrías y Doctorados. Es la nueva frontera de la política educativa a encarar.

Eco. Claudio Rama

Dr. ED; Dr. DER; Post. Dr

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