El primer ministro chino Li Qiang prometió hace unos días, en la inauguración de la 7.ª CIIE, seguir ampliando la apertura y convertir el vasto mercado de China en grandes oportunidades para el mundo:
“El país está dispuesto a abrir aún más su enorme mercado, incluyendo la aplicación de la apertura unilateral y la oferta de cero arancel para todas las líneas arancelarias de los países menos desarrollados. Los fundamentos de la economía china siguen siendo sólidos y el Gobierno está en capacidad de promover un crecimiento económico estable y contribuir más al desarrollo global y al bienestar de la humanidad”.
Esta es una declaración importante en su panorama económico actual, donde, si bien van camino a convertirse en la primera economía del mundo, han encontrado una pequeña pendiente.
Sí, la economía de China experimentó un ligero retroceso en el tercer trimestre de 2024, con un crecimiento del PIB del 4,6% interanual, el más lento desde principios de 2023. Este crecimiento fue más débil a pesar de las medidas implementadas para impulsar el consumo y el sector inmobiliario. En el segundo trimestre de 2024, el PIB de China se desaceleró hasta el 4,7%, desde el 5,3% del primer trimestre. La estructura económica del país se mantiene desequilibrada, con un lado de la oferta más fuerte que el de la demanda.
Alejándonos de las cantidades, y centrándonos en las cualidades, la economía china está dominada por dos grandes sectores: el manufacturero y el agrícola. Su sistema empresarial está organizado para que no se vea afectado por las competencias internas, y el éxito lo alcanza por el volumen de clientes y la habilidad para unirse. Eso es su fortaleza, la unidad.
En la primera mitad del siglo XX, China era un país en vías de desarrollo con una economía agrícola y una tasa de alfabetización del 20%, resultado de luchas internas y externas. En el año 1978, luego de establecida “La Nueva China”, Deng Xiaoping, revolucionario y estadista, impulsó la apertura de la economía al exterior, lo que marcó el inicio de un período de alto crecimiento económico. Luego de eso, China se convirtió en el país con el mayor crecimiento económico del mundo, con un aumento del 10% anual, la tasa de pobreza se redujo el 40%, y cuatro décadas después, el Banco Mundial cifraba la tasa china en el 0,1%, frente al 9,7% mundial. Hoy, uno de cada cinco productos fabricados y exportados en el mundo procede de China.
Entre los logros económicos más importantes del país se pueden mencionar: líder mundial en la producción de minerales como el estaño, el hierro, el oro, los fosfatos, el zinc y el titanio; sexto productor mundial de petróleo, con una producción diaria de 4,01 millones de barriles según datos del 2023, líder mundial de facto en tecnología nuclear.
China ha construido más líneas ferroviarias de alta velocidad que el resto del mundo, ha implementado reformas a las leyes de propiedad inmobiliaria y de tierras y ha eliminado barreras comerciales para fomentar la competencia y atraer flujos de inversión extranjera directa.
Cuando son más evidentes las muestras de contaminación en el mundo, la energía verde es un actor importante dentro de la economía del Gigante Asiático, siendo el principal impulsor de la energía renovable en el mundo y constructor de la mayor parte de las nuevas centrales eólicas y solares.
Con semejantes logros, un “ligero tambaleo” en un trimestre puede que no signifique nada, siempre y cuando “remonten” luego.