Los movimientos nacionalistas populares en América Latina: Bolivia y Perú

En entregas anteriores se presentaron los casos del cardenismo mexicano, el varguismo brasileño, el ascenso y caída de Arbenz en Guatemala y las modalidades del nacionalismo popular en Colombia.

Fueron procesos que se verificaron en el contexto de la guerra fría entre la Rusia Soviética y los Estados Unidos. De igual modo se pudo ejemplificar como la doctrina Monroe aggiornada al contexto imperante y en pleno macartismo, impuso los principios del interés nacional americano al precio que fuere necesario, para asegurar la preservación de la hegemonía económica y política. Guatemala y el caso del golpe a Arbenz representa un claro testimonio de ello. En esta entrega se abordan las experiencias de Bolivia y Perú.

El Movimiento Nacionalista Revolucionario en Bolivia

El nacionalismo en Bolivia tiene fuerte relación con las consecuencias desastrosas que se derivaron de la guerra del Chaco, llevada a cabo por bolivianos y paraguayos. Fue una guerra alentada por los intereses de empresas petroleras, concretamente la Standard Oil y Royal Dutch Shell, cada una de las cuales tenía arreglos previos con cada uno de los países enfrentados. Los muertos bolivianos oficialmente ascendieron a cerca de 90.000 mientras que otras fuentes no oficiales, hacen escalar la cifra a los 150.000.

El desprecio de las clases dirigentes por el pueblo boliviano y el debilitamiento que se derivó del enfrentamiento armado, hicieron posible que el germen nacionalista que ya precedía a la guerra del Chaco, tomara forma principalmente dentro de sectores militares, hastiados del continuo desprecio de los barones del estaño y los señores latifundistas. El desprecio se manifestaba en un pisoteo sistemático de la población indígena y del pueblo trabajador. El surgimiento de una conciencia nacional corrió en paralelo con un sentimiento antioligárquico que ya se estaba propagando tanto en núcleos ilustrados como en el pueblo trabajador y el gran desorden imperante como producto de la post guerra, fue un caldo de cultivo en el que comenzó a tomar cuerpo la idea de la emancipación nacional. El teniente general Germán Busch tuvo un destacado desempeño en la guerra del Chaco, y tal circunstancia facilitó su conversión el soporte de esta corriente, que junto a otros sectores de la oficialidad, habría de empezar a cobrar forma.

Luego de haber participado en un golpe de estado en 1936 que depuso a Luis Tejada Solórzano, y después de un periodo en el que el gobierno estuvo en cabeza de José David Toro, Busch con el apoyo de un importante sector de la oficialidad del ejército y también con apoyo popular, asumió directamente la presidencia. Tenía 33 años de edad. Durante su gestión se aprobó una nueva constitución, la cual por primera vez le confería derechos al indio e incorporaba principios de justicia social. La situación política seguía siendo sumamente inestable y las tensiones con Paraguay persistían. En el Congreso boliviano no se aprobaban las iniciativas del gobierno impulsadas desde una perspectiva nacionalista, y ello condujo a que en abril de 1939, Busch diera un golpe de estado y se declarara dictador. En un breve periodo que se inicia con su nueva condición de presidente de facto, Busch promueve la nacionalización del Banco Central de Bolivia, la nacionalización de las ganancias de la gran minería, la creación del Banco Minero de Bolivia, el primer Código de Trabajo, la abolición de la esclavitud, la estatización de YPFB, la reapertura de la Universidad Autónoma, la inauguración de la red ferroviaria que enlazaba a Bolivia con Brasil y Argentina y la firma de la paz definitiva con Paraguay. Busch se ubica en la cabeza del movimiento de transformación, y con ello entra en escena un actor hasta entonces ausente de la política: los sectores populares que en forma masiva empiezan a tomar las calle de La Paz, y en esta presencia popular masiva empieza a abrirse el camino para la conformación del Movimiento Nacional Revolucionario, MNR, el cual desarrolla un sentimiento de rechazo a las oligarquías históricamente dominantes, pero también se mantiene en una posición independiente a las corrientes socialistas y comunistas europeas.

Busch confiaba en la lealtad de su gabinete, el cual tenía representantes de los sectores del poder histórico y desde dentro de su propio gobierno, empieza a padecer actos que empantanan la concreción de sus iniciativas. La oposición va cobrando fuerza y explota en el país la noticia del supuesto suicidio de Busch, acto que no fue aceptado por muchos de sus seguidores, que consideraron que su muerte había sido un asesinato político.

La dinámica transformadora se detiene y el gobierno queda en manos del general Quintanilla. Se produce entonces un periodo en el que el modelo colonial vuelve a intentar reafirmarse hasta que finalmente es depuesto el gobierno, entonces encabezado por Peñaranda, el cual fue sustituido por Gualberto Villarroel. Villarroel fue una figura fundamental en el desarrollo del nacionalismo popular boliviano. En esta etapa de su gobierno, se forma la Federación Sindical de Trabajadores Mineros Bolivianos, se concreta el Primer Congreso Nacional Indígena y se profundiza el cuestionamiento a los dueños de las minas y de los grandes latifundios.

El pueblo se moviliza en respaldo a Villarroel pero los sectores históricamente dominantes con el apoyo del Departamento de Estado norteamericano, tildan a Villarroel de ser un agente del nazismo en América Latina. Pero en las nuevas circunstancias, ya no se trata de un gobierno solo como lo que acontecía en el caso de Busch, sino que había un partido que respaldaba y movilizaba los intereses populares. El MNR desarrolló en ese contexto un enorme trabajo organizativo tomando como eje al centro minero del país. Y en tal contexto la mayoría parlamentaria comienza a dictar las primeras leyes con definida vocación de justicia social: la ley de fuero sindical y la ley de retiro voluntario.

La campaña para promover una guerra sucia a través de los medios de comunicación con apoyo externo, comienza a hacer mella en diversos sectores de la sociedad y en una manifestación antigubernamental, cayó abatido un estudiante en Plaza Murillo. Automáticamente se convirtió en bandera de lucha para promover un estado de incertidumbre que llevó a que Villarroel, a pesar del apoyo popular que recibía, ofreciera su renuncia para calmar las agitadas aguas. La renuncia no fue aceptada y el Palacio de Gobierno, denominado el Palacio Quemado, fue tomado por asalto y Villarroel fue apresado y lanzado al vacío desde un balcón para ser finalmente colgado de un farol de la plaza Murillo. Producto de la contramarcha conservadora, se produjo en 1952 una revolución que llevó al gobierno al Movimiento Nacionalista Revolucionario, con Víctor Paz Estensoro como conductor. En esa revolución el ejército es derrotado y una consecuencia de ello fue el cierre del Colegio Militar. En paralelo se reconocieron oficialmente a las milicias armadas mineras y campesinas.

Durante el primer gobierno de Paz Estenssoro se creó la Central Obrera Boliviana, COB, y habiendo aprendido de la historia reciente acaecida en la asonada contra Villarroel, impuso un sistema extremadamente intolerante con la oposición.

Impulsó la Reforma Agraria en todo el territorio nacional, así como la nacionalización de la minería. Instauró el voto universal, además de otras iniciativas fundamentales como el Código de la Educación boliviana, el Código de Seguridad Social, la ley del sufragio universal, la puesta en marcha de grandes obras de infraestructura, la creación del Comité de Rehabilitación Industrial, la demanda ante foros internacionales reclamando mundial el derecho boliviano de contar con una salida al mar. Además, llevó adelante políticas de estabilización monetaria, construcción de carreteras y un plan de despegue económico y social. Le entregó el gobierno a Siles Suazo en 1956, quien estuvo al frente del gobierno nacional boliviano hasta 1960, para retomarlo vía triunfo electoral en ese año, fase en la que se institucionalizaron las medidas adoptadas durante su primer gobierno. Se aprobó una nueva constitución en 1961. Paz Estenssoro accedió a su tercer periodo de gobierno mediante elecciones en 1964, pero su vicepresidente René Barrientos Ortuño lo volteó a través de un golpe de estado, que lo condujo al exilio en la ciudad de Lima en Perú.

Habría de continuar gravitando en la política boliviana, pero desde perspectivas completamente diferentes. Regresó para establecer una alianza con Hugo Banzer entre 1971 y 1973, pero la ruptura con Banzer lo condujo nuevamente al exilio. Su cuarto gobierno tuvo un tinte definitivamente liberal, de la mano de Jeffrey Sachs como asesor, y modificó el capitalismo de estado por un modelo de economía de mercado, ante lo cual promovió una alternativa que se alejó completamente de los nacionalismos populares que se están examinando.

El nacionalismo popular peruano

En Perú hay una larga y compleja tradición de movimientos populares e inclusive de enormes contribuciones al pensamiento socialista latinoamericano, tal como es el caso de la obra de José Carlos Mariátegui, quien sintetizó propuestas de gran lucidez en los » 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana» en el año de 1928, erigiéndose como un notable pensador que ha sido comparado con intelectuales de la talla de Antonio Gramsci, por su capacidad de identificar la importancia de los procesos superestructurales y de la cultura sin caer en la simplificación reduccionista de la realidad como reflejo de la interacción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción. Mariátegui interactuó con Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador del APRA, quien en su primer exilio trabó intenso contacto con la revolución mexicana y desarrolló una vocación indoamericana. Posteriormente participó en la creación del Frente Democrático Nacional que tuvo serias resistencias de los sectores oligárquicos para llevar adelante su programa popular, que finalmente desembocó en el golpe de estado de Manuel Odría, con el respaldo de los sectores más poderosos del país.

Haya de la Torre se asiló en la embajada de Colombia en Lima, donde permaneció un largo periodo (63 meses), siendo un caso que sentó un precedente internacional en la materia.

Para los fines de nuestro análisis interesa destacar el empuje que logra el nacionalismo popular cuando el 3 de octubre de 1968 un golpe militar hizo posible la instalación de una Junta Militar liderada por el General Juan Velasco Alvarado que se extendió hasta 1975.

Este gobierno se caracterizó por la puesta en marcha de reformas de corte nacionalista, por el activo impulso a la reforma agraria, el mejoramiento de los derechos de los trabajadores y la promoción de la organización de los trabajadores en estructuras sindicales. También optó por una postura de defensa de las comunidades indígenas y ello se reflejó en el reconocimiento del quechua como idioma oficial de alcance nacional. En el campo productivo además de la reforma de la propiedad de la tierra, avanzó en la nacionalización de industrias básicas como el petróleo, la pesca y la minería, al igual que la nacionalización de la banca. Estableció la comercialización estatal de los recursos naturales y expropió los yacimientos mineros que eran explotados por empresas transnacionales así como la nacionalización de los servicios públicos esenciales. Este vigoro impulso se vio menguado por el deterioro de la salud del General Velasco Alvarado, quien fallece en 1977 pero antes de ello, en agosto de 1975 fue depuesto por un golpe militar interno encabezado por Francisco Morales Bermúdez, quien dispuso la marcha atrás de muchas de las iniciativas del gobierno nacionalista popular de Velasco Alvarado.

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