No me digas princesa: Amelia Earhart

“Lo más difícil es la decisión de actuar, el resto es meramente tenacidad. Los miedos son tigres de papel”

Amelia Earhart nació en Kansas, Estados Unidos en 1897, se negó a ajustarse a los estereotipos de género de su tiempo desde niña, cuando disfrutaba practicando deportes, trepando árboles y jugando al aire libre con su hermana.

El interés de Earhart en volar comenzó en 1920 cuando voló como pasajera durante una visita a un campo de aviación en Long Beach, California, con su padre. Al año siguiente comenzó a tomar lecciones de vuelo.

Cursó estudios superiores en la Universidad de Columbia, Nueva York y completó su formación en la Universidad de Harvard. Durante la Primera Guerra Mundial sirvió como enfermera en un hospital de campaña canadiense. Posteriormente trabajó como asistente social en Boston, Massachussetts.

Obtuvo su licencia de piloto en 1921; se convirtió en la primera mujer en volar sola a través del Atlántico y recibió el premio Distinguished Flying Cross por parte del Congreso de los EE. UU. En 1932, Earhart realizó un vuelo en solitario por Estados Unidos, otra primicia para una mujer, y además se convirtió en la primera persona en volar sola desde Hawái a la parte continental de Estados Unidos.

Además de estos logros, Earhart también trabajó arduamente para promover oportunidades para las mujeres en el campo de la aviación, que tradicionalmente se consideraba un dominio masculino. Se convirtió en la primera presidenta de «Las Noventa Nueve», una organización fundada en 1929 para promover el avance de la aviación e inspirar a más mujeres a convertirse en pilotos.

En 1936, comenzó a planear un vuelo alrededor del mundo; un primer intento se realizó en marzo de 1937, pero el viaje fue abortado debido a dificultades técnicas. Earhart se embarcó en su segundo intento en junio de 1937 y en un mes había llegado a Nueva Guinea en su avión “Electra”. El 2 de julio, salió de Nueva Guinea junto a Fred Noonan, y se dirigió a la Isla Howland, una isla en el Océano Pacífico a unas 1.500 millas de distancia.

Un barco de la Guardia Costera de los Estados Unidos estaba estacionado cerca de la costa de la Isla Howland, esperando el acercamiento de Earhart y listo para guiar su aterrizaje. Durante el vuelo, la Guardia Costera perdió el contacto por radio y el avión nunca aterrizó en la isla Howland. A pesar de las búsquedas exhaustivas utilizando naves y aviones, no se encontraron rastros del “Electra”.

Durante los días posteriores a la desaparición, operadores de radio de la zona afirmaron haber escuchado algunas llamadas de socorro. La gran mayoría fueron descartadas, pero se consideró que algunas podrían provenir de un naufragio. 

Años más tarde, en 1940, es encontrado el esqueleto de un náufrago junto a aparatos aeronáuticos, restos de una fogata y huesos de animales, los expertos consideran que estos restos podrían corresponder a los de una mujer de ascendencia europea con grandes similitudes con las características físicas de Amelia Earhart.

Según el antropólogo forense Richard Jantz, que defiende esta teoría, dijo: «si el náufrago era una persona de mediana edad, étnicamente una mujer europea, tenía los antebrazos bastante más largos de lo habitual», una característica física propia de Earhart, que puede comprobarse al examinar fotos históricas de la aviadora.

Estos indicios antropológicos se suman a otros materiales hallados en la isla como los restos de un zapato similar al que llevaba Earhart cuando desapareció; botones y una cremallera de una chaqueta de aviador; a su vez, placas de aluminio de un avión. Los investigadores creen que el avión aterrizó junto a una zona de arrecifes y después desapareció bajo el mar arrastrado por las corrientes y la crecida de la marea.

Desde hace décadas, la compañía Náuticos, dedicada a la exploración del océano, ha peinado la zona con toda la tecnología necesaria para aguas profundas, sin hallar rastros del avión. Aún así, tanto sus responsables como el Departamento de Aeronáutica del Museo Nacional del Aire y el Espacio de Estados Unidos están convencidos de que el avión se encuentra a unos 5.500 metros de profundidad en las proximidades de Howland, pero después de 85 años, la desaparición de la aviadora más grande de todos los tiempos sigue rodeada de misterio.

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