Hasta hace unos meses la ciencia no había podido responder si los perros son realmente capaces de entender el significado de las palabras que se les dice, pero una nueva investigación difundida la semana pasada avanza sobre el tema.
No es extraño que nos comuniquemos con nuestro perro como si fuera una persona. Es nuestro compañero, su presencia nos reconforta y parece que nos entiende. Pero realmente, ¿cómo podemos saber si nos comprende o somos nosotros quienes queremos creerlo así?.
Hasta hace poco no había evidencias científicas que respalden esta capacidad por parte de los canes. Sin embargo, varios estudios demuestran lo que hace tiempo que los dueños de estos animales reivindican: los perros pueden comprendernos (a veces, incluso mejor que otras personas).
Una investigación llevada a cabo por la Universidad de Florida ha identificado en ellos comportamientos sociales muy parecidos a los de los humanos, como por ejemplo el hecho de responder al lenguaje corporal de las personas. Según este estudio, los perros se comportan de acuerdo con nuestro estado de atención, siguen nuestros movimientos y nos observan a la espera de confirmación de sus acciones.
Los humanos tenemos la llamada “área de voz” del cerebro que nos evoca información de las personas que conocemos y estimamos. Estudios recientes han probado que el cerebro de los perros también cuenta con estas áreas de voz capaces de responder a voces de otros perros y también responder a la carga emocional que contiene la voz de una persona, es decir, si está contenta, enfadada, entre otros.
Eso les permite procesar las voces humanas y, por consiguiente, reaccionar en base a lo que decimos. Los investigadores aseguran que esto puede explicar el por qué los perros entienden tan bien a sus propietarios, estableciendo de este modo una conexión verdaderamente única.
Otros estudios han puesto el acento en la capacidad de los perros para distinguir entre las expresiones faciales de alegría y las de enfado. Según la investigación del Instituto Messerli de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena, los perros asocian una cara alegre con algo positivo y una cara enfadada con algo negativo.
Lo sorprendente es que pueden aplicar esta polaridad no solo a personas conocidas sino a gente que ven por primera vez. De este modo, las asociaciones alegre-bueno y enfadado-malo les permiten crear un patrón para poder descifrar el rostro de especies diferentes a la suya, incluso el de individuos desconocidos. Esto es lo que convierte a los perros en esos seres tan especiales, que están siempre ahí, que nos entienden y nos animan cuando lo necesitamos.
Lo mejor de todo es que su capacidad empática no se limita a sus propietarios o personas allegadas. Un perro es tan sensible a las emociones humanas que las distingue incluso en aquellas personas a las que no conoce y que, por tanto, no ha podido analizar con anterioridad. Se puede concluir que en sus argumentos los expertos afirman que no es tanto lo que se les dice sino cómo y cuándo se lo hace lo que motiva a los perros y que reaccionan a sonidos particulares con un comportamiento aprendido.
Así que a partir de ahora, ya podemos decir con todo el respaldo científico que nuestro perro comprende cómo nos sentimos y decimos.