El viernes los cristianos conmemoraron la crucifixión de Jesús y el domingo celebraron la Pascua, con lo que marcan su creencia en su resurrección. También el viernes, los judíos celebraron la víspera de Pésaj, comúnmente llamada Pascua judía, que conmemora el éxodo de los israelitas de Egipto y el fin de su esclavitud.
Y también este fin de semana, los musulmanes de todo el mundo celebraron un viernes más su fiesta semanal dentro del mes de Ramadán, que comenzó el 2 de abril y finaliza el 2 de mayo. Esta coincidencia de fechas es inusual, sobre todo en lo que respecta a la proximidad del Ramadán islámico a la Cuaresma cristiana, o a las fechas de Pésaj y Semana Santa.
Esta rara conjunción de días festivos se produce porque, a diferencia del calendario cristiano, que está determinado por el curso del sol y es muy utilizado en el mundo occidental, el calendario islámico está alineado con la luna y el año lunar. Doce meses en el año solar duran 365 días. En el año lunar, en cambio, solo 354. Así, el ciclo islámico de festividades se desplaza a lo largo del calendario occidental en el transcurso de unas tres décadas.
«Hermanos en la humanidad»
Ese transcurso más corto del año ofrece a los musulmanes «la oportunidad de experimentar el Ramadán, así como otros festivales en diferentes estaciones y condiciones climáticas», dijo a DW el portavoz del Consejo de Coordinación de Musulmanes de Alemania, Abdassamad El Yazidi. Al mismo tiempo, asegura que los días sagrados para los musulmanes coinciden en el tiempo con varios días sagrados del cristianismo y el judaísmo. «Eso debería recordarnos que todos somos hermanos en la humanidad y que debemos trabajar juntos por el bien», observa.
Por otro lado, la festividad judía de Pésaj y la fecha de Pascua de las iglesias occidentales siempre se producen con bastante alineación a principios de la primavera, pero no suelen caer precisamente en la misma fecha. En 2022, la Pascua comienza el 16 de abril y la Semana Santa cristiana, que comenzó el 10 de abril el Domingo de Ramos, se desarrolla desde el Jueves Santo en la noche, el 14 de abril, hasta el Domingo de Pascua en la mañana. La festividad cubre la Pasión de Jesús, desde la última cena con sus discípulos hasta la celebración de la resurrección.
La diferencia se debe a que en el calendario cristiano la fecha de la Pascua cae domingo desde el año 325 d.C., más concretamente, en el primer domingo después de la luna llena de primavera. En el calendario judío, por otro lado, la Pascua puede comenzar en cualquier día de la semana.
Celebraciones y tensión en Jerusalén
En ninguna parte del mundo las celebraciones de múltiples religiones monoteístas confluyen tan estrechamente como en Jerusalén. Se puede sentir cómo las tres religiones están «esperando estos días», dijo a DW el monje benedictino alemán Nikodemus Schnabel. En lo que describió como un «momento intenso» allí, «la ciudad vibra literalmente con los diversos peregrinos, como si hubiera una necesidad de ponerse al día después del coronavirus, de volver a celebrar afuera y de unirnos para las fiestas», dijo el monje, que ha vivido en las afueras de la Ciudad Vieja de Jerusalén durante muchos años.
En última instancia, según Schnabel, la experiencia común de un festival de peregrinación conecta las religiones. Los feligreses cristianos, católicos, ortodoxos, protestantes y de otras iglesias del cristianismo desfilan en oración por la Ciudad Vieja por varios días seguidos. El viernes en la mañana, los musulmanes van a la mezquita en el Monte del Templo para orar. Y en esos días muchos judíos concurren a orar en el Muro de los Lamentos, las ruinas del Muro Occidental del Segundo Templo judío en la antigüedad. Los judíos consideran que ese es uno de los lugares más sagrados para rezar debido a su proximidad al cercano Sanctasanctórum, el recinto más sagrado, tanto del Tabernáculo como del Templo de Jerusalén, dos construcciones hebreas del antiguo Israel. Dadas las tensiones políticas de la zona, estos días son siempre un reto para las fuerzas de seguridad de la ciudad.