Las causas son múltiples: el estrés cotidiano, la ansiedad, los horarios laborales cambiantes y una cultura del rendimiento que empuja a millones de personas a buscar descanso químico. Sin embargo, el uso prolongado y sin control de estos fármacos plantea una preocupación creciente para el sistema de salud y para los propios pacientes.
Los llamados hipnóticos y ansiolíticos, especialmente las benzodiacepinas y los nuevos inductores del sueño, están diseñados para tratamientos breves, de no más de dos o tres semanas. Pero la realidad demuestra otra cosa: miles de uruguayos los consumen durante años, a menudo sin supervisión médica adecuada. Esta dependencia silenciosa afecta la memoria, altera el estado de ánimo y puede generar tolerancia, es decir, la necesidad de aumentar las dosis para lograr el mismo efecto.
El Ministerio de Salud Pública ha advertido sobre el riesgo de automedicación y sobre la dispensación irregular en algunas farmacias, donde las recetas se repiten sin una verdadera evaluación médica. En muchos casos, los profesionales enfrentan la presión de pacientes que exigen una receta para “poder dormir”, lo que demuestra cómo el insomnio se ha convertido en un síntoma social antes que clínico.
Los especialistas insisten en la importancia de tratar las causas del insomnio y no solo el síntoma. Las terapias conductuales, la higiene del sueño, la regulación del uso de pantallas y el acompañamiento psicológico son herramientas efectivas que, aunque menos inmediatas que una pastilla, ofrecen soluciones duraderas.
Uruguay ha avanzado en el control de psicofármacos mediante el sistema de recetas electrónicas, pero los vacíos aún son notorios. El desafío está en lograr un equilibrio entre el acceso y el control, entre el derecho al tratamiento y la obligación sanitaria de evitar dependencias que terminan enfermando más de lo que curan.
Dormir es una necesidad biológica, no un lujo. Convertir el descanso en un negocio farmacológico es un error que puede salir caro, tanto para la salud individual como para la pública. La regulación, la educación y la conciencia colectiva deben ser el verdadero sedante de una sociedad que, paradójicamente, vive cada vez más despierta.


esto es un tema que tiene que ser escrito por médicos especialistas………..