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“Seguimos expuestas a distintos tipos de violencia y al juicio público”

Laura Araujo es una uruguaya radicada en Chile. Se desempeña como Monitora en Prevención de Trata y Tráfico de Personas y en Violencia Intrafamiliar y es integrante de la Organización “Observa la Trata Latinoamérica”. Nada ajena a la realidad de muchas mujeres en el país expresa que “no es diferente lo que pasan las mujeres en Uruguay y en Argentina, tanto en lo laboral como en las diferentes áreas en las que podemos desarrollarnos con igualdad pero donde siempre hay trabas”.

“Cada 8 de marzo las mujeres salimos a las calles peleando por nuestros derechos, que por lo general, no están arraigados fehacientemente en lo que es la construcción social», sostiene y agrega «si bien los decretos y las leyes dicen muchas cosas, llegado el momento de hacer efectivos esos derechos, nos encontramos con las mismas trabas, de estar expuestas al rango de que somos mujeres, de que somos débiles, de que somos propiedad y estamos concebidas para procrear y cuidar”, expresando que sigue sucediendo luego de “años demostrando que podemos hacerlo todo, de haber hecho historia y seguirla haciendo”.

No se necesitan estudios para hablar de acoso o violencia, solo basta preguntar en tu círculo, para darte cuenta de que rozamos el 100% de mujeres que hemos, en algun momento, sufrido estas situaciones, entonces Araujo expresa algo cierto: “Si no hay efecto en los hechos, las leyes y los decretos, son solamente un escrito, bajo una construcción social de que nosotras siempre vamos a hacer las malas, las provocadoras, las que vamos a tener al sexo opuesto bajo esa presión de no poderse controlar y cuando llega el momento de  poder hacer la denuncia o hablar, se nos revictimiza o no se nos cree”. Concluyendo entonces que “tenemos que seguir luchando para que se entienda de una vez por todas que somos mujeres con derechos y tenemos  mucho que brindar”.

Cada 8 de marzo “existe porque todavía hay camino por recorrer y por volver a recorrer” y “es una forma de reivindicar y demostrarle al mundo que ya no somos las mismas mujeres de hace años atrás». Para Araujo evidentemente nuestras generaciones han cambiado, porque no solamente luchamos por nosotras sino por las que vienen, para que tengan herramientas y oportunidades, no normalicen ni sufran el machismo y para que tengan el espacio que merecen”.

Nuestras hermanas chilenas “no tienen una situación diferente a las uruguayas”, donde los entes o leyes que deberían protegerlas “las coloca en una situación peor, donde son apuntadas o las asesinan después de denunciar”. Lamentando entonces “que seguimos expuestas a distintos tipos de violencia y además al juicio público” pero afirma que “hoy, tanto en Uruguay como en Chile y en otras partes, estamos criando mujeres con otra impronta de saber quiénes somos, lo que merecemos y lo que no”.

El deje del Estado ante la trata y mujeres extranjeras

Normalmente, en porcentaje, las víctimas por trata son mayoritariamente mujeres y en este caso no solamente se habla de trata sexual sino de todos sus tipos, como por ejemplo, la trata laboral. Araujo denuncia que además “las cifras nunca coinciden con las que tenemos o manejamos las organizaciones sociales y nos hemos dado cuenta de que lamentablemente la judicialización de los casos es muy pequeña con respecto a la realidad”.

Desde su aproximación como integrante de organizaciones sobre la trata, informa que se presentan varios factores, como que “al igual que las mujeres víctimas de violencia, no siempre denuncian por los mismos miedos ya nombrados o sucede que denuncian pero después no se presentan a los juicios, por las demoras. Pueden pasar dos años y las hacen vivir ese proceso de revictimización y enfrentarse a su agresor, cuando la mayoría ya se siente recuperada de ese proceso, cayendo nuevamente”.


El Estado por su parte “tiene las instituciones, pero no tiene el dinero para poder llevar a cabo una buena protección y la profilaxis psicológica, donde hay consultorios y casas de acogida colapsados y falta de personal capacitado”. Tampoco se llega “a las verdaderas cabezas que manejan este delito”, que se encuentra “en el segundo lugar de los que dejan mayor dinero junto al tráfico de armas y de drogas”, cuestionando “¿qué está pasando en nuestra sociedad?”.

Como extranjera viviendo en Chile, habló sobre la situación de discriminación que viven mujeres de ciertos países. “Hay un tema que se está haciendo demasiado visible y es que las mujeres, principalmente las que vienen del Caribe, Venezuela y Colombia, son estigmatizadas y desgraciadamente no se las mira igual que a una mujer uruguaya ante una denuncia o ante una actividad, por ejemplo de pedir trabajo”. Situación que suma a que “se sientan no solamente violentadas por la situación personal que están viviendo sino que también que no tienen el respaldo que deberían”.

Finalizando quiere levantar la voz “por la lucha de no perder nuestros espacios y de seguir peleando por lo que nos merecemos, para que ya no exista ninguna menos, para que nuestros derechos ni nuestros cuerpos no sean avasallados, porque son nuestros así como los de ellos son de ellos” y celebró que “todas las compañeras uruguayas están haciendo un trabajo excelentísimo, así como las chilenas por seguir batallando y no dar ni un paso atrás”.

Probablemente nuestras madres hubieran pensado que era una locura, pero nosotras hoy estamos en este camino y debemos enorgullecernos de eso y seguir pensando en el futuro de nuestras hijas e hijos” añadió. Teniendo en cuenta que “estos cambios sociales, no solamente los podemos hacer nosotras, sino que también tenemos que hacerlos con el sexo opuesto. Tenemos que empezar a educarlos desde pequeños y que entiendan que las mujeres no somos una herramienta ni una cosa sino que somos seres importantes en la vida de todos, en la vida laboral, en la vida familiar y para nuestras propias vidas”.

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