A medida que los tiempos de espera para obtener citas médicas se alargan y la calidad de la atención disminuye, la población comienza a cuestionar la viabilidad de un modelo que debería garantizar el bienestar de todos los ciudadanos.
La sostenibilidad del sistema de salud uruguayo está en juego. La creciente demanda de servicios médicos, combinada con la falta de recursos y personal, ha llevado a que muchos pacientes deban esperar semanas e incluso meses para ser atendidos por un especialista. Esta situación no es solo una molestia; es un síntoma de un sistema que lucha por adaptarse a las necesidades de una población en crecimiento y cada vez más exigente. La falta de atención oportuna puede derivar en complicaciones graves, lo que a largo plazo genera un costo humano y financiero significativo.
Una vez que los pacientes logran conseguir una cita, se enfrentan a otro obstáculo: el tiempo limitado para recibir atención. En muchos casos, los médicos disponen de apenas 15 a 20 minutos para evaluar y diagnosticar a cada paciente. Este breve periodo se convierte en un factor determinante en la calidad del servicio. La falta de tiempo no solo impide una evaluación adecuada, sino que también contribuye a que los pacientes se sientan desatendidos y frustrados. La sostenibilidad de la relación médico-paciente se ve comprometida, erosionando la confianza en el sistema.
Además, la percepción de falta de empatía en la atención médica es una preocupación creciente. Muchos pacientes informan que, en medio de la presión por cumplir con el tiempo asignado, los profesionales de la salud no logran establecer una conexión significativa. Este entorno despersonalizado no solo afecta la experiencia del paciente, sino que también puede tener consecuencias negativas en su SALUD MENTAL y emocional. La falta de una atención centrada en el ser humano es un obstáculo para la sostenibilidad del sistema, ya que contribuye a una desconfianza generalizada que puede llevar a una menor utilización de los servicios de salud.
Los efectos de estos problemas son palpables. A medida que las condiciones de salud de los ciudadanos empeoran por la falta de atención adecuada, el sistema se ve obligado a enfrentar un aumento en la demanda de servicios de emergencia y tratamientos más complejos. Esto crea un ciclo insostenible que compromete aún más la capacidad de respuesta del sistema de salud. La sostenibilidad no solo se refiere a la capacidad financiera del sistema, sino también a su capacidad para atender las necesidades de salud de la población de manera efectiva y compasiva.
Ante esta crisis, es vital que las autoridades sanitarias tomen medidas decisivas. La inversión en recursos humanos y materiales, así como la implementación de estrategias que prioricen la atención centrada en el paciente, son esenciales para garantizar la sostenibilidad del sistema. Fomentar una cultura de empatía y comunicación abierta entre los profesionales de la salud y los pacientes puede ser un paso crucial hacia la restauración de la confianza en el sistema.
La voz de la ciudadanía es un factor determinante en este proceso. Grupos de pacientes y organizaciones de la sociedad civil están exigiendo cambios estructurales que aseguren no solo el acceso a la atención, sino también su calidad. La sostenibilidad del sistema de salud uruguayo depende de la capacidad de todos los actores involucrados para trabajar juntos en pro de un objetivo común: garantizar una atención médica digna y respetuosa para todos.
El sistema de salud en Uruguay enfrenta un momento crítico que amenaza su sostenibilidad. Las largas esperas para consultas médicas, la falta de empatía y la atención insuficiente son problemas que deben ser abordados de manera urgente. Solo a través de un compromiso renovado por parte de las autoridades y la participación activa de la ciudadanía se podrá construir un sistema de salud más eficiente, accesible y humano, asegurando que cada uruguayo reciba la atención que merece.
Lo he venido diciendo por años y cada vez que se toca el tema. El sistema de salud llegó a Uruguay condenado al fracaso y ha fracasado. Ello evidencia que los «importadores» del mismo no tenían la más mínima idea de el modelo que estaban imponiendo y tampoco les interesaba saberlo. Negligencia típica de políticos, total, las consecuencias de sus errores las pagan los demás.