Ese eterno “ser o no ser” que nos invade cuando Argentina juega una final de un Mundial, como en este caso, volvió a instalarse en la cabeza de casi todos los uruguayos este domingo. Una parte de nosotros quería verlos perder, porque no soportamos su fanfarronería y mucho menos la arrogancia de unos cuantos de sus afamados conductores televisivos, por citar un ejemplo que se adapta a la forma de pensar de casi todos los que vivimos de este lado del Río de la Plata.
Pero también había otra parte de nosotros que prefería verlos ganar y sobraban los motivos. Y al que no se identifique con estos argumentos, lo lamento mucho, pero córrase de esta vereda.
A ver. Llevábamos varios Mundiales consecutivos viendo cómo los europeos se coronaban campeones. Hacía 20 años que América del Sur no podía ganar la Copa del Mundo. Aquí, ya tenemos un argumento de mucho peso a favor de quienes preferíamos que ganara Argentina.
¿Otro motivo? ¡Por Messi! Porque el fútbol le debía una Copa del Mundo a este fenómeno que ya quedó en la historia como uno de los mejores jugadores, junto a Pelé y Maradona. Y porque es un tipo sencillo, siempre alejado de actitudes arrogantes tan típicas en algunas super estrellas.
Y si quieren un tercer argumento, que, a mi juicio era el más importante a la hora de decidir hacia qué lado inclinar la preferencia en esta final, mencionemos la candidatura de Uruguay junto con Argentina (también Chile y Paraguay) para ser sedes del Mundial 2030.
Así como en 1929, a la hora de decidir quién sería el país anfitrión del Mundial 1930 resultó un argumento de peso el hecho de que Uruguay había sido el ganador de los dos campeonatos mundiales disputados en 1924 y 28, en 2024, cuando FIFA defina a quién le da la sede de la Copa del Mundo 2030, podría ser beneficioso para nosotros que Argentina sea el campeón del mundo.
Uruguay, Argentina, Chile y Paraguay van por la sede del Mundial 2030, con pretensiones y argumentos que caminan más por senderos sentimentales e históricos que por los tradicionales caminos que vinculan a lo económico, logístico e infraestructural. Es claro que nuestra región no está en condiciones de competir, por ejemplo, con la candidatura de España-Portugal-Ucrania, o con una posible de China. La apuesta de Conmebol, desde el primer momento, apuntó a lo histórico y sentimental, poniendo al Estadio Centenario como máximo símbolo de la candidatura, remarcando una y otra vez que aquí empezó la historia de la Copa del Mundo y que aquí debe celebrarse el centenario de la misma.
Y al argumento y símbolo tan importante para esta candidatura, como lo es el Estadio Centenario, deberíamos sumarle el de tener al país campeón del mundo como candidato a ser sede.
Así que, por el bien común en el que estamos involucrados con nuestros sueños de albergar una Copa del Mundo dentro de 7 años y medio, nos vino bien que “la Argentina” se quedara con este título.