Seregni: El 9 de julio y Acción Nacional

Después del Golpe del 73 logro re encontrarme con mis padres en Buenos Aires. Cuando un amigo nos cuenta que el 9 de julio habrá una manifestación a favor delas Huelga General y contra la dictadura, m viejo entendió que ya no me podía retener. Vuelvo y empieza una etapa en que nos separará un Río. Después del 76 nos separará un océano,pero seremos parte del mismo exilio.

Seregni aparecería muy fuerte en mi vida. Hasta entonces lo había visto, solamente, la mañana del golpe. El 8 de julio, llega Alfredo “Sapo” Arocena, como he dicho, además de Amigo (la mayúscula no es casualidad) Gerente de Dodero, empresa naviera que administraba el Vapor de la Carrera. Por eso iba mucho a Buenos Aires y había ayudado al Toba a salir del país.

Traía una noticia muy importante: al día siguiente habría una manifestación de protesta en Montevideo. Se anunciaba y corría de boca en boca. Sería una protesta y un apoyo a la huelga General de la CNT que llevaría ya 11 días cuando la marcha. Sentía que se me iluminaba el alma. Y se debe haber notado, porque ante el horror de la cara de mi madre, el viejo me dice: “Agarrá tus cosas y andate con el “Sapo”.

No di tiempo a que reconsidere. Bolso en mano, el Sapo me embarcó temprano en Buenos Aires. Ya en Montevideo me hizo bajar cuando se habían ido los funcionarios de Migración (que se hacía en el mismo vapor). Volví a caminar por Montevideo. Había clima para la manifestación. Por supuesto, no se podía promocionar. 

Pero Ruben Castillo (Radio Sarandí), en cada randa leía una estrofa de la poesía de García Lorca que terminaban todas con el verso “A las cinco en punto de la tarde”. Nunca será suficientemente recordado el valor de su gesto.

El que no sabía que era, preguntaba y se enteraba. Al que ya sabía le daba fuerzas, ganas, garra… A las cinco menos cuarto, parecía que todo había fracasado. Pero, sin embargo comercios, farmacias, todo está lleno de gente que solo preguntaba los precios. A las 5 en punto, todo el mundo ganó calle.

La represión fue feroz, pero no pudo con la gente. Carga de caballos sable en mano. “Guanacos” (como llamábamos a los camiones lanza agua para dispersar manifestaciones) en acción…. Pero de Río negro hacia plaza Cagancha, solo se veía una masa humana. Aurelio, el famoso fotógrafo de El Popular, a quien sigo viendo de tanto en tanto, registraba todo, desde encima de un árbol, para la historia. 

Yo la saqué barata. Una mojadura grande, nada más. Pero al otro día se supo que Seregni había ido preso. No sabría describir lo que sentí: bronca, preocupación, ganas de seguir en la trinchera… Habíamos estado a escasos metros uno del otro y ni siquiera lo supe, En noviembre del año siguiente fue liberado, antes de caer preso nuevamente por varios años el 1976 cuando yo ya no estaba en Uruguay.

Durante su primer prisión yo iba y volvía Buenos Aires. Solo me detenían un par de horas al regresar. Salía al interior. Visitaba a dirigentes, muy jugados, del Partido Nacional. Francolino, en Paysandú; el Pompo Requieren, en Río Negro, en Young a Mario Long; hasta al Nano Pérez en Melo. 

Todo hasta que un día el Sub Secretario del Interior, Luis Vargas Garmendia, me notificó la prohibición de ir al interior. La violé una vez y me detuvieron para advirtiere que la próxima, no la sacaba tan barata. 

Cuando liberan a Seregni, y hasta que me voy a fines del 75 él fue, no solo para el Frente y el país,para mi mismo, una figura clave. Me reuní con él. Propuso impulsar juntos, blanco y frentistas, las Jornadas de Acción Nacional. Se trataba de coordinar actividades a las que muchos se pudieran sumar, porque no eran reprimibles. No eran acciones pro activas sino de abstenerse de hacer… 

Por ejemplo jornadas de no consumo, apagones voluntarios. A uno lo pueden meter preso por cacerolear. No por no entrar a una tienda. O por no prender la luz. Se dijo que la Central de Rincón del Bonete llega tener problemas técnicos por una caída brusca de consumo. Cuando la consigna era “no consumo” las tiendas y pilches estaban vacíos por una hora, por ejemplo. 

La falta de experiencia nuestra en la clandestinidad, era una desventaja grande respecto de los compañeros del Frente. Y también era, muy obvia Los coordinadores éramos Oscar Botinelli y yo. Debo confesar que yo era desastroso. Nos reuníamos Seregni con Oscar por el FA y dirigentes nacionalistas como Ortiz, López Balestra y el diputado Goñi de Flores…

En una oportunidad quedé con Oscar que nos reuniríamos en lo de Goñi. Llegué tan sobre la hora, que ni tuve tiempo de avisarle. Goñi se alegró de verme, me convidó con un trago antes de que le pudiera decir que le reunión eran en su casa. Hielo en mano, sonó el timbre: era el “Cacho López”, Goñi, llamaba a su Sra. “más visitas” y cada vez que le iba a decir, llegaba otro… Así el Senador Dardo Ortiz, que le sorprendió más aún. Las llegadas no me daba tiempo de contarle nada al Anfitrión. 

Y llegó Seregni con Botinelli. Goñi casi cae de espaldas de la sorpresa, la emoción, el susto, la alegría… todo junto. Ahí yo improvisé un “bueno ahora que estamos todos juntos, empezará la reunión de Acción Nacional.” ¡Horrible lo mío! Y no todo terminó allí. Culminada la reunión, como corresponde el General y Oscar se fueron. Nosotros, ya que había salido un trago nos quedamos a terminarlo. Llegó la Guardia Republicana. 

Fuimos todos presos. Bueno, casi todos. Porque había algo que no soportaban los represores; el sentido de autoridad. Y Ortiz,l o sabía. Recordemos antes del Golpe, cuando se hizo del manuscrito de Amodio Pérez, en una unidad militar, se negó a devolverlo, hasta que el Coronel Trabal (en mi presencia) lo dejó partir. Esa noche hizo lo mismo. 

Nos iban subiendo de a uno al Camión (a los que entonces llamábamos “roperos”). Faltaba subir Ortiz. Desde el “Ropero” mismo lo vimos salir. Cuando se le acerca un policía, sin perder presencia, se detiene y lo mira fijo. “¿Sabe quién soy?”, le dice mostrando el carnet del disuelto Senado: “tengo inmunidad parlamentaria”. “Perdón Señor” respondió el agente y lo dejó irse. 

Bueno no todo era broma. Pasamos algunas veces muy mal. Antes de que Seregni cayera preso por largo tiempo, y tener que atravesar todo lo que con tanta dignidad enfrentó, fueron muchas las cosas que hicimos y yo fui mejorando mis dotes de organizador. 

Cuando él mismo fue preso de nuevo (el 11 de enero de 1976) yo esperaba en Buenos Aires el momento, que nunca llegó, de regresar. En medio, me habían echado del Poder Judicial (del que era funcionario, sin sumario mediante), había ido preso (preso, no detenido) etc.

Pero Seregni no dejó de estar a mi lado cada día del exilio. El 13 de diciembre del 76 me va a agarrar bajo nieve juntando firmas por su 60º cumpleaños. No hubo acto en que hablara Wilson, ni actividad de la Convergencia, en que no se exigiera su libertad. Nos volveríamos a mirar a los ojos, el 20 de agosto de 1984, cuando, tras el período en el cuartel de Paso de los Toros, tras el regreso, recupero mi libertad. 

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