En su nueva obra, el ecólogo Mauricio Lima aborda caminos para pensar lo que se nos viene ante el fin del período expansivo de la humanidad y pulveriza tanto la idea de la libertad individual como la del crecimiento económico que tanto obsesiona a la izquierda y a la derecha por igual.
La explosión y expansión de los seres humanos durante el siglo XX fue posible gracias a la energía que nos brindó el petróleo. Pero, como argumenta Lima, el petróleo es un stock finito que se está acabando. Mientras tanto, la explosión poblacional de los seres humanos cada vez demanda más energía (y alimentos, y bienes materiales, y áreas para el cultivo y la cría de ganado, etcétera), al tiempo que cada vez resulta más caro extraer petróleo. No sólo somos más, sino que en los últimos 200 años se multiplicó casi por 20 el consumo de energía per cápita. Y gran parte de ese aumento de demanda de recursos y energía se produjo en el siglo XX, en lo que se conoce como “la gran aceleración”.
En su libro anterior, Lima nos mostraba cómo en reiteradas ocasiones la humanidad había pasado por períodos de expansión –cuando la energía y el ambiente lo permitían– y otros de decrecimiento –cuando la energía y el ambiente no permitían sostener a la totalidad de humanos de una sociedad o civilización dada–. Siempre que los humanos sobrepasamos los límites energéticos y ambientales, nos tocó emprender la retirada. En los 80 tal vez el corazón no quisiera entonarla, pero hoy bien haría en contemplar la posibilidad. Y eso es lo que nos proporciona el nuevo libro de Lima, Austeridad o barbarie: desafíos de vivir en un mundo exhausto, una serie de lúcidos y cautivadores ensayos que no sólo provee información científica y de pensadores para comenzar a plantearnos una eventual retirada o desaceleración, sino que también sensibiliza y provoca emociones al respecto. Porque está claro, los seres humanos no somos únicamente seres racionales. Y la verdad es que solemos tomar más decisiones basados en lo que nos mueve el piso que en silogismos lógicos. Cuidado con aquella sabiduría que no llora, nos advertía el libanés Khalil Gibran.
¿Qué quiere decir hacer crecer la economía?
“Como humanidad, estamos comenzando a vivir el ocaso de nuestro efímero y extravagante período de opulencia. Nuestra civilización basada en la energía de los combustibles fósiles se acerca a su fin”, lanza Lima ya en el prólogo de su obra, y agrega que nos quedan décadas o, “como mucho, un siglo”. Ante la inacción de algunos tomadores de decisiones y del sistema político, Lima consideró oportuno “contar una historia diferente a la de los profetas del crecimiento económico infinito, la libertad y la autonomía”. Y, efectivamente, su libro vuela por los aires, desde la ecología y la termodinámica, esos pilares de nuestras sociedades capitalistas contemporáneas.
Comencemos con la idea de autonomía y la defensa de la individualidad. “Nunca hemos sido individuos”, cita Mauricio el nombre de un artículo científico que, justamente, propone que gran parte de los seres vivos, entre ellos todos los animales, somos comunidades de diversos seres. Y luego va más allá: “Todo apunta a que nuestros cuerpos deben ser entendidos en un constante flujo de relaciones con otras especies diferentes en un tejido de interdependencias”.
Y no sólo eso: “Clima y vida, ambiente y organismos van tomados de la mano cambiándose unos a otros”. Mauricio enfatiza entonces que debemos diferenciar “el mundo en que vivimos” del “mundo del que vivimos”, y en varios textos nos invita a pensar realmente de qué dependemos. La respuesta es clara: de flujos de energía, de otros seres vivos y de entidades como los acuíferos, los bosques, los pastizales o el clima. Nuestra libertad y autonomía están muy limitadas por todo eso. Nos invita entonces a pensar otras formas de habitar nuestros territorios que den cuenta de esa interdependencia con entidades y seres no humanos.

