Dos caras

“Vidas encajonadas” Re ensamblajes conceptuales y obras plásticas de Claudio Rama

Miramos a los demás y ellos nos miran.  La vida es observar y ser escudriñado, pero nadie nos devela realmente, sino que se ven apenas algunas de nuestras diversas caras. Es que somos portadores de varias máscaras en el camino de la vida. Detrás de cada uno de nosotros se esconde una compleja dualidad que nos impone varias caras. Las que guardamos en la intimidad y las que son herramientas para navegar en el mundo complejo de las interacciones humanas, para protegernos y adaptarnos a los entornos. En ocasiones, incluso es una coraza y espejo distorsionado para evitar conflictos, realizarnos o proteger nuestra vulnerabilidad. Máscaras que cambian y confunden el rostro real y profundo que escondemos. No somos  una cara u otra, sino esclavos de circunstancias de donde irrumpen nuestros miedos o deseos profundos. Nos realizamos en nuevas caras y otras las aborrecemos. También desnudamos el rostro, pero las máscaras siempre nos representan. Caras y máscaras se alternan y somos bifrontes. En ese cambio permanente, de día y de noche, irrumpen hasta formas desconocidas de nosotros mismos. Metamorfosis donde el género o el trabajo, el sentimiento o el cuerpo, el amor o el odio imponen sus improntas.  Las asumimos  con deseo pero también con temor o pena.

Ellas son también los lentes con los cuales vemos el mundo, y que nos iluminan mientras también deforman la mirada. Quienes somos nos preguntamos también nosotros. La cara que alguien vio alguna vez, la que no ven o la que observan diariamente. Tampoco nosotros sabemos quiénes somos y siempre vivimos engañados por nuestros espejos. Como pretender entonces que los otros, aquellos que están lejos, que poco les importa,  que apenas nos ven de reojo en un parpadeo, logren saber quiénes somos cuando nuestros rostros cambian como un pestañeo sin que ni nosotros mismos tengamos plena conciencia de su forma ni de lo que transmiten. 

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