En la jornada del jueves 3 de julio, diario La R junto al Centro Internacional de Comunicación y Prensa de China, visitó el Estadio Nacional, más conocido como el “Nido de Pájaro” y el Water Cube de Beijing. El primero, un edificio monumental que se erige en el corazón del Parque Olímpico de Beijing. A simple vista, su imponente estructura de acero entrelazado evoca el diseño de un nido. Detrás de este símbolo, se cuenta con una historia, tecnología de punta y un mensaje de sostenibilidad.
Inaugurado en 2008 como sede principal de los Juegos Olímpicos de verano, y reutilizado en 2022 para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno, el Nido de Pájaro es la única sede del mundo que ha albergado dos ceremonias olímpicas de apertura y clausura, marcando un hito en la historia del deporte.
El Estadio fue diseñado para una vida útil de cien años y cuenta con una capacidad de 91.000 espectadores. El recinto posee siete niveles sobre el nivel del suelo y tres niveles subterráneos, en los que se distribuyen palcos VIP, áreas de prensa, zonas comerciales y hasta un sistema de calefacción geotérmica basado en 312 pozos perforados bajo el campo de juego.
Este estadio no solo fue construido para los Juegos, sino para perdurar como ícono de la modernización china. Es una plataforma de intercambio internacional y una ventana a la capacidad tecnológica del país.
Ingeniería verde a escala monumental
La arquitectura del “Nido” combina estética, funcionalidad y un compromiso firme con el medioambiente, ya que, gracias a su diseño semiabierto, el recinto aprovecha la ventilación cruzada y la luz natural, reduciendo considerablemente el consumo energético.
En su estructura se aplicaron tecnologías de generación solar fotovoltaica, sistemas de reciclaje de agua de lluvia y climatización basada en energía geotérmica. Estas características lo han posicionado como un “edificio verde” a gran escala, un ejemplo de arquitectura sustentable al servicio de las grandes ciudades.
Las 42.000 toneladas de acero utilizado, forma una red entrelazada en forma de silla de montar que no está conectada estructuralmente con las gradas de hormigón. Esta separación no solo permitió resolver desafíos constructivos complejos, como la soldadura en altura y la precisión del ensamblaje, sino que también refleja el nivel de desarrollo tecnológico que China ha alcanzado en materia de ingeniería civil.

Del agua al hielo: el Water Cube
La segunda parada del día fue el Centro Acuático Nacional, conocido como el Water Cube durante los Juegos Olímpicos de 2008 y como Ice Cube en su versión invernal para los Juegos de 2022. A diferencia de otros recintos, esta sede olímpica fue financiada íntegramente mediante donaciones de chinos residentes en Hong Kong, Macao, Taiwán y comunidades del exterior, logrando convertirse en un símbolo de unidad nacional.
Con capacidad para 17.000 personas, 6.000 asientos fijos y 11.000 temporales; el Water Cube fue transformado tras los Juegos en un centro deportivo multifuncional. Hoy alberga piscinas olímpicas, pistas de patinaje, un parque acuático y un gimnasio.
La visita permitió conocer el proceso de conversión de agua a hielo, una innovación técnica que le ha permitido al recinto acoger competiciones de curling de alto nivel, como las de 2019 y 2021. El curling, es un deporte de invierno practicado sobre una pista de hielo, en el que los jugadores, provistos de cepillos con los que barren la superficie, hacen que piedras pulidas empujadas desde el área de tiro se deslicen hacia una diana.
Patrimonio olímpico en constante evolución
El legado de las sedes olímpicas de Beijing no es estático. Tanto el Nido de Pájaro como el Water Cube encarnan la idea de una herencia funcional y en permanente transformación. Lejos de convertirse en elefantes blancos, ambos complejos se integran activamente a la vida cultural, deportiva y turística de la capital china.
Desde su reapertura, el Centro Acuático ha recibido a más de 31 millones de visitantes y ha ofrecido servicios de natación y fitness a más de tres millones de personas. El Nido de Pájaro, por su parte, continúa albergando eventos deportivos, conciertos y actividades institucionales, consolidándose como uno de los espacios públicos más importantes del país.
Estos espacios olímpicos reflejan no solo un modelo de desarrollo urbano sustentable, sino también el espíritu de continuidad, apertura e innovación que promueve China en el siglo XXI.
A 16 años de los Juegos Olímpicos de 2008 y tras el éxito de Beijing 2022, el Nido de Pájaro y el Water Cube se mantienen como símbolos palpables de lo que China es capaz de proyectar al mundo con su modernidad, eficiencia, identidad nacional y vocación internacional.