El Marketing Digital Libertario, su impacto cultural y político y la inercia de la oposición

La "nueva derecha argentina", ha redefinido el juego político.

La «nueva derecha argentina», ha redefinido el juego político mediante estrategias digitales agresivas, mientras la oposición —en particular los sectores del amplio abanico que se extiende desde el centro democrático hasta los sectores progresistas— parecen incapaces de contrarrestar su avance. Este fenómeno no solo refleja una brecha en habilidades digitales, sino también contradicciones históricas dentro del campo democrático y progresista, que hoy lucha por reconectar con un electorado seducido por narrativas disruptivas, incluso cuando estas promueven discursos regresivos.

¿Por qué la oposición no ha sabido reaccionar?

  1. Carencias en el mundo digital: Estrategias desfasadas y falta de innovación.

La oposición, especialmente el peronismo y sectores progresistas, sigue confiando en redes clientelares, sindicatos y medios tradicionales (ej.: actos masivos, televisión), sin priorizar la construcción de comunidades digitales sólidas. Mientras la derecha viraliza consignas en TikTok, la izquierda mantiene discursos largos y complejos, poco compatibles con algoritmos que premian la inmediatez. Este hecho pone de relieve el escaso expertise en herramientas como el microtargeting o análisis de datos para segmentar audiencias. En contraste, La Libertad Avanza invierte en consultoras especializadas en redes sociales, como ocurrió en su campaña del 2023. La derecha coopta a figuras jóvenes, gamers y podcasters , mientras la oposición depende de líderes anclados en la «vieja política», percibidos como desconectados de las dinámicas juveniles.

  1. Contradicciones del progresismo: Crisis narrativa y pérdida de iniciativa

El progresismo argentino, tras décadas de alternancia en el poder (kirchnerismo, alianzas centristas, e inclusive la derecha macrista), hoy es asociado por muchos con el statu quo. La nueva derecha libertaria, en cambio, se apropió de términos como «revolución» o «liberación», presentándose como fuerza antisistema, pese a su agenda económica elitista, regresiva y antipopular. Mientras la derecha unifica su mensaje en consignas simples («¡Viva la Libertad, Carajo!»), el progresismo enfrenta tensiones internas (ej.: ambientalismo vs. extractivismo, derechos sociales vs. ajuste fiscal), lo que diluye su capacidad de comunicar una visión coherente y fácilmente comprensible por el gran público, especialmente los jóvenes. La crisis económica (200% de inflación en 2023) fue capitalizada por la nueva derecha libertaria con soluciones simples («dolarización»), aunque en los hechos luego orientó sus medidas por senderos diferentes, sin romper con el sesgo anti estado y rupturista.

El progresismo, en cambio, oscila entre la defensa de subsidios (vistos como insostenibles) y propuestas de reformas graduales, percibidas como ambiguas.

  1. El factor emocional: La derecha entendió el enojo, la izquierda lo subestimó

Milei y sus aliados canalizaron el descontento post-pandemia con mensajes catárticos («¡El ajuste lo paga la casta!»), mientras el progresismo insistió en un relato de «resistencia» que sonó derrotista para sectores jóvenes y clases medias empobrecidas.

La derecha usa humor ácido y un tono anti-políticamente correcto (ej.: memes comparando líderes políticos con ratas, a los periodistas con ensobrados, a los economistas que piensan distinto de Milei con econochantas), atrayendo a una generación que rechaza la solemnidad de la política tradicional.

Ejemplos concretos en el contexto argentino

Mientras los partidos de centro y el progresismo enfocó su estrategia en recordar logros de gobiernos pasados, La Libertad Avanza saturó redes con videos de Milei destruyendo piñatas o Milei en su papel de león con la motosierra erradicando los vicios de la «casta», usando símbolos pop (ej.: guitarras, e inclusive escenas de El Padrino).

La oposición falló en contrarrestar teorías conspirativas como «el robo de las retenciones», viralizadas en WhatsApp. En respuesta, replicó formatos pasivos sin adaptarse al lenguaje informal de las redes.

Consecuencias: ¿Por qué importa esta brecha

La derecha logró instalar que «lo nuevo» es recortar derechos, no expandirlos. El progresismo queda atrapado en una defensa reactiva («evitar el retroceso»), sin proyectar futuro. Si la oposición no revierte su desconexión digital, el relato de «la libertad individual vs. “El Estado opresor» podría naturalizarse, incluso en sectores populares. La inercia de la oposición argentina ante el tsunami digital de la derecha no es solo un problema técnico, sino síntoma de una crisis profunda: el centro democrático y republicano así como el progresismo peronista y no peronista perdieron la capacidad de narrar el futuro.

Recuperar la iniciativa exigirá no solo dominar algoritmos, sino replantear su relación con las mayorías, hoy seducidas por un relato de cambio que, paradójicamente, promete llevarlas al pasado. La batalla no es solo digital; es cultural, y está definiendo qué significa «progreso» en el siglo XXI.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Latest from Opinión