Fibromialgia: Afección que ataca la salud física y degrada la calidad de vida

Alrededor del 50% de las personas con la enfermedad ven frustrado su desarrollo diario y laboral.

La fibromialgia es una condición que se caracteriza por un dolor generalizado musculoesquelético, seguido de cansancio y trastornos de sueño, memoria y humor. Los científicos sostienen que la fibromialgia potencia las percepciones del dolor, ya que incide en cómo el cerebro y la médula espinal procesan las señales de dolor y no dolor.

Los síntomas a menudo comienzan después de un evento, como un traumatismo físico, cirugía, infección o estrés psicológico significativo. En otros casos, los síntomas se acumulan progresivamente con el tiempo, sin que exista un evento desencadenante.

Las mujeres son más propensas que los hombres a desarrollar fibromialgia. Muchas personas con fibromialgia también tienen dolores de cabeza tensionales, trastornos de la articulación temporomandibular, síndrome de colon irritable, ansiedad y depresión. La afección ataca aproximadamente entre el 2 y el 4% de la población mundial.

Este estado pertenece a los denominados síndromes de sensibilización central, en los que el sistema nervioso amplifica las señales de dolor. El estrés crónico es uno de los factores más significativos que pueden predisponer a su surgimiento o agravamiento. Para detectar la enfermedad, los especialistas observan los siguientes síntomas: fatiga extrema, trastornos del sueño, dificultades cognitivas (problemas de concentración, atención y memoria), dolores musculares y rigidez articular, hipersensibilidad a estímulos ambientales (ruidos, luces, olores, temperaturas), cefaleas, entre otros. Si bien no existe una cura para la fibromialgia, hay varios medicamentos que pueden ayudar a controlar los síntomas. El ejercicio, la relajación y las medidas para reducir el estrés también pueden ayudar. Entre los tratamientos no farmacológicos resaltan la actividad física, como los aeróbicos, el fortalecimiento muscular y los estiramientos que ayudan a mejorar la flexibilidad. La terapia física es otra que puede incluir una solución momentánea con la ayuda de tratamientos de calor, acuáticos, masajes y otras técnicas que ayuden a aliviar la tensión muscular.

Efecto psicológico

Al ser un dolor persistente debido a su afección crónica, puede alterar profundamente la vida diaria e ir más allá de un problema físico. Dentro de los problemas se ven involucrados procesos emocionales, cognitivos y sensoriales, además de problemas para dormir, síntomas de ansiedad y depresión (que se presentan en el 60% de los casos), junto a trastornos de la memoria y la atención. Todo este contexto afecta la calidad de vida laboral, familiar y personal.

Los especialistas resaltan las técnicas cognitivo-conductual para manejar el dolor, el estrés y la ansiedad. Por otro lado, el yoga puede ayudar a mejorar la flexibilidad, el equilibrio y la relajación. En cuanto a los mindfulness y otras terapias complementarias: La terapia recreacional, la música y la danza pueden ayudar a reducir el estrés y mejorar la calidad de vida. Más allá de que no tiene cura, un diagnóstico oportuno resulta esencial para iniciar un tratamiento efectivo y mejorar el pronóstico.

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