La historia en disputa: Rusia y China frente a la narrativa de la Segunda Guerra Mundial

En el marco de la visita de Xi Jinping a Moscú, el analista ruso Andrey Kortunov advierte sobre los peligros de falsificar la historia por intereses políticos.

Banderas de Rusia y China (Foto CGTN).

El Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular de China confirmó durante la jornada del domingo que el presidente, Xi Jinping, realizará una visita de Estado a Rusia del 7 al 10 de mayo debido a una invitación del presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin.

Durante su estancia, Xi Jinping asistirá a las celebraciones del 80° Aniversario de la Victoria en la Gran Guerra Patria, que conmemora el triunfo de la antigua Unión Soviética sobre la Alemania Nazi donde se llevará a cabo un desfile militar en la Plaza Roja de Moscú.

Según informaron medios locales, Xi Jinping mantendrá una “comunicación estratégica” con el dirigente Vladimir Putin, “sobre el desarrollo de las relaciones sino-rusas” y “una serie de importantes cuestiones internacionales y regionales”.

Bajo este marco, el especialista ruso en temas de actualidad, Andrey Kortunov, compartió en la agencia de noticias china CGTN su columna de opinión donde aborda temas relacionados a la historia, específicamente como se han contado lo sucedido en la Segunda Guerra Mundial desde occidente y cual fue el papel real de China y Rusia en este acontecimiento. El especialista reafirme que “la distorsión maliciosa no debe oscurecer la autenticidad de la historia”.

 

Historia, ideología y verdad: una delgada línea roja

Para Kortunov, difícilmente los historiadores coincidan plenamente, incluso cuando se trata de acontecimientos de suma importancia como lo puede ser cualquiera de las guerras por las cuales ha transitado nuestro planeta. Explica que con la desclasificación de nuevos documentos y nuevas excavaciones en los lugares donde surgieron las batallas más importantes, probablemente surjan nuevas teorías e hipótesis que “alimentarán el debate y ofrecerán narrativas contradictorias sobre el conflicto militar más devastador de la historia de la humanidad”.

Pese a esto, considera que existe una clara línea roja entre la búsqueda de nuevos acontecimientos y el intento deliberado de falsificar la historia. “Lo primero es una noble búsqueda de la verdad y la comprensión, mientras que lo segundo es un intento deplorable de modificar el pasado en beneficio de objetivos políticos o ambiciones personales”, explica.

Kortunov considera que un académico honesto que emprende un proyecto de investigación no puede estar completamente seguro de lo que encontrará al final; mientras que “un político sin escrúpulos que presenta una versión falsificada de la historia sabe perfectamente qué imagen presentar al público objetivo”. El especialista entiende que la verdad se mezcla hábilmente con mentiras, “mientras que las invenciones se disuelven en hechos reales para hacer la imagen más creíble y atractiva”.

Ensayo de la Guardia de Honor del Ejército Popular de Liberación de China en la Plaza Roja de Moscú (Foto CGTN).

Falsas equivalencias y víctimas selectivas

Una de las manifestaciones más gráficas de las falsificaciones de la Segunda Guerra Mundial para Kortunov es la afirmación de que la Alemania nazi y la Unión Soviética fueron conjuntamente responsables del comienzo de la guerra; ya que “la narrativa que equipara a nazis y soviéticos es absurda porque ignora por completo la historia del fascismo en Europa y los repetidos intentos de Moscú de convencer a Londres, París y Varsovia de formar una alianza contra él. Solo tras la ‘Traición de Múnich’ de Occidente, el pacto de 1938 entre Alemania, el Reino Unido, Francia e Italia que obligó a Checoslovaquia a ceder territorio a Alemania sin su consentimiento, Moscú decidió firmar un tratado de no agresión con Alemania para ganar tiempo antes de la invasión”.

Por parte de la narrativa occidental dominante sobre la Segunda Guerra Mundial, se presenta el conflicto como una cruda batalla moral entre el bien y el mal. Como resultado, existe una creciente evasiva al reconocer el papel crucial que Rusia y China desempeñaron en la derrota de la Alemania nazi y el Japón militarista denuncia Kortunov, quien reafirma que tampoco se reconocen las contribuciones de los movimientos de resistencia liderados por los comunistas en países como Francia, Italia, Checoslovaquia, Yugoslavia y Grecia; debido a sesgos ideológicos que excluyen a estos grupos de la narrativa dominante de las “fuerzas liberadas heroicas” en la lucha contra las naciones del Eje, la coalición liderada por Alemania, Italia y Japón.

Desde el punto de vista de Kortunov, la visión predominante en la mayoría de los países occidentales atribuye a Estados Unidos como la principal fuerza impulsora de la victoria, junto con el limitado apoyo de otros aliados. “Esta interpretación de la Segunda Guerra Mundial no se corresponde con la realidad, pero encaja perfectamente con la interpretación maniquea, ahora popular, de la política mundial”.

El riesgo de manipular la historia: consecuencias para el presente y el futuro

Dentro de la columna, Kortunov identifica otra distorsión típica de la historia, la representación selectiva de las víctimas de la guerra, explicando que “se presta mucha atención a las atrocidades sufridas por los europeos bajo la ocupación nazi o por los europeos en Asia a manos de los japoneses, mientras que el inmenso sufrimiento de las poblaciones no europeas con frecuencia recibe mucho menos reconocimiento”.

Por otro lado, expresa que la noción de culpa colectiva no debe invalidar el principio de responsabilidad individual por crímenes de guerra verificables, ya que toda vida humana tiene el mismo valor y todas las victimas merecen la misma empatía; “incluso quienes sirvieron en las fuerzas armadas alemanas y japonesas durante la guerra”.

Cuando hablamos de la Segunda Guerra Mundial, se suele pasar por alto que la Unión Soviética y China sufrieron el mayor coste humano, con 27 y 35 millones de bajas. Explica que una parte significativa de estas pérdidas fueron civiles, y la escala y la brutalidad de las atrocidades cometidas en tiempos de guerra en territorios soviéticos y chinos “superaron con creces las sufridas en la mayoría de las demás regiones”.

Andrey Kortunov describe que “la política contemporánea inevitablemente moldea nuestra interpretación del pasado, ya que las personas suelen buscar narrativas históricas que se alineen con sus creencias y agendas actuales”. Pese a ello, la historia debería de abordarse con integridad, no como una herramienta para justificar las posturas políticas actuales. “No se trata de defender el orgullo nacional ni de preservar mitos reconfortantes; toda nación, independientemente de su tamaño o riqueza, tiene momentos de honor y episodios de arrepentimiento en su trayectoria histórica. Una narrativa nacional equilibrada incluye tanto triunfos como fracasos”.

“Pero cuando la historia se manipula deliberadamente para favorecer intereses políticos a corto plazo, corremos el riesgo de empañar nuestra comprensión del presente y socavar nuestra visión del futuro. Esta distorsión deliberada no solo es intelectualmente deshonesta, sino que también podría acarrear graves consecuencias”, concluye.

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