La Luna sufrió el doble de impactos de los que se ven en su superficie

Hace unos 4.400 millones de años asteroides y cometas golpearon al sátelite terreste.

Científicos del MIT han descubierto que la porosidad de la corteza lunar, que llega hasta muy por debajo de la superficie, puede revelar mucho sobre la historia del bombardeo de la Luna.

En un estudio publicado en ‘Nature Geoscience’, han demostrado mediante simulaciones que, al principio del período de bombardeo, la luna era muy porosa, casi un tercio de la porosidad de la piedra pómez. Esta elevada porosidad fue probablemente el resultado de los primeros impactos masivos que destrozaron gran parte de la corteza. Hace unos 4.400 millones de años asteroides y cometas masivos y, más tarde, las rocas más pequeñas y los desechos galácticos golpeaban la luna y otros cuerpos terrestres infantes. Este periodo terminó hace unos 3.800 millones de años. En la Luna, esta época tumultuosa dejó tras de sí una cara fuertemente craterizada y una corteza agrietada y porosa.

Los científicos suponían que una avalancha continua de impactos iría aumentando lentamente la porosidad. Pero, sorprendentemente, el equipo descubrió que casi toda la porosidad de la Luna se formó rápidamente con estos impactos masivos, y que el ataque continuado de impactadores más pequeños en realidad compactó su superficie. Estos impactos posteriores, más pequeños, actuaron en cambio para apretar y compactar algunas de las grietas y fallas existentes en la luna. A partir de sus simulaciones, los investigadores también estimaron que la luna experimentó el doble de impactos de los que se pueden ver en la superficie. Esta estimación es inferior a lo que otros han supuesto.

«Las estimaciones anteriores situaban ese número mucho más alto, hasta 10 veces los impactos que vemos en la superficie, y nosotros estamos prediciendo que hubo menos impactos –dice en un comunicado el coautor del estudio Jason Soderblom, científico investigador del Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias (EAPS) del MIT–. Esto es importante porque limita el material total que los impactadores como los asteroides y los cometas trajeron a la Luna y a los cuerpos terrestres, y da restricciones a la formación y evolución de los planetas en todo el sistema solar». En el nuevo estudio del equipo, los investigadores trataron de rastrear la cambiante porosidad de la luna y utilizar esos cambios bajo la superficie para estimar el número de impactos que se produjeron en su superficie.

«Sabemos que la luna ha sido tan bombardeada que lo que vemos en la superficie ya no es un registro de todos los impactos que ha tenido la luna, porque en algún momento, los impactos fueron borrando los impactos anteriores –señal Soderblom–. Lo que estamos descubriendo es que la forma en que los impactos crearon la porosidad en la corteza no se destruye, y eso puede darnos una mejor restricción del número total de impactos a los que la luna estuvo sometida». Estas simulaciones mostraron una clara tendencia: Al comienzo del bombardeo pesado de la Luna, hace 4.300 millones de años, la corteza era muy porosa, alrededor del 20% (en comparación, la porosidad de la piedra pómez es de entre el 60% y el 80%). Hace cerca de 3.800 millones de años, la corteza se volvió menos porosa, y se mantiene en su porosidad actual de alrededor del 10 por ciento.

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