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La pelota de fútbol también tiene su Noche de la Nostalgia

El recuerdo de aquellas cosas que eran características del fútbol uruguayo.

Mientras Jhon Travolta contagiaba su fiebre de sábado por la noche, Sánchez Padilla alimentaba de fútbol las mañanas domingueras, televisando partidos entre los cuadros chicos, y regalando kilos de yerba al autor del último gol. Eran los años setenta y Estadio Uno marcaba el camino que Tenfield recorrería veinte años más tarde…

Como todos los años desde hace más de cuatro décadas, Uruguay vivirá este 24 de agosto su ya clásica “Noche de la Nostalgia”, jornada en la que, desde 1978, los amantes de la música disfrutan de los inolvidables temas que marcaron una época, resucitando por unas horas en sus agradecidos tímpanos, a desaparecidos grupos y solistas que hicieron bailar al mundo entero con sus éxitos. 

En estas páginas, pretenderemos que el fútbol también tenga su día de recuerdos. No encontrarán en esta nota (prohibida para menores 20) nada que se parezca a un comentario sobre un partido, un campeonato o jugadores de antaño. La idea es recordar cosas características de una época que ya fue, y seguramente provocarán nuestra nostalgia.

Las décadas del sesenta, setenta, ochenta y noventa piden cancha en estas melancólicas páginas que se pintan de sepia y pretenden mantener vivo el recuerdo de las costumbres de aquel Uruguay.

El fútbol por Canal 5 los domingos de mañana

Los relatores de hoy son los sucesores del gran Carlos Prieto, que ante un remate que pasaba cerca del palo gritaba “¡tiró!…ustedes lo vieron!”. La frase del relator marcaría una época, y hasta llegaría a ser utilizada en el jingle del programa Estadio Uno. ¿Se acuerdan de la canción?, decía algo así como… “ustedes lo vieron, en Estadio Uno, el programa número uno; el programa deportivo con más actualidad, con un show de goles que es genial; todos los deportes, toda la emoción, notas, comentarios y el gol”. Otro recuerdo imborrable de los partidos de Canal 5, era la ubicación que Prieto daba a los telespectadores al inicio del encuentro. Eran tiempos de televisión en blanco y negro, por lo que el relator orientaba diciendo “señora, señor, a la derecha de su imagen juega el Danubio Fútbol Club, camisa clara en su pantalla. 

“Parabiaguito, el zapato de fútbol igualito a los de Primera División”, era animador permanente de las tandas publicitarias de Canal 5, que además de los domingos de mañana, también emitía pero en diferido, el domingo a la noche, el partido que el grande había jugado por la tarde. Los zapatos de fútbol de aquel entonces no contaban con tapones intercambiables como los de hoy. 

Los alcanza pelotas “Sanforizado”

De la misma época que Sánchez Padilla, Prieto, Estadio Uno, Travolta, saltan a la memoria los alcanza pelotas del estadio. En el entretiempo, los chicos se transformaban en publicidad estática humana, ya que cada uno tenía un buzo con una letra, y se formaban uno junto al otro armando la palabra Sanforizado, desaparecido producto de la empresa Alpargatas, símbolo de un país en el que las industrias nacionales eran fuertes y albergaban a cientos de trabajadores. Funsa también era uno de los sponsors que utilizaba a los alcanza pelotas para hacer publicidad. Los pibes, cumplían la tarea e inmediatamente corrían a jugar un picadito, entreteniendo a los hinchas que esperaban por el segundo tiempo.

El Centenario y sus costumbres

“Nos vemos en el reloj de la Olímpica”. El reloj ubicado en las afueras de la tribuna, era el punto de encuentro de los hinchas amigos que ingresaban juntos al estadio a alentar al cuadro de los amores. El Centenario era el único estadio de fútbol en el mundo con cancha de basquetbol. Donde hoy está la platea Olímpica había un rectángulo de juego que desapareció en 1980. La reforma del coloso de cemento para la Copa de Oro de hace cuatro décadas, también terminó con el aspecto exterior de las tribunas, que dejaban ver sus ladrillos rojos. El estadio pintó su cara color cremita y luego fue variando con el correr de los años. 

Por dentro, los altoparlantes dejaban escuchar la voz de Antonio López Alegre, el locutor fallecido hace ya unos años, que informaba desde la cabina de audio “se solicita al conductor del vehículo matrícula 376-451, favor presentarse junto al mismo”, o “se solicita al señor Juan Fernández, favor presentarse en puerta de palco oficial; informó, whisky Greggsons”.

“Tintorería Biere, para ropa manchada, es la que se prefiere, la más acreditada”… ¿se acuerdan de ese jingle?. ¡Cómo no acordarse si hasta los que recién pisan los cuarenta han llegado a escucharlo en los altavoces del estadio! 

Por las tribunas, los cafeteros de Sorocabana resaltaban por sus colores verde y amarillo, y en los alrededores del Centenario pululaban los carritos de “El Galleguito”, escala ineludible para mandarse un choripán a la salida del partido. 

Las marcas, Carrasco, Morena

El talud no tenía asientos hasta la reforma del Centenario para la Copa de Oro del 80. El pedregullo de la cancha sobre la tribuna

Olímpica mostraba enormes letras plateadas que decían “Republicana”. También Chesterfield y Denver ponían sus cigarrillos frente a nuestros ojos, pero utilizando los tradicionales carteles de estática al costado del campo de juego. 

Carrasco y Morena eran los ídolos de los clubes grandes, y sus rostros aparecían en remeras que los chicos pedíamos para el día del niño. Morena promocionaba la ropa deportiva Bullit, y Víctor Hugo relataba “Carrascazos”. Años más tarde, Cataldi inventaba la primera colecta de hinchas para pagarle a un jugador… “A Morena lo traemos todos, porque todos somos Peñarol, una hinchada que se juega entera, para verlo otra vez campeón”. Al “Potrillo” lo repatriaban de España a inicios de los ochenta, y los fanáticos volverían a verlo colgado de la reja de la puerta que separa la platea América de la cancha. Era ese el rincón preferido por el goleador para celebrar sus conquistas. 

A propósito de rincones, las hinchadas de los grandes ocupaban apenas el sector inferior de la Ámsterdam, recostándose la tricolor sobre la Olímpica y la carbonera sobre la América. Recién en 1986 se separaron, terminando así con las grescas que ya eran comunes durante cada clásico. Luego de eso, empezaron a cascarse en las afueras del Centenario.

Aquellas 5 aros de gajos

Aún hoy se dice que “la pelota pegó en el palo”, siendo que hace ya mucho tiempo los caños reemplazaron a los postes de madera. También cambió la pelota. La 5 aros de gajos se fue por raya de fondo, y el corner se levantó con la Jabulani. 

A propósito de marcas, en esta época es amplio el espectro, pero a comienzos de los ochenta Adidas vestía a casi todos los clubes. 

Nacional, Peñarol, la selección, dieron vueltas olímpicas entre 1980 y 82 con la marca de las tres tiras. Topper fue otra de las marcas que visitó a muchos equipos en los años ochenta y noventa.

Hoy es tiempo de Nike y de las siempre vigentes Adidas y Puma.

El tablero de la Ámsterdam era centro de las miradas. Allí no solo estaba el cartel que indicaba el resultado parcial del partido en disputa en el estadio Centenario, sino también los scorers de los encuentros que simultáneamente se jugaban en las canchas chicas. El funcionario de CAFO, radio en mano, quitaba el “0” y ponía el “1” cuando Sud América le hacía un gol a Fénix en el viejo Fortín, hoy Parque Fossa; y ponía el “3” en lugar del “2” cuando Rampla goleaba a Wanderers en el Parque Nelson, hoy estadio Olímpico. 

La Sport y El Diario

La Sport ilustrada, más que una revista semanal era como una biblia para los futboleros, que todos los martes asaltaban los quioscos agotando los tirajes. El Diario de la noche también era devorado por los hambrientos lectores que encontraban en sus páginas, apenas un ratito después de terminados los partidos, fotos y comentarios con el resultado destacado con letras blancas dentro de un círculo negro.

Desde ya un buen tiempo los celulares y las redes sociales han llegado para sustituir a esas viejas publicaciones.

El Profu

En 1986 se creó el Profu, sistema de pronósticos futbolísticos que tuvo su momento de esplendor. Cuando el pozo crecía, los apostadores llegaban a comprar hasta 50 entradas solamente para hacer la jugada que salvara sus bolsillos. A diferencia de quinielas, tómbolas y 5 de Oro, el Profu otorgaba la gran ventaja de que no se trataba de un juego de azar, pues había mucho de lógica. Cuatro partidos de la etapa del Campeonato Uruguayo integraban la boleta en la que, a diferencia del Prode argentino, había que marcar la cantidad de goles que anotaría cada uno de los equipos. Las urnas, donde los hinchas colocaban sus pronósticos, estaban colocadas en las puertas de ingreso a las canchas y las retiraban faltando diez minutos para el inicio de los partidos, y luego, a comerse las uñas esperando los goles de todas las canchas. El Profu no tuvo mucha vida, vaya uno a saber por qué, y a los pocos años marcharía a la urna, pero del cementerio.

Épocas de camisetas sin sponsors.

Hoy es común ver sponsors en las camisetas de nuestros equipos grandes, pero hasta 1985 las gloriosas mallas de tricolores y carboneros lucían despejadas. Recién en 1985 apareció la cooperativa ANDA luciendo en los pechos albos y aurinegros, dejando su espacio a Wolskwagen en 1986. Con esta marca, Peñarol en el 87 y Nacional en el 88 apretaron el acelerador a fondo y no frenaron hasta levantar la Libertadores. Danubianos y violetas también tuvieron un sponsor en común, y se coronaron en esos mismos años pero en el Campeonato Uruguayo. 

Defensor en el 87 y Danubio en el 88, con Lee en sus casacas, se vistieron de gloria en el fútbol local. Precisamente fue esa firma una de las primeras que publicitó en camisetas de equipos profesionales, a inicios de la década.

Progreso tuvo a Garoto como sponsor durante muchos años. 

Hasta la década del setenta no existían auspiciantes en las ajustadas camisetas con números bordados de lana. Hoy, no tener sponsor en la casaca es inusual.

Todo tiempo pasado…

Dicen que todo tiempo pasado fue mejor. Puede ser cierto o un poco exagerado. Lo real es que las cosas lindas de aquellos años provocan nostalgia y nos pintan una sonrisa más cercana a la tristeza que a la alegría, sabedores que se trata de gratos momentos que no volveremos a vivir. Claro que dentro de 25 años, en las páginas web de cualquier diario digital, algún melancólico periodista escribirá sobre los años dos mil…cuando el estadio tenía butacas en todas las tribunas, y recordará que Romano le pedía a Scelza… “pintá el partido Jotacé”, en las transmisiones de los partidos “que antes iban por TV cable, y se jugaban “en el desaparecido Estadio Centenario, donde hoy se encuentra el Súper Hiper Shopping de una empresa extranjera”.

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