En diversas oportunidades, Diario La R ha abordado la activa colaboración entre Uruguay y la República Popular China en el ámbito educativo. A lo largo de los 70 años de relaciones diplomáticas, ambos países han fortalecido sus lazos mediante acuerdos que buscan beneficiar a sus respectivas sociedades, especialmente en la formación académica y el intercambio cultural.
En esta ocasión, tuvimos el agrado de conocer a Marcelo Daner Casco Reyes, oriundo de Trinidad, departamento de Flores, quien, como tantos jóvenes uruguayos, se trasladó a Montevideo a los 18 años para comenzar sus estudios universitarios en la Facultad de Economía. Sin embargo, tras dos años de cursada, decidió cambiar de rumbo y optar por la carrera de Psicología.
Hoy, a sus 31 años, Marcelo reside en Beijing junto a su pareja, Débora Li, nacida en China y radicada en Uruguay desde su adolescencia. Juntos postularon a una beca ofrecida por el Gobierno chino con el propósito de continuar su formación profesional y, al mismo tiempo, reencontrarse con la familia de Débora en el país que han elegido para construir su futuro.
Postulación a la beca del Gobierno chino para estudios de posgrado
Con el objetivo de continuar su formación académica en el exterior, Casco y Li iniciaron el proceso de postulación a una de las becas más competitivas y prestigiosas de Asia, la beca del Gobierno chino, gestionada por el Chinese Scholarship Council (CSC). Este programa internacional, tiene como objetivo fortalecer el entendimiento mutuo y los lazos de cooperación entre China y el resto del mundo, promoviendo el intercambio académico, científico y cultural.
Esta beca está dirigida a estudiantes y profesionales de distintas nacionalidades que deseen cursar programas de grado, maestría, doctorado o realizar investigaciones en universidades chinas de prestigio. Para acceder al programa, los postulantes deben cumplir con una serie de requisitos estrictos que varían según el nivel de estudios al que aspiren. En el caso de los programas de maestría, es necesario tener menos de 35 años y contar con un título universitario de grado. Uno de los aspectos clave de la postulación es el dominio del idioma, ya que existen algunos programas impartidos en chino.
Dentro de la documentación se debe de completar el formulario de solicitud oficial, copia escaneada del pasaporte, títulos y certificados académicos debidamente notariados y/o apostillados, constancias de su nivel de idioma, un plan de estudios detallado redactado en inglés, y dos cartas de recomendación de docentes universitarios. También se debe de presentar una carta de preadmisión emitida por una universidad china, un requisito clave que mejora significativamente las posibilidades de ser seleccionado.
En cuanto a los beneficios, la beca cubre los gastos de matrícula, alojamiento en residencias estudiantiles, comida en comedores universitarios y seguro médico integral durante toda la estadía en China. No obstante, los pasajes internacionales no están incluidos, aunque quienes postulen desde la Universidad de la República pueden solicitar apoyo institucional para costear el traslado.

Una historia marcada por la curiosidad y el cambio de rumbo
La historia de Marcelo Casco está marcada por la curiosidad, el esfuerzo y el animarse a aprovechar una oportunidad concreta, la beca del Gobierno chino para estudiantes extranjeros. Durante la entrevista realizada por Diario La R, Casco compartió que su camino fue un poco “atípico”, ya que comenzó dentro de la Facultad de Economía donde no logró encontrarse cómodo y después de un par de años de introspección y la ayuda de un grupo de amigos, se acercó a la psicología, carrera que disfrutó durante su proceso y culminó en 2018.
En paralelo a su formación académica, Marcelo conoció a su pareja Débora Li, una joven nacida en Beijing que se había mudado a Uruguay en su adolescencia. La relación, como él mismo dice, fue su primer contacto íntimo con la cultura china. “China apareció en mi vida a través de ella. Al construir un vínculo con ella, empecé a encontrarme con China en su forma de ser, en sus costumbres”, definiéndolo como un acercamiento muy personal.
Tras graduarse, decidió estudiar chino en casa, con la ayuda de Débora Li, profesora del idioma en el Instituto Confucio de Montevideo y con un objetivo en mente: postularse a una beca del Chinese Scholarship Council (CSC) para realizar una maestría en China. Ambos habían identificado que la manera “más sencilla” de poder viajar y establecerse por un tiempo en China era teniendo una visa de estudiante, por lo cual, en 2019 aplicaron al programa. “Sabíamos que Uruguay tenía 10 cupos. No eran anuales, eran totales, así que aplicábamos con la incertidumbre de si nos aceptarían a los dos. Por suerte, quedamos ambos”, recuerda. En 2023 con la visita del entonces presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou a China, la cantidad de becas ascendieron a 25, numero que por el momento se mantiene.
En este caso, la beca incluía la matrícula completa, alojamiento en el campus, visa de estudios, seguro médico y una asignación mensual de entre 2.500 y 4.000 yuanes, dependiendo del nivel académico; esto equivale a unos 300 y 700 dólares estadounidenses. En el caso de Casco, al vivir fuera del campus, recibió 3.700 yuanes mensuales (aproximadamente 500 dólares). También menciona que cuando el aplicó “el pasaje no estaba cubierto, pero hoy la UDELAR lo puede financiar. Es una oportunidad real, muy accesible”.
La adaptación al sistema educativo chino
Casco cursó su maestría en una universidad especializada en geociencias, ubicada en Beijing, una institución que se encuentra en el puesto 107 del ranking nacional. “Las clases eran en chino, pero los textos eran todos en inglés. Eso ayudó a nivelar el contenido”.
Más allá del idioma, Casco enfrentó una barrera cultural importante de la cual pocos hablan, la dinámica social en el aula. “La relación alumno-profesor es muy vertical, más rígida de lo que estamos acostumbrados en Uruguay. Y entre compañeros también. En mi clase éramos siete, seis chinos y yo. Hubo compañeras con las que nunca hablé ni me miraron a la cara. Llegaba a clase, saludaba y me ignoraban por completo”.
A lo que en Uruguay podríamos llamar “frialdad”, considera responde a diversos factores. “Creo que se suman dos cosas: ser extranjero y el tema de género. Muchos chinos evitan el contacto con extranjeros porque sienten que no dominan bien el idioma y quieren evitar malentendidos. También hay diferencias culturales profundas. Por ejemplo, en Uruguay saludás con un beso a todos, incluso al profesor. Eso acá es impensado. Cuando contaba esto, me miraban como si les hablara de otro planeta”.
Debido a ello, su tesis de maestría se centró en las diferencias culturales en los comportamientos de saludo no verbales entre China y Uruguay. “Eso me permitió reflexionar mucho sobre los contrastes, cómo enfrentamos los problemas, cómo nos vinculamos. En Uruguay tendemos a ir de frente, a resolver. En China muchas veces se evita el conflicto, se lo rodea. Y eso se nota en todos los niveles de interacción”.

La cultura del esfuerzo
Para Casco, uno de los aspectos más impactantes del sistema educativo chino es la centralidad que tiene la educación en la vida cotidiana. “En Uruguay uno estudia porque le toca, porque es la edad o porque hay que hacerlo. Acá la educación define tu futuro. Desde los dos o tres años los niños hacen actividades extracurriculares para entrenar habilidades cognitivas. Hay una competencia feroz, pero también una claridad absoluta de que el camino al progreso es el estudio”.
Esta perspectiva también moldea las políticas públicas. “En China hay más de 1.500 millones de personas y 500 millones viven en el campo. El Estado se asegura de que todos, incluso los más humildes, puedan estudiar. Los dormitorios en los campus cuestan 100 dólares al año. Si no podés pagarlos, te los subsidian. Y todo el mundo tiene acceso”.
A su vez, Casco elogió el concepto de campus, como un espacio contenido y seguro. “El campus permite que la vida universitaria sea plena. En mi universidad hay varios cafés, y es común ver computadoras en las mesas sin que nadie las vigile. Nadie roba. Todos están concentrados en estudiar. Vas a la biblioteca a las 11 de la noche y está llena. A las 6 de la mañana, también. Esa cultura de estudio es impresionante”.
Consultado por Diario La R sobre posibles sugerencias a las instituciones de estudio uruguayas, Casco señaló algunos aspectos que podrían mejorarse y valoró el buen desarrollo de la Universidad de la República. “La herramienta está, pero muchas veces no se usa bien. Yo siempre encontré profesores dispuestos, aulas limpias, recursos. Pero la diferencia está en los estudiantes. En Uruguay muchos trabajan mientras estudian, y eso impacta. Acá los estudiantes no trabajan. Su única tarea es estudiar”.
Sugiere, además, repensar el sistema de ingreso, considerando que “los exámenes de ingreso ordenan, suben la vara. En Uruguay hay un porcentaje altísimo de estudiantes ‘fantasma’ que se inscriben por los beneficios, pero nunca pisan la facultad. Acá entrar a una universidad es un logro de vida. Y eso cambia toda la experiencia académica”.
Más allá del aula: vida y futuro en China
Marcelo casco no sólo estudió en China, en este momento se encuentra proyectando su futuro allí junto a Débora Li. “Me acabo de recibir. Volvemos a Uruguay para casarnos, pero la idea es regresar a Beijing, abrir una empresa y trabajar como psicólogo. También me gustaría ser profesor de español o de psicología en una universidad”.
Valora especialmente la tranquilidad y la calidad de vida que encontró en Beijing. “La seguridad es una diferencia enorme. En Uruguay a mi pareja la asaltaron varias veces, no puede caminar sola. Acá vive sin miedo. Queremos tener hijos pronto, y eso pesa. Vivir tranquilo es algo fundamental”.
Casco alienta a más jóvenes a postularse a las becas que ofrece China. “Cuando yo apliqué, había 10 cupos y muchos quedaban vacantes. Ahora hay 25. Uruguay tiene una ventaja enorme, no hay comunidad china fuerte compitiendo por esos lugares, como sí pasa en Argentina o Brasil. Hay oportunidades reales”. Concluye aconsejando a los estudiantes a “que se animen” ya que “venir a estudiar a China es mucho más fácil de lo que parece. La experiencia es transformadora”.
La experiencia de Marcelo Casco refleja el potencial de las oportunidades educativas internacionales como herramienta concreta de desarrollo personal y profesional. Su historia demuestra que, con preparación, iniciativa y decisión, es posible acceder a becas altamente competitivas y construir una vida en nuevos contextos culturales. En tiempos de creciente cooperación entre Uruguay y China, testimonios como el suyo evidencian el impacto real de estos acuerdos en la vida de los jóvenes y abren la puerta a que muchos más se animen a seguir un camino similar.