Memoria Afro en Capurro

A los delincuentes y sus cómplices no les interesa la memoria. Testimonios de injusticias sociales de consecuencias perpetuas. Crímenes de lesa humanidad; violaciones a los derechos humanos que no prescriben y habilitan reparaciones. Temas factibles de ser dirimidos en tribunales de materia penal internacional donde deben responder los Estados.

La democracia uruguaya puede y debe mejorar.

El Caserío de Filipinas o “Caserío de los Negros” hoy es Sitio de Memoria según Ley 19641/2018. 

Esta declaración debe ser impulsada con presupuesto acorde para la realización de hechos concretos de empoderamiento. Reconocer el valor de ese espacio frente al mar, para toda la sociedad uruguaya no sólo para los afrodescendientes, es tenerlo presente a la hora de destinar dineros públicos. De lo contrario, evidenciaría que el combate al racismo no es política estatal. 

Hace más de veinte años el Área de Antropología Arqueológica de UDELAR informó sobre los primeros vestigios de la época colonial, hallazgos que dan cuenta de población africana violentada, una de nuestras tres raíces étnicas gestoras de identidad: nativos charrúas, invasores europeos y africanidad esclavizada sometida por la trata transatlántica igual que los originarios.

Hemos avanzado en reivindicar nuestro pasado afro; no tanto como era de esperar en un régimen democrático. Toca empujar el proceso en lo que respecta a la igualdad de oportunidades y derechos de sectores históricamente desplazados.

El descubrimiento de esta zona de horror; depósito esclavista en medio de la capital montevideana; marca un antes y un después, y pone a la problemática de las discriminación racial y el racismo en un contexto político particular donde es cada vez menos posible hacerse los tontos. Por si no alcanzaba con el color de piel de casi el 10% de la población, y de ser reconocidos en el mundo por el candombe y la garra charrúa. ¡Atención! la identidad uruguaya mundial es afro indígena, aunque todavía nos creamos la Suiza de América.

Nuestra emoción nos hizo creer que iban a impactar estos hallazgos, e inmediatamente se dictarían políticas públicas y leyes de visibilización y de recuperación. No fue así. 

Lo que se ha hecho, fue y sigue siendo peleado, muchas veces cuestionado y también ninguneado. No hay políticas específicas a nivel nacional sobre este lugar -al decir del equipo de arqueología- “único en sus características en Latinoamérica”. 

Vivimos entre subalternidades naturalizadas, y lo que mueva ese avispero no es bienvenido aunque nos duela. Convivimos con discriminaciones normalizadas, jerarquizaciones culturales y en cuanto a vencer el racismo sistémico, avanzamos y retrocedemos. 

Son necesarias las leyes hasta como información, porque aún existen personas que preguntan si en nuestro país hubo esclavitud. El negacionismo dio resultado.

Celebro la Ley de Sitios de Memoria que forma parte de un cambio cultural. Y aunque la voluntad no se decreta, son herramientas necesarias a la hora de reconocer derechos. 

Apostamos a los procesos y a las responsabilidades compartidas.

Varios cientos de años de injusticias sociales no se revierten fácilmente. 

Las revoluciones actuales son culturales: la educación, la palabra, el arte, los diálogos, la política, los intercambios, problematizar, promover lo pluriétnico y multicultural: nada alcanza y todo es necesario.

Trabajamos desde 1997 con ATABAQUE por la cultura religiosa afroamerindia y el derecho a lo sagrado afro como parte de las tradiciones africanas. 

Evidentemente es un santuario natural el Caserío, y un cementerio forzoso. No fue un hotel, fue una especie de campo de tortura. Hubo inenarrable sufrimiento, enterramientos colectivos, violaciones, enfermedad, muerte, asesinatos, comercio y tráfico esclavista, mucho dolor físico y moral. Mucha miseria humana desplegada.

Si no fuera por gente a la que le revuelven las tripas las injusticias, sería imposible impulsar estas verdaderas épicas de dar valor a lo que tiene un enorme valor histórico, educativo, cultural, político, incluso turístico, aunque se ocupan casi solamente los descendientes de las víctimas como si se tratara de cosas particulares y no de problemáticas que comprometen a la Humanidad.

El racismo no es problema de “los negros”, es de toda la sociedad.

Gracias al Museo de la Memoria por la iniciativa, Universidad de la República, comunidades afro Institución Nacional de DDHH, organizaciones vecinales, autoridades municipales, gente sensible de todos los colores, vecinas, vecinos y a quienes hicieron algo por esto, lo que sea.

Luchemos pacíficamente y sin tregua por la dignidad de los pueblos humildes y por deconstruir un colonialismo ideológico que brinda odio y desprecio a las costumbres contra hegemónicas. 

Llamemos por su nombre a la esclavización africana e indígena: mano de obra explotada que dio lugar a las grandes fortunas de las potencias mundiales que hoy nos atormentan con su capitalismo salvaje, y con deudas de préstamos de lo que antes nos robaron.

Como dice el candombe Barco Negrero poesía cantada: AY QUÉ PENA QUE ME DA, A MI RAZA ¡SIN PIEDAD! TRAJERON DE AQUEL PAÍS LEJANO, CADENAS SUDOR Y PALO, SEPALÓ. ESCLAVOS DE SU AMBICIÓN ESO ES VERDAD. VENDÍAN! ¡GENTE POR DINERO!

Aunque nos dé mucha pena -que también es vergüenza- y el tráfico humano es una vergüenza internacional, hoy y siempre estaremos donde estuvieron antes nuestras ancestras y ancestros, y vendrán después seguramente quienes nos precederán. SOMOS MEMORIA AFRO VIVIENTE. 

* (Procuradora, Mae, Ex Diputada, Ciudadana Ilustre e integrante de la Comisión por Sitio de Memoria Caserío de los Negros en Capurro.) 

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