Por las mañanas, el consultorio de salud sexual del Hospital Pasteur se llena de adolescentes, jóvenes y mujeres que buscan orientación. Algunas llegan por primera vez, otras regresan por controles o anticonceptivos. Allí, entre carteles sobre métodos de prevención y derechos, se respira una mezcla de timidez y confianza. “Vienen con dudas, no con culpa”, dice una ginecóloga del servicio. “Esa diferencia es producto de años de educación y de políticas públicas que han puesto a la salud reproductiva en el lugar que merece”.
Uruguay ha sido reconocido regionalmente por su enfoque integral en salud sexual y reproductiva, gracias a un marco legal sólido y políticas que promueven la autonomía y la igualdad. Sin embargo, los desafíos actuales muestran que el derecho a decidir y a recibir atención de calidad aún no está plenamente garantizado.
Un marco legal de referencia
Tres leyes marcan los pilares de este proceso:
– Ley 18.426 (2008): establece el derecho de todas las personas a acceder a servicios de salud sexual y reproductiva, información científica y educación sexual.
– Ley 18.987 (2012): legaliza la interrupción voluntaria del embarazo hasta las 12 semanas, con acompañamiento médico y psicológico.
– Ley 19.684 (2018): promueve la educación sexual integral en todos los niveles del sistema educativo, desde una perspectiva de derechos humanos.
Gracias a este marco, Uruguay redujo drásticamente la mortalidad materna y los abortos inseguros. Según datos del Ministerio de Salud Pública (MSP), la tasa de mortalidad materna pasó de 29,5 por cada 100.000 nacidos vivos en 2000 a menos de 10 en 2024, una de las más bajas de América Latina.
Asimismo, el acceso a métodos anticonceptivos gratuitos se amplió a toda la red de salud pública y privada, incluyendo pastillas, inyectables, dispositivos intrauterinos (DIU) y preservativos masculinos y femeninos.
A pesar de los avances, los equipos de salud reconocen desigualdades persistentes entre Montevideo y el interior del país. En departamentos rurales, las distancias, la falta de ginecólogos y la escasez de recursos materiales limitan el acceso a los servicios.
“En el litoral y el norte, las consultas pueden demorar meses, y hay localidades donde las parteras son el único personal de referencia”, explica una integrante del Programa Nacional de Salud Sexual y Reproductiva del MSP.
Otro problema es la discontinuidad en la entrega de anticonceptivos. Informes de la sociedad civil señalan faltantes temporales, especialmente en los métodos de larga duración, lo que afecta la continuidad del cuidado y la prevención de embarazos no planificados.
La educación sexual integral sigue siendo una herramienta clave, aunque su aplicación enfrenta resistencias culturales y políticas. Según la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), más del 70 % de los centros educativos del país incorporan contenidos de educación sexual, pero la cobertura plena aún no se logra.
“Educar en sexualidad no es hablar de biología, sino de derechos, vínculos y respeto”, explica la psicóloga y docente Sandra Bentancur, integrante del Programa de Educación Sexual de Secundaria. “Cuando los adolescentes tienen información clara, se reducen los embarazos no deseados y la violencia sexual”.El embarazo adolescente, aunque disminuyó, sigue siendo un desafío. En 2014 representaba el 16 % de los nacimientos; en 2024 bajó al 10 %, según el MSP. Sin embargo, el fenómeno se mantiene concentrado en los hogares más vulnerables y con menor nivel educativo, lo que demuestra la estrecha relación entre salud, educación y desigualdad.
Los especialistas advierten que la violencia obstétrica, el trato deshumanizado en los partos y las prácticas médicas sin consentimiento aún persisten. “La salud reproductiva no puede separarse de la salud emocional y del respeto a las decisiones de las mujeres”, afirma la partera Carolina Píriz, del colectivo Parto Respetado Uruguay.
En los últimos años se han desarrollado programas de parto humanizado en hospitales públicos, que incluyen acompañamiento continuo, libertad de posición y respeto al tiempo fisiológico del parto. Estas iniciativas buscan garantizar que dar a luz no sea una experiencia traumática, sino un acto de dignidad y cuidado.La salud reproductiva no se limita a las mujeres. El enfoque actual incluye a hombres, personas trans y adolescentes, promoviendo una visión más amplia y diversa de los derechos sexuales.
El sistema público ofrece orientación y atención sin discriminación, pero los equipos coinciden en que aún falta formación específica en diversidad sexual y de género.
“La salud reproductiva también es educación emocional, construcción de ciudadanía y respeto a la identidad de cada persona”, subraya la médica y activista Lucía Techera. “No se trata sólo de evitar embarazos, sino de garantizar libertad y bienestar”.
Una educación para la autonomía
En los liceos, en las policlínicas y en las campañas públicas, la consigna se repite: “educar para decidir”. Porque sin información, no hay decisión libre. Y sin acceso, no hay derecho posible.
La adolescente del comienzo sale del consultorio con una bolsa con folletos, preservativos y una sonrisa tímida. “Me explicaron todo sin juzgarme”, dice.
En esa frase sencilla, late el sentido profundo de la educación en salud: comprender, decidir y cuidar con libertad.



Ahora también en la salud reproductiva hay que tener en cuenta la prevalencia de las enfermedades venéreas como la sífilis tan peligrosa o más que el VIH porque deja secuelas gravísimas para la descendencia La única forma de evitarla es el preservativo al que muchos en especial los adolescentes no pueden acceder por falta de recursos En los Centros juveniles del INAU se había hablado de darlos en forma gratuita en los centros de ASSE de atención primaria pero no sé dijo más
Puede ocurrir una catástrofe sanitaria por este motivo
El MSP debería colocar carteles de alerta en la vía pública como se hace en Alemania y también en los centros educativos En muchas universidades europeas se ponen dispositivos de venta de preservativos Un tema urgente si los hay
Pues por ahora lo que viene triunfando es la salud sexual NO reproductiva: año tras año disminuye la cantidad de nacimientos.