“Vidas encajonadas”. Reensamblajes conceptuales de Claudio Rama

Pensar fuera de la caja

Vivimos en cajas que nos encierran, con paradigmas que nos marcan los enfoques, con anteojeras que nos limitan la vista y que deforman y restringen nuestra mirada. Son construcciones sociales, costumbres y concepciones de tiempos pasados que perduran en el tiempo. 

Tienen sus huellas en la historia pero su vigencia tiende a ser obsoleta para muchos. Son ideas y construcciones intelectuales que nos formatearon a todos, y que no admiten cambios. Se rechaza toda innovación que irrumpa y proponga cambios a estos espacios de confort que nos dan serena cotidianidad. Costumbres, normas y tradiciones siempre limitan la creatividad, al tiempo que dan continuidad y crean conservatismo. El fútbol es un juego rectangular, de 22 jugadores, dos equipos, 2 arcos y una pelota. Con muchas reglas más allá de cambios milimétricos. Su fuerza es su continuidad en el tiempo, su pasado y tradición. El futbolito como su representación lúdica y participativa, es nuestro “avatar”. 

¿Pero dónde están las innovaciones y transformaciones que normalmente marcan la vida y las esperanzas de las personas? Ellas quedaron enterradas en apenas variaciones infinitesimales. Apenas unos centímetros aquí o allá, algunas reglas más delimitadas del movimiento de los jugadores o del tamaño de los arcos. Los sueños de cambio solo están en algunas imaginaciones frustradas, en el arte y la ironía de la creatividad. Las reglas son la base de vidas que se nos imponen. Ellas no requieren mucho esfuerzo de aceptación o de comprensión: son las que preservan el espacio de la seguridad de la tradición. El sueño, como el espacio previo a los cambios se limita a pensar en utopías imposibles. La innovación está acotada a milímetros y segundos, a espacios marginales. Todo está hecho y congelado. Otros, nuestros ancestros, nos dejaron las reglas bajo las cuales vivimos, trabajamos y también jugamos. Nos ajustarnos a vivir con sus gustos, estéticas y criterios.

La herencia es un beneficio, pero también la muralla que limita nuestra creatividad y la libertad de innovar. La esperanza es mantener casi igual todo por siempre. El valor es el pasado, la estabilidad, la copia fiel. El cambio es se reduce a un ejercicio de fantasía intelectual, a una narrativa fantástica de ciencia ficción y no a un mundo al cual podamos llegar. La incertidumbre actual nos pide seguridades, estabilidades. El fútbol es pasión de multitudes y ello es continuidad. La utopía del cambio ha muerto. 

Estamos en la utopía de la continuidad, de la preservación, de la tradición. La convivencia no pone la rigidez de las tradiciones. ¿Algún día será posible tener un fútbol con nuevas reglas, cuadrado de tres pelotas, cuatro arcos, cuatro equipos y menos jugadores?. Hoy es sólo una utopía infantil de la imaginación creativa de pensar fuera de la caja 

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