Al Gran Pueblo Argentino Salud

Cuatro décadas y dos años pasaron del conflicto bélico de Malvinas  y todavía duele en la sociedad Argentina el trato a sus héroes.

Soy contemporáneo a esa guerra desencadenada por un grupo de criminales que gobernaban fuera de la ley a la hermana república de Argentina.

No por eso deja de ser legítimo el reclamo del hermano pueblo,pasaron 42 años de los sucesos que todavía duelen en el país hermano y por nuestro lado principalmente en nuestra generación de los que pisamos los 55 pirulos y algunos más nos sensibiliza el reclamo y los hechos sucedidos.

El pasado anuncia y  corresponde  recordar a quienes han ofrendado su vida o han sufrido penurias o dolores en un cometido en el que estaba comprometido el sentimiento de patria. La sociedad argentina  debe rendir tributo a los que nunca regresaron del infierno de la guerra y testimoniar su reconocimiento a quienes, habiéndose sacrificado en su nombre, pudieron finalmente retornar.

Es cierto que un vasto sector de la sociedad, en lo profundo de su espíritu y más allá de la aparente indiferencia que sugiere la rutina de los días, mantiene vivo el sentimiento de afecto y gratitud hacia los ciudadanos que, con heroísmo y voluntad de sacrificio, supieron cumplir el juramento de servir a la Nación sin pedir nada a cambio.

Argentina trata de honrar a esos argentinos cuyo  gesto merece un lugar en la conciencia nacional. Por supuesto, nadie puede confundir esa noble actitud de homenaje y recogimiento con la justificación de errores o el encomio de desatinos: no es la guerra la que se ensalza sino a quienes la hicieron, porque así se lo demandó en su momento la sociedad argentina , en una instancia sustancial cuyo alto costo sería hipócrita desconocer.

En esa guerra, la suerte de las armas no estuvo del lado pueblo hermano y esto, naturalmente, ha dado motivo a justificados reproches, deprimentes para el decoro ciudadano. Muchas veces se han formulado y con razón, severas críticas y duras acusaciones por la forma deficiente en que fue conducido el conflicto del Atlántico Sur por parte de los altos mandos del país vecino. Pero eso de ningún modo y en ninguna circunstancia puede empañar el homenaje a los héroes. La derrota, aunque duela, no puede ensombrecer el galardón moral de quienes fueron fieles a su dignidad de soldados.

Sería inaceptable que una sociedad negase su reconocimiento a quienes supieron enfrentar dignamente los riesgos que se les ordenó afrontar. La adversidad al cabo del sacrificio, la decepción como desenlace del peligro, deben ser vistos como prenda de unión, como el lazo que vincula a los que hoy están con los que ya no están o están de otra manera. Nada hay para festejar, pero el recuerdo es inmune a toda contaminación y no muere: renace en la transparencia y la emoción del justo homenaje a los veteranos de guerra y por supuesto, a los caídos en Malvinas.

La revisión histórica, reflexiva y crítica sobre los acontecimientos que dejaron un triste saldo de muchas vidas perdidas y otras tantas destrozadas de jóvenes argentinos que pelearon valientemente por los derechos en aquel sitio del territorio argentino llamado Malvinas.

El sentir desde el fondo de la historia remueve esta fecha y no nos queda otra cosa que gritar fuertemente, las Malvinas son Argentinas.

2 Comentarios

  1. Comparto el comentario, con alguna apreciación más. Tengo 12 pirulos más que el firmante y recuerdo plenamente algunas cosas que rechinan. Que Las Malvinas son argentinas es indiscutible. Obviamente forman parte del continente americano e integraban el Virreinato del Río de la Plata. Y por ende, luego de la independencia, del territorio argentino. La dictadura argentina se venía abajo por su propio peso. Se cambiaba de presidente como de camisa y la cosa estaba de mal en peor. Una gigantesca manifestación de la gente hambrienta y harta de un régimen que saqueaba el país fue reprimida con uan ferocidad pocas veces vista a fines de marzo. Dos días después esa misma gente en manifestación de alegría, festejaba al gobierno la «recuperación» de las Malvinas. La idiosincrasia del entrañable pueblo argentino es inexplicable, pero…enseguida se le vieron las patas a la sota. Obvio el Reino Unido no se quedó de brazos cruzados. Envió a su flota, muy superior a l aargetnina, con el guiño de EEUU, su principal aliado en la OTAN. Al principio los combates fueron parejos. Luego…lo lógico. Los ingleses reponían sus bajas y su suministro de armas, municiones, comida y medicamentos. Los argentino, bloqueados, no. Y se dieron cosa peores aún. Argentina envió regimientos de reclutas nuevos, sin experiencia alguna a combatir contra soldados profesionales, mejor pagados, armados y atendidos. Los soldados argentinos de más experiencia y disciplina se quedaron en el suelo patrio. No cuidaban el territorio: controlaban la población. Y encima, la alta oficialidad argentina, que nunca había disparado un tiro, muy eficaz para reprimir, torturar y matar estudiantes y trabajadores, resultó inútil contra militares de carrera. Más aún: en lso tiroteos y bmbaredeos, daban órdenes de salir a combatir a los reclutas bisoños mientras ellos se escondían; al cesar el fuego, los soldados les recriminaban su cobardía y la respuesta era hacer estaquear en l anieve a lso protestones y soltarlos cuando se reiniciaba el combate. El GobernadorMaro Benjamín Menéndez finalmente se rinidió sin disparar un tiro.

  2. Es muy cierto lo que dice Baltasar, como que el Peñón de Gibraltar es de España. Esa vieja costumbre que tienen los ingleses de plantar su bandera en donde pisan, a lo guapo, hasta que aparece uno más guapo y los raja (China/Hong Kong, Ghandi/India, o más atrás U.S.A, allá por 1776, cuando los corrió de sus tierras) o pactan caballerosamente con quienes no los aceptan como sus jefes y les ofrecen la protección de su rey o reyna (Australia, Canadá, Nueva Zelandia). Lo que no podemos negar es que allí donde estuvieron transmitieron su cultura, que, debemos reconocer, nada tiene que ver con la de origen católico latino, semilla de pueblos que hoy viven atrasados y en permanente conflicto social y con un nivel de vida muy inferior a los británicos. Hoy ningún malvinense, ni ebrio no dormido, cambiará una sola libra por nuestras figuritas llamadas pesos, pero hay un motivo mucho más fuerte para no entregar las Malvinas y lo dijo el Contralmirante Zaratiegui en tiempo de la guerra -por lo que fue sancionado: No siendo nuestro país confiable para las potencias occidentales (año 1982) , ellas las mantendrán porque son los dos mas grandes portaaviones terrestres en el extremo sur de la tierra y no pueden perder el control del paso más estratégico de los dos océanos. Por algo hoy U.SA. está interesado y preocupado por la base china instalada vergonzosamente en nuestra Patagonbia.

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