Autosapiens

“Vidas encajonadas”. Re-ensamblajes conceptuales de Claudio Rama

El auto es la terminal de las piernas, las calles son la extremidad de los autos y las cañerías las redes que nos atrapan y encierran en este mundo. En paralelo hay una pelea permanente por la energía, la contaminación de las ciudades y el deterioro de la nuestra salud. Es el ciclo vicioso contemporáneo que la humanidad ha construido en su búsqueda de una comodidad de vida independiente e individual. El trasladarnos cuando queramos, el goce de la libertad individual y el valor de la movilidad son nuestros sueños y desvelos de felicidad. Y es también un mundo de creación de trabajos y empleos, de producción en serie de vehículos pensados para su obsolescencia y renovación, del consumo de gasolina, materias primas y energías, y al tiempo de recorrido del camino de la contaminación.      

La caja donde vivimos y nos rodea comienza a ser el aire que nos contamina y las cañerías que nos abrazan y conectan. La vida se mide en horas perdidas de tránsito, en tiempos muertos, en negocios energéticos y en guerras por la oferta y el dominio de la energía. Acompañan en este teatro la vigilancia del caos del tránsito, la protección de las cañerías o la medición de indicadores de la contaminación y del sueño de una limpia respiración. Pero mientras tanto los pulmones se preparan para su fin envueltos en caños que nos traen energía mientras otros llevan los excrementos energéticos. Unos nos hacen creer de una nueva vida que nos mueve y energiza, y el otro son las huellas contaminadas del derroche que nos oscurece. 

Todo va junto y atado, y no hay unos sin otros, placer sin dolor. Es el equilibrio de las realidades y los problemas, de las ventajas y desventajas, de la vida como complejidad. Soñamos en la utopía natural de un mundo moderno y añoramos la naturaleza del pasado perdido. En este nuevo círculo el centro es el autosapiens. No estamos en simbiosis con la naturaleza sino creando una nueva civilización para su reinado. No somos ya el homo sapiens, los hombres sabios y actores racionales que organizamos nuestro ambiente humano en el gran restaurante del cual nos alimentamos gracias a la naturaleza diversa. Somos el autosapiens, donde el movimiento y el transporte organiza una nueva vida a costa de destruir el viejo hábitat que nos creó. El centro es el auto inteligente que organiza el entorno para vivir y trasladarse. Es la idea absoluta que se realiza para lograr su felicidad a costa de su dominación absoluta y la destrucción de la naturaleza. En su realización nos  contamina, nos introduce en guerras energéticas, elimina plantas, crea espacios de cemento para circular y apenas deja sobrevivir algunas pocas especies preparadas para superarnos y ocupar nuestro lugar. 

Pero somos felices adentro de nuestros vehículos de cuatro ruedas sobre cementos lustrosos de negro, gozamos la libertad de la soledad en su interior confortable, y nos regodeamos de movernos a nuestro libre albedrio. Mientras tanto, gastamos el tiempo de vida en crear los recursos para alimentar a esos instrumentos contaminantes de nuestra movilidad, para lucirlos, cuidarlos y protegerlos. Por el tiempo que nos ahorran, por la individualidad que nos permiten, por la falsa ilusión de la libertad. Él ocupa las ciudades y los espacios, y se alimenta de más espacios físicos para su boca insaciable. Muchos viven girando a su alrededor. Desde mecánicos a burócratas, transportistas o inmobiliarias, gobiernos o empresas, publicidad y medios. El sin duda es inteligente. Nosotros no tanto.  

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