Una catarata es una opacidad en el cristalino del ojo que causa visión borrosa, difusa o menos colorida, hasta el momento, la cirugía es el único tratamiento que existe para erradicar las cataratas. La causa principal de su aparición es el envejecimiento, a medida que pasan los años, el cristalino se vuelve menos flexible y transparente. De igual forma, algunas enfermedades, como la diabetes, pueden aumentar el riesgo de desarrollar cataratas.
Esta alteración normalmente aparece de forma muy gradual y no produce una pérdida repentina de la visión. Ahora bien, si no se aborda la enfermedad, puede acabar siendo un inconveniente a la hora de realizar las tareas más cotidianas del día a día, como leer, conducir o, incluso, diferenciar rasgos faciales en la gente de alrededor.
Afortunadamente, al tratarse de una afección muy común, los métodos para eliminarlos son generalmente seguros y exitosos en su gran mayoría. Las terapias más utilizadas incluyen todas las cirugías, aunque hay diferentes técnicas quirúrgicas disponibles que han evolucionado con el tiempo.
Entre ellas destaca la facoemulsificación, que implica el uso de ultrasonidos para descomponer la catarata en pequeños fragmentos que luego se aspiran, y la cirugía extracapsular, en la cual se extrae la catarata entera de una pieza, dejando intacta la cápsula del cristalino. En algunos casos, estos procedimientos pueden combinarse con la terapia láser, la cual puede facilitar la apertura del cristalino o la fragmentación previa de la catarata.
Además, es necesario colocar una lente intraocular que reemplaza la lente natural del ojo, es decir, que sustituye al cristalino en su papel de enfocar la luz en la retina. Existen diferentes tipos de lentes que pueden realizar este trabajo a la perfección y dependerá de la condición del paciente la colocación de una o de otra. Podrán ser monofocales, multifocales o, incluso, lentes tóricas, las cuales, además de ayudar a la visión, pueden ayudar a corregir la presbicia y el astigmatismo.