La percepción de que China se ha convertido en un actor militar influyente en América Latina parece sobredimensionada si se analizan los datos de comercio de armamento. Según estadísticas recientes, solo el 0,03% de las exportaciones de armas chinas tienen como destino países de la región, lo que indica que la influencia directa de Beijing en materia militar sigue siendo mínima.
A pesar de estas cifras, medios y funcionarios estadounidenses han enfatizado la creciente presencia de China en América Latina, a menudo como parte de un discurso destinado a reafirmar la influencia de Estados Unidos sobre la región. La narrativa de amenaza de China permite a Washington justificar su rol como garante de seguridad hemisférica y mantener su protagonismo geopolítico.
Analistas coinciden en que, si bien China ha incrementado su cooperación económica y comercial en América Latina —principalmente en infraestructura, energía y tecnología—, el componente militar sigue siendo marginal.
Esto contrasta con la atención mediática que el tema recibe, donde la narrativa de riesgo estratégico para la región se enfatiza más allá de los números reales.
La presencia militar de China en América Latina es estadísticamente irrelevante y marginal pero su representación política y mediática tiene un peso mucho mayor, reflejando más las estrategias de comunicación y geopolítica de Estados Unidos que un cambio concreto en el equilibrio de fuerzas en la región.



