En Uruguay el movimiento cooperativo está comprometido con el desarrollo sostenible desde hace un largo tiempo. Tal es así, que este año se alcanza la mitad del proceso de aplicación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, por lo tanto es un buen momento para hablar acerca de cómo contribuyen las cooperativas al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
En dicho país las cooperativas y las Sociedades de Fomento Rural (SFR) cumplen un papel importante en la sostenibilidad del país, según consigna la página de la Confederación Uruguaya de Entidades Cooperativas (Cudecoop). Muchas de ellas, han sido reconocidas por tener excelentes ámbitos laborales y se han destacado por tener otras formas empresariales en los sectores de actividad donde actúan.
No es una novedad decir que las cooperativas impactan de manera positiva en el empleo y los ingresos de las familias como así también de las comunidades. Además, son las entidades que resisten mejor las crisis donde defienden los puestos de trabajo, como quedó demostrado en el período de la pandemia del Coronavirus / Covid-19, donde el empleo creció en el país, a pesar de la situación sanitaria que se vivía. Por otro lado, son instrumentos eficaces para la inclusión socio-laboral si miramos las cooperativas sociales.
Con respecto a las cooperativas de trabajo asociado, cooperativas agrarias y las SFR, promueven formas de producción sostenibles, donde asocian el crecimiento económico con la distribución de la riqueza que generan, un trabajo que es decente y mejoran las comunidades que integran.
En el sector de las de trabajo, se necesita la profundización de los apoyos financieros que permitan profundizar la profesionalización y desarrollo tecnológico de las cooperativas en los sectores industriales y de servicios.
Por su parte, las cooperativas de ahorro y crédito apuestan por darle soluciones a los sectores de la población que cuentan con menos acceso al financiamiento y son la herramienta fundamental y clave para la inclusión financiera. También promueven la educación financiera, donde el lineamiento general de su accionar son las finanzas éticas.
Estas, según manifiesta la Confederación, deben pasar a ser percibidas como un socio estratégico del Estado para el desarrollo del acceso al financiamiento de los sectores más vulnerables, como alternativa solidaria frente al creciente protagonismo de actores fuertemente especulativos. Esto requiere una revisión del papel del Banco Central del Uruguay (BCU) respecto a las nuevas exigencias de contralor y reconocer la identidad especial de las cooperativas.
En tanto, las cooperativas de consumo, son constructoras de igualdad, ya que trabajan para que toda la población pueda tener acceso al consumo responsable. De esa manera, colaboran con la educación sobre los procesos que implican que los productos lleguen a la mesa de cada familia.
Por último, pero no menos importante, están las cooperativas de vivienda que facilitan el acceso a la misma y a la provisión de ella a las familias asociadas. Éstas son potentes factores de democratización de las ciudades, construyen hábitat, desarrollan múltiples servicios en los lugares que se encuentran y trabajan activamente por la comunidad en donde se encuentran.
Para el estímulo de ellas, según dice Cudecoop, deben dejar de ser objeto de discriminación frente a las exoneraciones del Impuesto al Valor Agregado (IVA), que cuentan las empresas de capital en el sector de la construcción. También si se piensa en el mediano y largo plazo, es necesario que se vuelva a instaurar el Fondo Nacional de Vivienda (Fonavi), que asegura un mecanismo permanente de financiamiento.
En su conjunto, el cooperativismo es relevante a la hora de hablar y profundizar sobre los procesos distributivos, ya que promueven mayores oportunidades para sus integrantes y las comunidades donde están insertos, incluyen oportunidades de empleo y a los sectores vulnerables, además de mejorar el ingreso de muchas familias, según dicen.
MÁS DATOS:
Construir un desarrollo sostenible para el país se juega en gran medida por una mayor participación de las cooperativas en la economía nacional, como socias estratégicas en la construcción de un Uruguay más sostenible.
