De las bibliotecas a los sistemas de inteligencia artificial

La gestión de la información como actividad centrada primariamente en la adquisición, catalogación, ordenamiento y suministro de libros, y que diera lugar a la creación de bibliotecas y bibliotecarios, ha estado en el centro de las transformaciones en el nuevo entorno digital. La expansión de la producción editorial, no en cantidad de libros sino en diversidad de títulos fue complejizando y especializando la gestión de los libros.

No solo las bibliotecas y los libros se volvieron el centro, físico y pedagógico, de la enseñanza, sino que impulsaron cada vez sistemas más eficientes y rápidos de clasificación, por autor y tema, con tesauros más completos y especializados y que incluso llevaron a sistemas de clasificación en la fuente (en las editoriales) para acelerar y a la vez reducir los cuellos de botella que se producían entre la producción de libros y el ingreso a los sistemas bibliotecarios.

En ese camino se impulsaron sistemas de clasificación estandarizados y globales como el ISBN (para libros) y el ISNN (revistas) para facilitar el registro, archivo y la diseminación de los diversos productos intelectuales. Igualmente se crearon mecanismos más fluidos de préstamos inter bibliotecarios. Sin embargo fue con la revolución digital que se pasó a una nueva fase, tanto en el acceso al conocimiento como en su producción, archivo y clasificación. Los repositorios pasaron a ser crecientemente digitales, e incluso el libro fue abandonando su lugar de Olimpo como centro referencial del conocimiento, ante las revistas académicas digitales de acceso en red.

El archivo tradicional que se basaba en técnicas y procedimientos estructurados y normalizados para permitir una ordenada organización de los documentos, paso a un entorno digital con múltiples metadatos que orientaban los sistemas de búsqueda digital. Ello facilito la irrupción de los buscadores en red para permitirnos acceder a la creciente cantidad de informaciones.

La administración, organización, selección y conservación de los conocimientos y la información se localizó en forma descentralizada en múltiples servidores alrededor del mundo enlazados por redes digitales y software de gestión de nuevas grandes empresas. Pronto la «nube» paso a ser la gran biblioteca y los servidores locales dieron el paso a grandes centros de datos alrededor del mundo.

Estas granjas digitales con miles de servidores y con altísimos consumos energéticos y de agua, se conformaron como las nuevas bibliotecas de los millones de repositorios de contenidos que fueron enlazados a través de buscadores soportados y financiados en una publicidad segmentada de acuerdo a nuestras búsquedas.

Pronto la sobre oferta de información llevo al desarrollo de sistemas de inteligencia artificial para ordenar la información y sus búsquedas.

La IA desarmando y desestructurando los contenidos en red y a la vez agrupándoles en estructuras semánticas para su más eficiente búsqueda y selección, se comenzó a conformar como el eje de los mecanismos de búsqueda de información. Ello se soporta además en los teléfonos inteligentes que hoy son más que teléfonos son computadoras conectadas por Internet.

Más que permitirnos llegar a una información con los riesgos de la existencia de sesgos asociados a la publicidad, la inteligencia artificial nos permitió avanzar a una fase ya no solo de acceso sino además de procesamiento y redacción pertinente. De una Wikipedia producida por personas con sus propios sesgos y luego con potenciales revisiones, ingresamos a sistemas automatizados de gestión de la información, cuyos modelos y algoritmos con sus propios sesgos, pero sobre la base de millones de parámetros que dan una muy superior fiabilidad frente al trabajo humano.

Los bibliotecólogos se han ido transformando en especialistas en gestión de la información con el avance de la digitalización. Ahora en la nueva fase con la irrupción de la IA se deberán transformar para articularse a una nueva forma de búsqueda, procesamientos y selección de la información apoyada en la IA.

Sin duda es esta otra de las profesiones que deberá cambiar, pero que seguirá recurriendo a la necesidad de intermediaciones entre los conocimientos, los recursos de aprendizaje y las demandas de información pertinente y de calidad. Irán muriendo y quedando en el desuso las fichas bibliotecarias en instituciones bibliotecarias con ficheros de papel y accesos presenciales o los buscadores simples de contenidos facilitados por la publicidad, pero siempre se necesitaran en un mundo de expansión del conocimiento, procesos de gestión, selección, búsqueda y síntesis de la información, como sostenía hace muchos años, Claude Shannon, el padre fundador de las teorías de la información que dio el soporte a la articulación entre las matemáticas y las transferencias de contenidos.

Aunque ahora les empecemos a llamar ingenieros promt y reclamemos que los artículos y trabajos digan su origen real, ayudándonos a separar las nuevas realidades. Y éste es un artículo «Made by human».

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