Diego Rivera: obra y vida del gran artista

Creó una imagen visual de la identidad mexicana moderna con los murales.

Diego Rivera, reconocido pintor y muralista mexicano; nace un 8 de diciembre de 1886 en la Ciudad de Guanajuato, emigrando a la Ciudad de México junto a su familia con solo 6 años.

Desde pequeño tuvo una notoria inclinación por el arte, lo que lo llevó a tomar clases en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos en 1896, lugar que le permitió tener como profesor a uno de los pintores mexicanos más célebres, José María Velasco.

Años más tarde, en 1907, adquiere una beca para estudiar en Europa donde permaneció 15 años, haciendo un recorrido por España, Francia e Italia, lugares que le permitieron estar en contacto con movimientos artísticos vanguardistas como el cubismo y futurismo; vinculándose con intelectuales de la talla de Pablo Picasso y Alfonso Reyes, siendo el primero, quien lo acercara al movimiento cubista, sin embargo, fue en su país natal donde comenzó a desarrollar su propio estilo, influenciado por el arte precolombino y las tradiciones populares.

Rivera regresa a México en 1922 y junto a David Alfaro Siqueiros, se dedicó a estudiar en profundidad las formas primitivas del arte azteca y la cultura maya.

En colaboración con otros destacados artistas mexicanos, fundó el sindicato de pintores, del que surgiría el movimiento muralista mexicano, y en su manifiesto decía lo siguiente: “A la raza indígena humillada durante siglos; a los soldados convertidos en verdugos por los pretorianos; a los obreros y campesinos azotados por la avaricia de los ricos; a los intelectuales que no estén envilecidos por la burguesía”.

Durante la década de los años 20, recibió muchas solicitudes del gobierno mexicano para hacer diferentes proyectos con el muralismo, logrando crear un nuevo estilo, donde refleja la historia del pueblo mexicano, desde la época precolombina hasta la revolución, con escenas de un realismo popular, resaltando lo vivido de los colores.

El movimiento muralista como arte nacional alcanzó su madurez artística entre 1923 y 1928, cuando realizo sus dos máximas obras, uno de ellos en la Secretaría de Educación Pública en Ciudad de México, el cual posee dos patios adyacentes de dos pisos cada uno, que fueron cubiertos en su totalidad por Rivera. El protagonista absoluto de estos murales es el pueblo mexicano representado en sus trabajos y fiestas.

Otra de sus obras, en la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo en 1927, fue donde quiso representar su visión (muy particular) de la revolución agraria en México, haciendo uso de estereotipos extraídos de la pintura religiosa, lo cual generó polémica en la sociedad.

Pero donde verdaderamente Rivera creó una imagen visual de la identidad mexicana moderna fue en los murales que, a partir de 1929, pintó en el Palacio Nacional de México. La narración, que ilustra la historia del país desde la época precolombina, ocupa las tres paredes que se localizan frente a la escalinata principal del edificio, siendo una obra de arte e historia inigualable.

Siempre reafirmó su compromiso político, siendo uno de los fundadores del Partido Comunista Mexicano. Después de un año en la Unión Soviética, en 1928, regresa a México para casarse con la famosa pintora, Frida Kahlo.

Su matrimonio se vio envuelto en conflictos e infidelidades, con etapas de paz y creatividad que les sumaba a ambos en sus carreras personales. Su famosa casa en la zona de Coyoacán se convertiría en el centro de largas tertulias políticas y artísticas.

Entre 1930 y 1934 residió en Estados Unidos, donde realizó diferentes obras, entre ellas, un trabajo solicitado para el Rockefeller Center de Nueva York, el cual obtuvo duras críticas por la prensa del país. Dada esa situación, Rivera volvería a pintar el mismo mural en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México.

Continuó desarrollando su actividad muralista en diversos sitios públicos, y sus obras siguieron provocando polémicas; la más famosa de ellas fue “Sueño de una tarde dominical en la alameda” en 1947, retrato de un paseo imaginario en que el que coinciden personajes destacados de la historia mexicana, donde colocó la frase «Dios no existe».

Diego Rivera, hace historia nacional por su heroica lucha de liberación colonial, sus imágenes poseen un mensaje en el que se pone de relieve la opresión de la población indígena y campesina y a su vez, la burla hacia la clase dominante. Su objetivo siempre fue exaltar la singularidad de la identidad mexicana frente a los extranjeros y a sus dictadores internos.

Falleció el 24 de noviembre de 1957 en la Ciudad de México, dejando un legado artístico que sigue siendo admirado y estudiado hasta el día de hoy.

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