¿ Libertad o desorden ?

"Vidas encajonadas”. Re ensamblajes conceptuales y obras plásticas de Claudio Rama

Unos revalorizan y ensalzan la historia y otros la niegan. Siempre hay dos historias: la del amor y la del odio, la de la aceptación y la del rechazo, la del reconocimiento o la de la negación. Las miradas se polarizan en relatos maniqueos sin claroscuros. La historia se transforma y deja de ser lo que fue, sino en lo se interpreta, se desea y se amolda a nuestros valores. Algunos afirman sus causas y construyen sus valores e ideas, afirmándose sobre la historia y sus hombres. Otros se plantan sus pies en la negación activa de esas narraciones y héroes y en la construcción de relatos incluso sin datos. Para cada héroe, nace su anti héroe. Ese blanco y negro, es la reafirmación para muchos y una forma de la política. Son su sentido de ser y los ejes de su afirmación. 

Unos inauguran monumentos y promueven homenajes y reconocimientos a esas ideas y acciones. En ellos conforman las bases de sus proyectos sociales y personales. Otros, construyen sus líneas estratégicas tirando abajo esos valores. Combaten el presente a través de la lucha contra la historia, creencias y monumentos con piedras y protestas: la negación es su afirmación. No son situaciones independientes, sino las dos caras de una misma realidad que crea la política. 

Los fronteras de la misma grieta presente, pasada y futura Son derivaciones de la libertad. Esto resulta válido tanto para quienes lo hacen en forma pública como para quienes se esconden sus actos en la oscuridad. Cada uno tiene su estrategia y su rol en la política del griterío. Todos buscan el ruido para difundir sus relatos. Son actores protagónicos en las luchas políticas. Sargentos o generales de ejércitos en pugna por el poder de las mentes a través de pequeños actos donde construyen sus liderazgos y sus hegemonías, sus  reconocimientos y respetabilidades, sus ejércitos de  seguidores y logran alzar sus banderas en la apelación de la afirmación y negación continua. Solo existen con micrófonos y cámaras que como moscas huelen la mierda, para que otros, allá lejos, sentados en sus poltronas reproduzcan esas batallas.

El amor al ruido en la comunicación, hace que la convivencia quede esclava de las conveniencias e intereses, de la capacidad de comunicar a los otros, a los no protagonistas. Se limitan a discursos y referencias en el aire, saludos a la bandera para las elites activas o para quienes están en las cajas de resonancia. Mientras tanto en la vida real, van diluyéndose, los territorios míticos y las narrativas comunes de la historia.

 El pasado es el ring de la pelea para reafirmar las diferencias del presente y definir los senderos del futuro. Afirmar y negar son los mecanismos simbólicos de acumulación de fuerzas de la lucha política en que se ha construido la historia de las naciones mientras ellas se hunden en fragmentos y pedazos diferenciados, cada uno con sus héroes, sus batallas y sus relatos. La historia se construye como el espacio de las interpretaciones en pugna, como instrumento para los futuribles. La paloma de la paz vuela por encima de la gritería. Ella caga sobre todos. Los demás escuchan de lejos esos gritos. Pero eso es la libertad muchas veces, más allá de los excesos. 

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