Los impulsos desde el cerebro profundo

"Vidas encajonadas”. Re ensamblajes conceptuales y obras plásticas de Claudio Rama

Soñamos con deseos que nos desvelan y no nos dejan descansar. Son animales internos que nos cargan las fuerzas que nos impulsan la vida y nutren las miles de aspiraciones que ocupan e inundan nuestras mentes y que finalmente nos dan sentido y dirección a nuestra vida. Son pasiones que vienen desde lo profundo de nuestros socavones y dirigen nuestros pasos estableciendo propósitos y direcciones en las tormentosas geografías donde nos alojamos. Estas energías que no invaden son las que ordenan los mundos brumosos de nuestros cerebros y marcan los senderos de nuestros actos concretos. 

Muchas veces no sabemos de ellos o no los develamos claramente, son tanto los centros de placeres que se alojan en nuestros cerebros y nos iluminan de las infinitas tentaciones terrenales y sin duda también en todos los pecados capitales, como también los dolores que nos atormentan. Algunos son apenas el impulso a algún punto de llegada para continuar atados a nuevos sueños tal vez inalcanzables. Estaciones de paso en el largo camino oscuro y solitario de resolver las angustias que anudan los conflictos que nutren los pasos para superar las inclemencias cotidianas. ¿Cómo llegaron a instalarse y gobernar nuestros actos?. ¿En qué tiempo y mecanismo pasaron a timonear nuestras vidas?. Son preguntas sin respuestas que nos rondan y tironean los pasos y que nos acompañan en todo momento. Sentimos que sin sueños, desvelos y angustias carecemos de fuerzas y que no corre sangre por nuestras arterias y que las venas no traen el oxígeno necesario para alimentar nuestros deseos profundos. Con su ausencia, unos u otros caminos se tornan similares e indistintos.

 Esos impulsos desde el cerebro profundo anulan todos los otros sentidos y necesidades, organizan nuestras prioridades y ordenan nuestras relaciones. Ellos borran otras oportunidades o deseos, nos imponen a concentrarnos en cumplir sus deseos para dar la paz al cuerpo. Los sueños son el alimento que impulsa los pasos para saciar los apetitos inacabables y profundos. Somos esclavos de esas ideas absolutas que se han encarnado en nuestras almas y redes energéticas internas. Con los años recordamos los tiempos pasados de hambres voraces que movían nuestros pasos juveniles, nuestras guerras infantiles, los deseos de trascendencia inhumanos y que nos obnubilaban y nos instalaban entre las nubes, en solitarios templos desde los cuales esperábamos ejércitos rindiéndonos pleitesías. Es que desde los profundo esos deseos nos elevan y separan, nos hacen más humanos para realizarnos, pero a la vez más enajenados y dependientes de los instintos animales de supervivencia y también de trascendencia en el gran mercado de aceptación y reconocimiento en que se va convirtiendo el mundo.  

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